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El caso Ábalos-Koldo y la descomposición del sanchismo
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El caso Ábalos-Koldo y la descomposición del sanchismo

La tormenta que se cierne sobre el Gobierno va a ser devastadora y Pedro Sánchez está en el ojo del huracán, por mucho que disimule

Foto: El exminismo José Luis Ábalos. (EFE/Mariscal)
El exminismo José Luis Ábalos. (EFE/Mariscal)
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La corrupción de cercanías está en el terreno que pisa Sánchez. Y marca su paso declinante tras las últimas noticias sobre las andanzas de quien fuera su fiel número dos, José Luis Ábalos, sanchista fundacional y brazo armado en el partido. Los medios afines hablan de "sacudida política en el PSOE". Más quisieran en la Moncloa que el escándalo se quedara en eso.

La tormenta va a ser devastadora y el número uno, por mucho que se empeñe en evitarlo, está en el ojo del huracán, cuya máxima potencia destructiva se alcanzará cuando la contundencia de Sánchez contra la conducta "rayana en la corrupción" de Ábalos colisione con la contundencia de este en su intención de defenderse porque está "harto de ejercer la caballerosidad" con quienes desde el Gobierno "buscan mi imputación" (9 septiembre 2024, con Carlos Alsina en Onda Cero).

De hecho, ha pedido declarar voluntariamente en la causa abierta en la Audiencia Nacional, antes de que el Congreso de los Diputados confirme que su aforamiento le remite al Tribunal Supremo. Y dolido como está por el acoso de su partido y el informe de la UCO que le atribuye "un papel relevante en el funcionamiento de una organización criminal", cuyo máximo responsable sería el empresario Víctor de Aldama (en prisión), espera arrastrar con él a otras figuras de la nomenclatura por compras de mascarillas durante la pandemia.

Gracias a los registros y las intervenciones telefónicas de la Guardia Civil (con autorización judicial, claro), no a la falsa "transparencia" del Gobierno, ya sabemos por qué Ábalos fue destronado como todopoderoso número dos del Gobierno y del partido en julio de 2021. Y por qué en febrero de 2024 el PSOE le reclamó el acta de diputado, al tiempo que le abría un expediente de expulsión.

El presidente del Gobierno y líder del PSOE está acorralado por la corrupción de cercanías y las voces que piden democracia interna en el partido

Lo que aún desconocemos es cómo una "organización criminal" (informe UCO), apadrinada por personas de la máxima confianza de Sánchez pudo infiltrarse en el formidable poder inversor del Estado (Ministerio de Fomento) para jugar con ventaja en la contratación pública a cambio de costear ciertos aspectos recreativos de la vida privada de Ábalos. A veces, con expresa autorización del presidente. Con ocasión del furtivo paso de la vicepresidenta de Venezuela por Madrid en enero de 2020, lo hizo en sede parlamentaria. Con felicitación al entonces ministro por haber evitado "una crisis diplomática".

Así despachó, apenas un mes después, el oscuro episodio de la cita de Ábalos en el aeropuerto de Barajas con Delcy Rodríguez, sobre la que pesaba una prohibición de pisar suelo europeo. Pero sobre el contenido de la cita flota todavía una nube negra. Tan negra como para hacer jurar a Koldo García que "de lo que pasó aquella noche no hablaré ni muerto".

Koldo es un pícaro de kilómetro cero en la irresistible ascensión del sanchismo. Custodió las actas de los rescatadores del Sánchez desahuciado por su partido hace ocho años. Y Ábalos es de los que echaron el resto en la fundación del sanchismo ahora acorralado por la corrupción de cercanías y las voces apremiantes de mayor democracia interna en el PSOE. Como la del líder socialista de Castilla y León, Luis Tudanca.

Koldo es un pícaro de kilómetro cero en la irresistible ascensión del sanchismo

Lejos de mí la malsana intención de compararlos. Es una forma de resaltar que el malestar de puertas adentro ya viene por razones tan diferentes como la falta de ejemplaridad de Ábalos y las apelaciones del líder castellano a colocar "por encima de todo el interés de España, luego el del partido y, por último, el de uno mismo". Una declaración de principios totalmente reñida con un sanchismo en vías de descomposición.

La corrupción de cercanías está en el terreno que pisa Sánchez. Y marca su paso declinante tras las últimas noticias sobre las andanzas de quien fuera su fiel número dos, José Luis Ábalos, sanchista fundacional y brazo armado en el partido. Los medios afines hablan de "sacudida política en el PSOE". Más quisieran en la Moncloa que el escándalo se quedara en eso.

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