Al Grano
Por
Errejón, Aldama y Begoña Gómez le hacen el trabajo al PP
No hacía falta despertar a un genio para descubrir que lo mejor que puede hacer el PP es esperar sentado la caída de Sánchez y aparcar propuestas menos rentables que las hogueras donde arden las lecciones de feminismo y moralidad de la izquierda
Si se trata de destronar a Sánchez, los dirigentes del principal partido de la oposición prefieren que el fuego lento siga consumiendo el crédito del Gobierno en vez de desacreditarse con iniciativas como la desdichada utilización en sede parlamentaria de los socialistas asesinados por ETA o la fallida querella contra el PSOE por presunta financiación ilegal.
No hacía falta despertar a un genio para descubrir que lo mejor que puede hacer el PP es esperar sentado la caída de Pedro Sánchez. Sin hacer nada, o casi nada, aparcando propuestas en la política de las cosas porque son menos rentables que las hogueras mediáticas donde arden las lecciones de feminismo y moralidad pública de la izquierda.
Ahora ha sabido Feijóo, aspirante alternativo a la Moncloa, que el trabajo se lo están haciendo los acontecimientos por cuenta del ampliado empapelamiento judicial de Begoña Gómez (presuntos delitos de apropiación indebida e intrusismo), las urgencias hormonales de Íñigo Errejón (socio de coalición de Sánchez) y, sobre todo, las andanzas del corruptor Víctor de Aldama, que sale en los informes policiales como el “nexo corruptor” de una trama criminal infiltrada en las estructuras del Estado.
Todo eso ya está judicializado: agresión sexual, cohecho, tráfico de influencias, apropiación indebida, etc. Pero la apuesta del PP se centra en lo que está por venir en torno a la trama Koldo- Ábalos- Aldama. Hay muchas esquinas inexploradas en los 170 dispositivos intervenidos por la Guardia Civil. Entre otras, la sospecha de que el exministro Ábalos, tan lejos del PP y tan cerca de Sánchez, hubiera cobrado mordidas en algunos de los contratos de Aldama con la Administración, como sugiere una información del diario digital El Debate.
Lo último ha sido la foto del presidente del Gobierno con el empresario Víctor de Aldama, un comisionista de altos vuelos que incentivaba a los gestores de lo público -en efectivo o en especie- porque, como dice el didáctico lema de la Agencia Tributaria “lo que das, vuelve”. El impacto de la foto, tomada por Koldo en la trastienda vip de un mitin del PSOE ha sido tan demoledor como decepcionante ha sido la respuesta de Moncloa: recurrir por enésima vez a la estampa amarillenta de hace treinta años en la que Feijóo aparece junto a un contrabandista de tabaco (eso era Marcial Dorado al tomarse la foto en 1995).
Aquella foto de antaño y esta de hogaño carecen de valor probatorio para acusar a nadie. Ni en lo político ni en lo judicial. En la parte que le afecta, lleva razón Sánchez cuando dice que uno no elige con quien se hace una foto si ocupa un cargo público. El problema es que él mismo machaca el argumento (valor probatorio) con su silencio preliminar a la pregunta de si conocía de algo a Aldama. Y eso nos descoloca a quienes sostenemos que la foto no prueba nada. Entre otras cosas, porque se hizo en 2019, cuando aún se estaba trabajando el acercamiento que tan rentable le sería años después para hacer negocios con la Administración (mascarillas, hidrocarburos, rescate de Air Europa, caso Delcy, etc.).
Aquel silencio es ahora un inductor de conjeturas en torno a lo que Sánchez estaba tratando de ocultar: ¿Acaso las relaciones de trabajo de su esposa, Begoña Gómez, con el famoso comisionista, que, por cierto, sigue en prisión provisional por el fraude los hidrocarburos?
Eso parece. Y es lo que ahora también se le viene encima al presidente del Gobierno, mientras los votantes del PP alquilan balcones y el equipo de Feijóo se propone no distraer al equipo de Sánchez con ocurrentes iniciativas o con actuaciones estelares de Díaz Ayuso.
Si se trata de destronar a Sánchez, los dirigentes del principal partido de la oposición prefieren que el fuego lento siga consumiendo el crédito del Gobierno en vez de desacreditarse con iniciativas como la desdichada utilización en sede parlamentaria de los socialistas asesinados por ETA o la fallida querella contra el PSOE por presunta financiación ilegal.
- Sánchez y Ayuso: polarización desde arriba Antonio Casado
- Ábalos y Errejón entierran a Puigdemont Antonio Casado
- De Dani Alves a Errejón: la transversalidad del machismo Antonio Casado