5-N: Alerta roja en la Unión Europea

Si la democracia se embarra en los Estados Unidos, también se acabará embarrando en el Viejo Continente. No hace falta ser un experto en política internacional para saber que, en la víspera de este primer martes después del primer lunes de noviembre (y así siempre, desde 1845), en Europa está sonando una alerta roja ante el peligro de que un matón de barrio gane las elecciones.

Puede ocurrir si la sonrisa etrusca de Kamala Harris se ahoga en las urnas. El gran José Luis Sampedro construyó un bello relato inspirado en la indolente sonrisa de los etruscos ante sus propias desgracias. Espero que la que ilumina el rostro de la candidata demócrata sea menos precursora y más seductora. Que los dioses nos amparen si la abominable causa de Donald Trump vuelve a instalarse en la Casa Blanca después de haber anunciado "un baño de sangre" si no gana las elecciones.

Harris o Trump, Trump o Harris. "Vaga" y "estúpida", de él a ella. "Desquiciado" e "inestable", de ella a él. Aislacionista frente a multilateral, la confrontación entre dos formas de descifrar la realidad es tan cruda que se resiente la canalización de los grandes problemas mediante virtuosa sed de centralidad. Solo ella hizo amagos de acercamiento al votante moderado del adversario: "yo le haré un sitio en la mesa".

Claro que el golpista Trump (véase discurso del 6 de enero de 2021, cuando el asalto al Capitolio), amigo de dictadores, es un peligro para la democracia norteamericana. De hecho, esa alerta inspira el discurso de Kamala Harris. Pero en la Europa de las tres colinas fundacionales (Acrópolis, Capitolio y Gólgota), preocupa mucho más el contagio por xenofobia, racismo, violencia, autoritarismo, detectado en la aparición de autócratas reñidos con los usos y costumbres del sistema. La democracia en Europa es más sensible a lo que proyecta el faro de EEUU, por ser el espejo donde se mira una Europa venida a menos como potencia mundial que se resiente de las propuestas aislacionistas del hermano mayor. El peligro es que se materialicen en cosecha ganadora de Trump (al menos 270 delegados).

En la Europa de las tres colinas, preocupa el contagio por xenofobia, racismo y violencia, reñidos con el sistema

Con Trump se nos vendría encima una avalancha de fango populista ante retos como el fenómeno migratorio y el cambio climático. O las guerras lindantes con la UE. Miedo nos dan sus recetas. Para Ucrania, promete paz a cambio de concesiones a su amigo, Putin. Y respecto al conflicto en Palestina, ya ha dicho que Israel hará “lo que tenga que hacer”.

Esos y otros retos ya han debilitado los cauces construidos tras la Segunda Guerra Mundial en nombre de la paz y el progreso de los pueblos. Básicamente, multilateralismo, renuncia a la guerra, respeto a los derechos humanos y la general aceptación de que el capitalismo produce y el socialismo reparte en libertad. Diques vulnerables de la convivencia internacional. Pueden romperse. De hecho, ya se han roto en el bárbaro discurso de un candidato pendenciero, violento, excluyente, supremacista y con un bien surtido historial de antecedentes penales (declarado culpable de 34 delitos diferentes ante un jurado popular hace seis meses).