Al Grano
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Lluvia de millones para paliar la mala conciencia
Sánchez no se redime de su tacticismo. Por crear las condiciones para que Mazón se ahogara en el lodo político de la riada y por convertir las ayudas en impulso suplementario al difícil parto de los PGE para 2025
Sostiene Cardero que la tragedia valenciana será el 11-M de Pedro Sánchez. Así hubiera sido con toda seguridad de haber sucedido la tragedia tres días antes de unas elecciones generales, como ocurrió con los 193 muertos de Atocha en 2004. No es el caso. Al revés, razón de más para alejar el ruido de urnas. Vale por ahora con una rueda de prensa bolivariana para remontar como remonta el Madrid cuando parece desahuciado en el marcador.
La lluvia de millones al rescate de personas y empresas, como en la respuesta socioeconómica a la pandemia de 2020-21, puede redimir al Gobierno de la mala conciencia por una calamitosa gestión de la tragedia. No está mal como paliativo esa cifra de 10.600 millones de euros disponibles de la noche a la mañana, “con el menor papeleo posible”, para recuperar la normalidad en tres fases: gastos apremiantes, reconstrucción y relanzamiento de la zona devastada. Vale.
De lo que no se va a redimir Pedro Sánchez es de su descarado tacticismo. Primero, creando las condiciones para que el máximo responsable de una administración autonómica gobernada por el PP, Carlos Mazón, se ahogara políticamente en los lodos de la riada. Y después, convirtiendo la necesidad de ayuda a los damnificados en impulso suplementario al difícil parto de los Presupuestos Generales del Estado.
Lo primero le ha salido de cine. Consigue que el jefe del presidente valenciano, Núñez Feijóo, cambie de bando y se ponga de su parte. Véase que Sánchez promueve la declaración de “zona catastrófica”, como quería el líder del PP, ante la incapacidad manifiesta de Carlos Mazón. De ese modo, el presidente del Gobierno se permite autojalearse como gobernante ejemplar que sobrevuela las querellas partidistas, incluidas las del adversario, porque “todos somos Estado”.
Donde los Reyes vieron justa indignación, Sánchez ve activismo de la ultraderecha. "Frenesí ultra", según el medio más afín a la Moncloa
Lo segundo no ha colado. El principal grupo de la oposición (137 diputados) denuncia el “chantaje” encubierto por supeditar las ayudas a la aprobación de los PGE 2025. “Hoy más necesarios que ayer”, dijo Sánchez, vinculando la agilidad en la concesión de las ayudas con la aprobación de las cuentas públicas. Pero el PP, que votará “no” al proyecto aun no entregado al Congreso, no le ha comparado el regate: “Es un asunto lo suficientemente grave y urgente como para someterlo a las habituales e interesadas maniobras de Sánchez”, dice una fuente segura de la sede central del partido en la calle Génova.
Si algo ha quedado claro estos últimos días, en los que se ha mezclado de forma aberrante la lucha política con el idioma común de la condición humana a la hora del desamparo, es que tanto en Génova como en la Moncloa le han visto las orejas al lobo. Sobre todo, a raíz de la bronca del domingo en Paiporta al paso de la comitiva oficial al más alto nivel.
Donde los Reyes vieron justa indignación, Sánchez vio y sigue viendo un brote de activismo de la ultraderecha (el medio más afín a la Moncloa hablaba ayer de “frenesí ultra”), con riesgo físico para su integridad. “Yo estoy bien”, dijo sin que nadie se lo preguntara, puesto que nadie lo había puesto en duda.
Pero también Feijóo ha tomado buena nota de la desafección de los valencianos con la clase política. Y de ahí su comunicado tras la bronca contra Sánchez y Mazón, en el que elogiaba el ejemplar comportamiento de Felipe VI y doña Letizia, se abstenía de criticar al Gobierno, comprendía el malestar de la gente y lucía una aversión a la reyerta partidista tan impostada y tan poco creíble como la de Sánchez, cuando apela a la unidad porque tiempo habrá de exigir responsabilidades políticas.
Sostiene Cardero que la tragedia valenciana será el 11-M de Pedro Sánchez. Así hubiera sido con toda seguridad de haber sucedido la tragedia tres días antes de unas elecciones generales, como ocurrió con los 193 muertos de Atocha en 2004. No es el caso. Al revés, razón de más para alejar el ruido de urnas. Vale por ahora con una rueda de prensa bolivariana para remontar como remonta el Madrid cuando parece desahuciado en el marcador.