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Tejero y Otegi: memoria desigual de dos liberticidas
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Antonio Casado

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Tejero y Otegi: memoria desigual de dos liberticidas

Dos amenazas reales pusieron en peligro nuestra democracia: El 23-F y ETA. Los teólogos de la Moncloa abominan del golpismo neofranquista, pero desvían la mirada a 30 años de terrorismo

Foto: Sánchez en el primer acto por el 50 aniversario de la muerte de Franco. (EFE)
Sánchez en el primer acto por el 50 aniversario de la muerte de Franco. (EFE)
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Nos propone el Gobierno hacer memoria de las amenazas a la democracia española. Para que no se repitan. Loable tarea. Vale. Pero no caigamos en la tentación sanchista de aplicar la memoria selectiva del pasado como coartada del presente. La que lleva a celebrar el 50 aniversario de la muerte de Franco, a modo de antídoto frente a eventuales réplicas inspiradas en pujantes movimientos ultraderechistas de aquí y ahora.

Nada tan reñido con el desempeño de la función mediática (y la política, claro) como la asimetría argumental. Al menos en la valoración de las dos únicas amenazas reales contra la democracia recuperada en 1978 (excluyo conscientemente la del 1 de octubre de 2017 en Cataluña porque fue pacífica). Una, puntual, por la extrema derecha: la intentona golpista de 1981, con un asalto armado al Congreso de los Diputados. Y otra, sostenida en el tiempo (1978-2011), por la extrema izquierda con vitola vasca igualmente armada.

Insisto en que, después de Franco, antidemócrata de manual, solo dos amenazas reales pusieron en peligro nuestra democracia: la ocasional del 23-F y la prolongada a largo de más de treinta años con una organización criminal que asesinaba y extorsionaba al pueblo soberano. Sin embargo, los teólogos de la Moncloa abominan del golpismo neofranquista, y me parece bien, pero desvían la mirada si se trata del criminal intento de ETA de reventar la democracia, y eso me parece mal.

Tejero estigmatizado y Otegi en el poder. En la mochila de cada uno, dos páginas oscuras de nuestra reciente historia. Dos amenazas desactivadas por el Estado con muy escandalosa desigualdad de trato en la vigente política nacional. Las hazañas de Tejero, Milans y compañía perduran en la nostalgia de ciertos sectores ultras frente a los que Sánchez nos alerta un día sí y otro también, con forzadas identificaciones de Feijóo y Abascal con la huella de Franco. Pero no se molesta en señalar el hecho de que la memoria de ETA sigue viva en los fines, sin renegar de los medios de antaño, perfectamente instalada en la ecuación de poder que lidera el propio Pedro Sánchez.

Excluyo conscientemente la amenaza del 1-O en Cataluña porque fue pacífica, a diferencia de las otras dos, que fueron armadas

Dos liberticidas, dos enemigos de la democracia. La intimidación al pueblo soberano que perpetró Tejero, ahora representado en ese franquismo residual que reza por la salvación de Sánchez junto a la sede del PSOE no difiere de la que perpetró ETA, cuya huella criminal (más de 800 asesinados) es asumida sin complejos por Arnaldo Otegi.

Si se trata de ponerse estupendos en defensa del sistema, marcando a los enemigos de las libertades, digo yo que será más productivo elegir a liberticidas vivos, pues los muertos ya no ofenden. En ese sentido, cabe recordar que Tejero y Otegi, liberticidas vivos, pero desigualmente tratados por los defensores oficiales de la democracia, están disponibles para dirigentes políticos y finos analistas.

Tejero vive retirado en Torre del Mar (Málaga) y Otegui, sigue en activo como albacea de ETA para cumplir las últimas voluntades de la banda

Antonio Tejero Molina vive su apacible ancianidad retirado en Torre del Mar (Málaga). El otro, Arnaldo Otegi, sigue en activo como albacea de ETA para cumplir las últimas voluntades de la banda terrorista.

¿Por qué tan desigual memoria de dos liberticidas cuando el Gobierno nos convoca a una cruzada en defensa de la democracia?

Nos propone el Gobierno hacer memoria de las amenazas a la democracia española. Para que no se repitan. Loable tarea. Vale. Pero no caigamos en la tentación sanchista de aplicar la memoria selectiva del pasado como coartada del presente. La que lleva a celebrar el 50 aniversario de la muerte de Franco, a modo de antídoto frente a eventuales réplicas inspiradas en pujantes movimientos ultraderechistas de aquí y ahora.

Pedro Sánchez Francisco Franco
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