:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2F073%2Fa98%2F50a%2F073a9850a4e9c9426d8358ba1feae4b6.png)
Al Grano
Por
El viaje de Sánchez a China en clave nacional
Nunca pensó Sánchez que un viaje a China planificado mucho antes de la pandemia arancelaria de Trump le saldría tan rentable a escala nacional e internacional
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fb7e%2F10d%2F9df%2Fb7e10d9df01110a8da2c20a008d6f930.jpg)
Con un pie en la escalerilla del avión que le llevará a la esquina asiática en la que reina la China comunista (Vietnam, como primera fase de la gira, antes de recalar en Pekin), el presidente del Gobierno recibe un inesperado plus de autoestima a escala nacional e internacional. Nunca pensó Sánchez que un viaje previsto mucho antes de la pandemia arancelaria de Trump le iba a salir tan rentable.
Por un lado, aunque nadie se lo hubiera pedido inicialmente, ejercerá de enviado especial de la Unión Europea en tareas de tanteo orientadas a buscar mercados alternativos. Así que Sánchez no puede por menos que sentirse feliz en el papel de “interlocutor privilegiado” con esa China de Xi Jinping que Bruselas considera tratable en intereses y rival en valores.
Ya de puertas adentro, celebra la congelación temporal de una agenda política cargada de malos presagios sobre su inestable ecuación de poder y, por ende, su enfermiza continuidad en la Moncloa. Paradójicamente, justo cuando el principal partido de la oposición se ve impelido a compartir la posición del Gobierno frente a los órdagos de Trump. Posición trasladada al PP por la emergente figura del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, cuya credibilidad gana enteros. Por la solidez de sus razonamientos y por la desgana que muestra al repetir las consignas políticas de la Moncloa, mientras otros ministros, erre que erre, se limitan a exigir a Núñez Feijóo que rompa con Vox y secunde a ciegas las decisiones de Sánchez.
No es mala coartada para conseguir que el PP contribuya a frenar el insensato intento trumpista de reventar el tablero, aunque algunos creemos que no tendrá mucho recorrido porque, como dice el expresidente del Gobierno español, Felipe González, “sería la ruina de Estados Unidos” provocada por un tipo que “encaja en la clase de personas ignorantes no conscientes de su ignorancia”. Amén.
Gana enteros la imagen del ministro Cuerpo por la solidez de sus razonamientos y la desgana con la que repite las consignas de la Moncloa
Pero, volviendo a la política nacional, es evidente que el miedo a la recesión, los espasmos de las cancillerías de todo el mundo y el consenso interno frente a los efectos de los despropósitos de Donald Trump dejan en la nevera asuntos como la corrupción de cercanías y la fragilidad parlamentaria de Sánchez.
Todo eso queda a la espera de saber si entramos en guerra (solo comercial y solo por ahora). Si prosperan los guiños negociadores de Ursula von der Leyen y el propio Donald Trump. Si vamos hacia una adaptación a las nuevas reglas del comercio global. O si el creciente malestar interno generaliza la “protesta civil” que, como augura Rodríguez Zapatero, se llevará por delante a este nefasto personaje. Y me refiero a Trump, no al expresidente español, un impulsor del viaje a China que, dicho sea de paso, ahora hace campaña a favor de la identidad nacional de Cataluña y la calidad política e intelectual de Puigdemont, con el que ha hecho buenas migas. Manda huevos.
En plan dosis de recuerdo sobre la muy averiada agenda política nacional de Sánchez, me remito a las últimas mediciones de la organización Transparencia Internacional (España ha bajado diez puestos y ya sale más corrupta que Uganda); las advertencias de sus aliados independentistas catalanes, que le han dado de plazo hasta junio para dejarle tirado si no cumple sus compromisos (amnistía y separatismo fiscal, básicamente), y el hecho de que Podemos, en vísperas de su asamblea estatal, apostará a partir de ahora por un adelanto electoral descolgando a sus cuatro diputados del sindicato de socorristas de Sánchez. Entre otras cosas, porque los de Ione Belarra e Irene Montero (secretaria general y candidata a la Moncloa, respectivamente, a partir del próximo fin de semana) han descubierto que les irá mejor electoralmente con Feijóo en la Moncloa.
Con un pie en la escalerilla del avión que le llevará a la esquina asiática en la que reina la China comunista (Vietnam, como primera fase de la gira, antes de recalar en Pekin), el presidente del Gobierno recibe un inesperado plus de autoestima a escala nacional e internacional. Nunca pensó Sánchez que un viaje previsto mucho antes de la pandemia arancelaria de Trump le iba a salir tan rentable.