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Sánchez elige el suicidio a cámara lenta
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Antonio Casado

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Sánchez elige el suicidio a cámara lenta

Carta a la militancia y disparos de "resentidos" con pistolas de agua. Solo es humo. Aquí y ahora nadie va a abrir por dentro las ventanas para que el aire fresco entre en el PSOE

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
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Votantes o diputados. Urnas o socorristas. A elegir. Solo a una de las dos barandillas podía aferrarse Sánchez para flotar. Las dos ya son inservibles para él. Una, disolución de la legislatura y perder en las urnas. Otra, renovación del pacto de investidura y lidiar con unos socios desmotivados.

Dos salidas. Aquella (elecciones ya) era el borrón y cuenta nueva. Queda desechada. Y ésta (compañeros de partido sanchificados y compañeros de viaje arrastrando los pies), convertida en endeble apuesta inercial por el aquí no ha pasado nada. No ha querido que hablen los españoles. Ha dado la palabra a sus costaleros del Congreso. Prefiere suicidarse a cámara lenta. Opta por alargar la inoperancia de un Gobierno débil y un PSOE sumido en la desmoralización.

Lo que viene es una especie de harakiri de Sánchez por entregas, caiga quien caiga, incluido él, aunque tal vez no lo sepa por entender erróneamente que militantes y ciudadanos valoran más la resistencia que la coherencia.

Una forma de cocerse a fuego lento en el caldo de su arruinada credibilidad y absoluta falta de autocrítica, según sentencia editorial del prestigioso diario británico 'The Times', amén de su frágil pedestal parlamentario, la indigencia argumental de su discurso y, por supuesto, lo que está por destaparse en el historial de los tres tenores (Ábalos, Koldo, Cerdán). Sin palabras se quedó la ministra portavoz, Pilar Alegría, cuando después del Consejo de Ministros le preguntaron si podía el Gobierno garantizar que en su entorno no van a surgir nuevos casos de corrupción

¿Con qué credibilidad hablará Pedro Sánchez ahora de "regeneración democrática" o de "dar la cara" ante la corrupción?

En resumen, dos años más de sanchismo en el peor de los casos ("demasiado tiempo sin consultar a los votantes", dice 'The Times'), si antes no lo impiden los rincones inexplorados del material acumulado por la Guardia Civil. Dos años como mucho en permanente riesgo de colapso:

¿Con qué credibilidad va a hablar Sánchez durante esta prórroga de "regeneración democrática", que era uno de sus estribillos? ¿Qué significa comprometerse a "dar la cara" ante la inmoralidad en la vida pública? ¿Cómo será la vida cotidiana de un presidente consciente de que no puede dejarse ver a cuerpo limpio fuera de su encastillamiento monclovita?

Foto: sanchez-supervivencia-socios-elecciones-mocion-censura

Lo demás es ruido de cortinajes. Nos distrae del drama causado por la puñalada de Koldo en el costado de Cerdán, mortal para el jefe político de ambos. Incluido un reproche a la UCO -tampoco es nada nuevo-, por haber puesto su devastador informe al servicio del "deliberado intento de la derecha para derribar a un Gobierno legítimo", se lee en su patética carta a la indignada, triste y desconcertada militancia socialista.

Hasta sus aliados en el Parlamento ya se convierten en objetores de su enésima apelación a impedir como sea un Gobierno PP-Vox, mientras que sus militantes no se exaltan como antes por su empeño en "seguir adelante con la misma ilusión y las mismas ganas del primer día".

Sin novedad en la chistera de Sánchez. Hasta sus terminales mediáticas se hartan de tanta hojarasca de rápida combustión: la anunciada comparecencia del 9 de julio en el Congreso, la auditoría externa, el narcisismo de la citada carta a los militantes ("Contad conmigo, yo cuento con vosotros"), la gestora de Ferraz, la ronda de consultas y los disparos con pistolas de agua a cargo de los "resentidos. Humo y nada más que humo.

Aquí y ahora nadie va a abrir las ventanas del PSOE para que se ventile por dentro. La remontada es imposible en un partido sin pulso. Solo la cancelación de Sánchez en las urnas hará posible el rearme político y moral que necesita este partido.

Votantes o diputados. Urnas o socorristas. A elegir. Solo a una de las dos barandillas podía aferrarse Sánchez para flotar. Las dos ya son inservibles para él. Una, disolución de la legislatura y perder en las urnas. Otra, renovación del pacto de investidura y lidiar con unos socios desmotivados.

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