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Al Grano
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Al congreso del PP le sienta bien el perfil bajo
Lo mejor que le puede pasar a Núñez Feijóo este fin de semana es que se hable más de Ábalos y Cerdán que de Esther Muñoz y Miguel Tellado
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Hace tiempo que el PP está en modo electoral. Ahora, con más razón. La sensación de fin de fiesta en la Moncloa y en Ferraz se ha generalizado. Pero más le vale a Núñez Feijóo, candidato a la Moncloa de una sola oportunidad (segunda y última, por ser precisos), no incurrir en un exceso de celo por convencernos de que lava más blanco que Sánchez.
Si el todavía aspirante creíble fallase el penalti de último minuto se abriría la batalla sucesoria entre Moreno Bonilla e Isabel Díaz Ayuso. Ahora que el líder del PP dispone de un formidable poder territorial en España y está muy arropado en Bruselas por su familia política, le conviene esperar sentado la caída de Sánchez, pues sus propuestas siempre serán menos rentables que las hogueras donde arde el crédito del Gobierno.
Puede explicarse de otra forma:
Lo mejor que le puede pasar a Feijóo este fin de semana es que se hable más de Ábalos y Cerdán que de Feijóo y Tellado. O sea, que la resonancia mediática se centre en el Comité Federal del PSOE y no en el XXI congreso del PP, recalentado ayer tarde con las arengas de los expresidentes Aznar y Rajoy, más dirigidas a criticar al Gobierno que a defender la oferta política del PP.
Al cónclave le sentará bien un perfil bajo para que los pecados del adversario tapen los propios. Los de un Gobierno acuartelado cursan por cuenta de la corrupción y el personalismo dejando a Sánchez a los pies de los caballos en los tribunales de Justicia. Los del aspirante remiten a su falta de carisma -esto se arregla con el salto al poder-, su atropellado desempeño de la oposición, su indefinición en cuestiones morales (identidad sexual, aborto, eutanasia, etc.) o falta de claridad en política de alianzas, aunque deje puertas abiertas a esa probable gobernanza con VOX que ralentiza su expansión hacia el centro.
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El generalizado estado de opinión contra Sánchez no genera un similar crecimiento de elogios a Feijoo. Y no encuentro otra explicación que la falta de fineza en el discurso del PP para captar el voto desencantado del PSOE sin empujar hacia la extrema derecha a los propios votantes.
Las encuestas cantan que el número de votos que el PSOE se va dejando en su camino al Gólgota es mucho mayor que el que va ganando Feijóo en su camino hacia la Moncloa, mientras la ultraderecha no deja de crecer y el nacionalismo periférico sigue viendo al PSOE como un mal menor frente al PP.
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Eso no impedirá un cónclave a mayor gloria de Feijóo y sus dos escuderos, Miguel Tellado (partido) y Esther Muñoz (Congreso). A Carlos Mazón, ni mencionarlo. Y esquivando las honduras programáticas y las quinielas asociativas para el caso de una victoria electoral alejada de la mayoría absoluta. De hecho, la ponencia política que alumbrará la hoja de ruta del PP a partir de ahora ha obviado los temas más espinosos por no dar cuartos al pregonero antes de tiempo.
Sánchez contribuye al éxito del congreso del PP con su previsible relato ante el Comité Federal. Demasiado mayor para vencer sus tendencias personalistas. El líder del PSOE no trae de fábrica el imperativo moral que, según Kant, es inherente a la condición humana. Necesita que se lo pongan por escrito.
Feijóo también debe aplicar lo que pregona. En la reciente manifestación de la plaza de España dijo que no quiere un "frente de la ira". Prefiere concordia y no revancha. Pero no se compadecía con el lema "Democracia o mafia". Ni con la torpe analogía de "organización criminal" endosada al Gobierno de España.
Hace tiempo que el PP está en modo electoral. Ahora, con más razón. La sensación de fin de fiesta en la Moncloa y en Ferraz se ha generalizado. Pero más le vale a Núñez Feijóo, candidato a la Moncloa de una sola oportunidad (segunda y última, por ser precisos), no incurrir en un exceso de celo por convencernos de que lava más blanco que Sánchez.