No es la bronca política o la flotabilidad de Sánchez. El elefante que se está colando en los sondeos es la percepción ciudadana de que España no funciona
La ministra de Igualdad, Ana Redondo. (EFE/Juanjo Martín)
Las pulseras telemáticas se cuelan hoy en la sesión parlamentaria de control al Gobierno. AnaRedondo, ministra de Igualdad, está en el punto de mira del PP. Y aunque en la Moncloa quieran minimizarlo, el desamparo de las víctimas de violencia de género ya es una variable nueva en la percepción del votante sobre el funcionamiento de los servicios públicos.
Aquí y ahora lo que agita las demoscópicas entrañas de la oca no es la bronca política interna, la Asamblea General de la ONU, la flotabilidad de Sánchez o los órdagos del independentismo. Un elefante viene arrasando en los sondeos sobre el estado de ánimo de los españoles: España no funciona.
Los servicios no aguanten la mirada del ciudadano. Desde el tren de Renfe que te hace llegar tarde al trabajo hasta la cita con un especialista o el cirujano de la Sanidad Pública tres meses después de solicitarla. Por no hablar de las okupaciones, las colas en las ventanillas, el deficiente mantenimiento de las carreteras, el acceso a una vivienda, los sueldos que no permiten llegar a fin de mes o la proverbial lentitud de expedientes amontonados en los lavabos de las dependencias judiciales.
Imposible no acordarse de la pregunta de mi amigo, José Oneto (RIP), a Felipe González al hilo de la fundacional promesa electoral del PSOE en 1982: ¿en qué consiste el cambio, presidente? "Que España funcione", respondió González. La moralina se perdió en la polvareda. Y ahora se recupera por cuenta de tan escandalosa descoordinación en una de las obras predilectas del Gobierno llamado "progresista": el arropamiento político, social y judicial de las víctimas del machismo.
Descoordinación y desidia en el Ministerio de Igualdad, al que corresponde la competencia en el caso que nos ocupa, aunque Redondo pareció caerse del guindo cuando se multiplicaron las pruebas de que los fallos técnicos de la herramienta, agravados con el cambio de concesionaria (de Telefónica a Vodafone por más de 40 millones de euros) fue puntualmente denunciado en su día por víctimas, jueces, fiscales, policías, etc. Hubiera sido muy grave que la ministra se hubiera enterado, como el resto de la ciudadanía, por la referencia contenida en la Memoria Anual de la Fiscalía del año 2024.
Mire usted por dónde, el estigmatizado fiscal general del Estado, al que la oposición considera el "ministro número 23", nos puso sobre la pista de "múltiples fallos" en los dispositivos. Una anomalía a la hora de aplicar la ley por parte de un Gobierno comprometido con la causa del feminismo. ¿O también García Ortiz ha sido víctima de esa "amalgama de bulos y mentiras" de la que habla la ministra Redondo, o de "las mentiras de la derecha", según su antecesora, Irene Montero?
Hay quienes sugieren un malicioso paralelismo entre las averiadas pulseras telemáticas y las mascarillas de la pandemia
Espero que lo próximo no sea confirmar algún paralelismo entre las mascarillas de la pandemia y las averiadas pulseras. Según la humorada de la expresidenta del Observatorio Contra la Violencia de Género, Ángeles Carmona, tal vez las pulseras se compraron en AliExpress.
Bromas aparte, y a la vista de los antecedentes ¿quién detiene preguntas al vuelo, volando a ras de suelo, sobre la lógica comercial que empapa la externalización de tareas públicas a favor de empresas privadas? Estoy pensando en la picaresca de los comisionistas. Solo nos faltaba eso. Pero, curados de espanto como estamos, a nadie sorprendería un nuevo caso por cuenta de las famosas pulseras.
Las pulseras telemáticas se cuelan hoy en la sesión parlamentaria de control al Gobierno. AnaRedondo, ministra de Igualdad, está en el punto de mira del PP. Y aunque en la Moncloa quieran minimizarlo, el desamparo de las víctimas de violencia de género ya es una variable nueva en la percepción del votante sobre el funcionamiento de los servicios públicos.