Segundo aniversario del 7-O en Gaza: al terror con el terror

Pregunto en distancia corta a una alta personalidad del Estado si vale la pena apelar al Derecho Internacional respecto a la tragedia en la franja de Gaza, pendiente ahora del plan de paz apadrinado por EE. UU. o nos tiramos por la ventana. Con igual desenfado responde que mejor optar por lo segundo, una vez constatada la desalentadora valoración de Borrell: "El Derecho Internacional está enterrado bajo los escombros de Gaza".

Se cumple el segundo aniversario de la masacre terrorista del 7 de octubre contra la indefensa población civil israelí asentada cerca de la frontera y asistentes a un festival de música. Solo a mentes descompensadas por su antisemitismo o su acrítica identificación con la causa palestina se les ocurrió justificarlo.

Aquella salvajada perpetrada por el brazo armado de Hamás, con el sangriento balance de 1200 muertos, ha sido respondida por el Ejército israelí con un resultado de 67.000 palestinos muertos (entre ellos 20.000 niños, muchos de ellos por hambre, según datos de la ONU) y una criminal política de tierra quemada que ha convertido el enclave en un solar monetizable en los planes inmobiliarios de Donald Trump.

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No menos descompensadas me parecen las mentes que se quedan en el fusilamiento verbal de quienes denunciamos desde el principio la brutalidad de la respuesta israelí. Pero nadie en su sano juicio ha negado al Gobierno israelí el derecho de respuesta al ataque terrorista de hace dos años. Lo que se reprueba es la desproporción en base a principios legales y morales.

El desprecio a la legalidad escrita ha convertido en papel mojado la Carta de las Naciones Unidas. Y la inmoralidad de una reacción inhumana, que usó el hambre como arma de guerra, bombardeó indiscriminadamente a la población civil y destruyó a sabiendas escuelas y hospitales, ha movilizado a millones de personas de todo el mundo y de todas las confesiones religiosas o políticas contra otra salvajada como la del 7-O.

"Si para la máquina de matar gazatíes, sería un mal menor el tramposo plan de paz inspirado en la ley del más fuerte"

Al terror con el terror. Mala señal cuando se multiplican los avisos de que nunca estuvimos tan cerca de una tercera guerra mundial. Y entre la tierra quemada, un brote verde aún muy tierno ¿Se avecina un alto el fuego en Gaza una vez conocida la disposición de Hamás a liberar a los rehenes (vivos o muertos) y asumir una negociación sobre la agenda pacificadora de Trump con retoques de Netanyahu?

Bienvenida sea la inicial conformidad de Hamás. Y así si se para la máquina de matar gazatíes, sería un mal menor el tramposo plan de paz inspirado en la ley del más fuerte. A una insoportable media de veinte o treinta muertos diarios, mientras las cancillerías discuten sobre galgos y podencos, no hay color. Habrá valido la pena parar el martirio, aunque sea costa de una injusticia más si al menos no es sangrienta.

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Ya nos conformaríamos con que Netanyahu tratase a los gazatíes la mitad de bien que trata a los activistas de la "Global Sumud" en nombre de una figura conocida en el Derecho Internacional como "zona de exclusión (marítima en este caso). Véase el sarcasmo en un Gobierno que se burla de todos y cada uno de los preceptos de la legalidad internacional, empezando por la atribución unilateral de soberanía sobre aguas que no son suyas, así como de todas y cada una de las leyes de la guerra.

Bien está que Israel devuelva sanos y salvos a los figurantes en el "postureo moral" de "consumo mediático". (Martí Blanch, certero como siempre) de la fallida operación de ayuda humanitaria. Solo quería resaltar la diferente vara de medir que Israel tiene a la hora de aplicar el respeto a la dignidad humana.