¿Levantar España desde Andalucía?

No es necesario ser Paul Krugman ni tener la capacidad de disertar sobre la estanflación para darse cuenta de que, como diría un castizo, la cosa está muy mal. Basta con ir a la gasolinera o intentar llenar, cada vez menos, el carro de la compra para saber que sobra mes al final del sueldo. Y cuando los bolsillos están vacíos y la palabra crisis vuelve a ser 'trending topic' en todas las conversaciones no hay ningún otro asunto que sea tan determinante.

Cualquier tema del debate político, ya sean los pactos del PSOE con Bildu, la configuración del nuevo Gobierno andaluz o la novela por entregas en que se han convertido los audios de Villarejo, palidece frente a la gran inquietud general. Como rezaba el popular consejo reconvertido en lema electoral por James Carville, asesor de Bill Clinton en las elecciones de 1992, “es la economía, estúpido”.

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En tiempos convulsos como estos, aunque tristemente las apreturas económicas parecen haberse convertido ya en la nueva normalidad, el ciudadano medio busca más soluciones que ideología, más hechos que consignas, más cabeza que corazón. Vota más con la cartera que con el sentimiento. Y no hay Gobierno que soporte una inflación sostenida de dos cifras.

Por eso sorprendió que, ante un Pedro Sánchez acorralado por la tormenta perfecta económica, debilitado por la pérdida de credibilidad y amenazado por la difícil relación con Podemos y el nacimiento de la plataforma de Yolanda Díaz, el PP no aprovechara el Debate sobre el Estado de la Nación para exhibir su propuesta.

Por más que Cuca Gamarra no sea la mejor portavoz para esta tarea, el escenario y la ocasión requerían poner sobre la mesa una alternativa y no únicamente criticar la dejadez o el poco acierto del presidente. Con Alberto Núñez Feijóo presente, aunque sin voz, era el momento para haber marcado la agenda mostrando que hay otra manera de hacer las cosas.

No tomó la palabra

Si bien en el debate Feijóo no pudo tomar la palabra, en sus intervenciones públicas y entrevistas ya ha enumerado algunas de las medidas económicas que plantea, como por ejemplo deflactar la tarifa del IRPF, agilizar los fondos europeos, suspender el impuesto de hidrocarburos o bajar el IVA del gas al 5%. Una apuesta que se resume en una rebaja fiscal frente a la subida de impuestos por la que aboga Pedro Sánchez.

Una confrontación de modelos que no es nueva, sino que responde a las políticas implantadas en comunidades gobernadas por el PP, como Madrid o Andalucía. Este último ejemplo es la gran referencia, pues no en vano el “gurú” económico del nuevo líder popular, el consejero andaluz Juan Bravo, tiene relato y datos para defender esa otra vía.

Plantea la necesidad de llevar a cabo una bajada de impuestos selectiva y temporal para las rentas medias y bajas y defiende que no solo no afectará negativamente a los ingresos, sino que se traducirá en una mayor recaudación. Y para abonar esta teoría esgrime el ejemplo de Andalucía, donde entre 2019 y 2020 se contabilizaron más de 280.000 nuevos contribuyentes y se incrementó la recaudación del IRPF en más de 850 millones de euros, según datos de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria.

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Igualmente, la comunidad andaluza cerró 2021 con una recaudación de los tributos cedidos de gestión propia superior en un 4,7% a la de 2018, pese a que el Gobierno de Juanma Moreno aplicó tres rebajas de impuestos bajo la batuta del propio Bravo. En total, un saldo de casi 100 millones de euros más.

En su libreta, el consejero andaluz no solo anota este incremento de lo recaudado, sino que también refleja que esta política de rebaja fiscal actúa como polo de atracción para la creación de riqueza. Entre 2019 y 2020, la comunidad sumó 80.000 nuevos residentes, cuando cuatro años atrás había perdido 15.000.

A datos como estos, y a la capacidad pedagógica de Bravo, fía Feijóo su esperanza de obtener la confianza mayoritaria de los españoles con el compromiso de alcanzar la recuperación económica. Frente a eso, Pedro Sánchez argumentará los beneficios de las medidas implantadas para minimizar los efectos de la crisis y confiará en que los indicadores hayan mejorado cuando se acerque la convocatoria electoral, aunque las previsiones por ahora indican todo lo contrario.

"Feijóo y Bravo también son conscientes de que en España suele funcionar como un reloj la teoría de la asimetría del voto económico"

En cualquier caso, Feijóo y Bravo también son conscientes de que en España suele funcionar como un reloj la teoría de la asimetría del voto económico. Es decir, que el castigo en las urnas al Gobierno en tiempo de crisis es enormemente superior al rédito que generan las recetas aplicadas con éxito. De ahí que en el PSOE y en Podemos ya se quejen amargamente de que no se valoran los beneficios de la reforma laboral en el empleo.

El guion de Feijóo, en definitiva, pasa por dejar que el cada vez más elevado coste de la vida y el descontento generalizado sigan creando el caldo de cultivo ideal para apelar a esa máxima instalada en el inconsciente colectivo de buena parte del electorado de que, en época de crisis, el PP suele ser de fiar. Por decirlo en palabras de Cristóbal Montoro: "Que caiga España que ya la levantaremos nosotros". Con la ayuda de un arquitecto que ya ha demostrado en Andalucía que su libro funciona y ha sido una pieza clave del incontestable éxito electoral de Juanma Moreno.