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Feijóo y Pedro Sánchez, de 'surplace'
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Fernando Matres

El Zaguán

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Feijóo y Pedro Sánchez, de 'surplace'

La constitución de la Mesa del Congreso marca el demarraje para tomar ventaja hacia la investidura o la repetición electoral

Foto: Sánchez preside la reunión de los socialistas en el Congreso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Sánchez preside la reunión de los socialistas en el Congreso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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"Aquel que dijo que más vale tener suerte que talento conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control". Con esta frase arrancaba Match point, la maravillosa película de Woody Allen que reflexionaba sobre cómo una mínima cuestión de azar puede hacer cambiar una vida por completo. La secuencia que acompañaba a esa voz en off inicial mostraba una pelota de tenis que, tras golpear en la red, quedaba por un instante suspendida en el aire, con la incógnita de sobre qué lado de la pista caerá.

Esa potente imagen ilustra a la perfección el endiablado escenario político que dejó el resultado de las elecciones del pasado 23 de julio. A priori, no había ninguna opción posible de gobernabilidad, porque ni Alberto Núñez Feijóo ni Pedro Sánchez tenían asegurados los 176 apoyos de diputados que les convertirían en presidente del Gobierno. Como una moneda congelada en su vuelo a la espera de saber si la fortuna decidirá que caiga por su cara o por su cruz.

Foto: Carles Puigdemont, en su intervención en uno de los mítines de Junts en campaña. (EFE / David Borrat)

Agosto es tiempo de descanso y desconexión, no de citas marcadas en la agenda y reuniones trascendentales. Es momento de conocer rincones lejanos y nuevas personas, no para compartir tiempo con los compañeros de siempre. Es la hora de lanzarse a la piscina sin dudarlo, no de hacer cálculos y estrategias. El escaparate perfecto para la improvisación y el ¿por qué no?, en lugar de para el autocontrol y el tacticismo.

Pero los plazos de la sorpresiva convocatoria en pleno julio han provocado que muchas cosas hayan sido diferentes. No solo han conseguido que el voto por correo se disparara, que la gente regresara en tromba de las playas para depositar su voto y que las botellas de agua fría fueran un bien de primera necesidad en las mesas electorales, sino también que, en estos días, en los corrillos políticos, las palabras más pronunciadas no hayan sido vacaciones, turismo o relax, sino prudencia, discreción y diálogo.

Foto: Pedro Sánchez y Francina Armengol en un mitin en Mallorca. (EFE/Cati Cladera)

El imprescindible sudoku para buscar aliados ha generado una multitud de movimientos en la sombra y de guiños a la luz pública con el objetivo principal de tejer una mayoría que permita la investidura o bien con el mal menor de contar con un apoyo más que el adversario. Y la negociación para la Mesa del Congreso de los Diputados ha sido la primera batalla en esta enrevesada partida de ajedrez que están disputando PP y PSOE desde aquella noche en la que unos ganaron con cara de circunstancias y otros perdieron entre la euforia.

Aunque, puestos a hacer símiles deportivos, lo más parecido a lo que estamos viviendo no es la pelota de tenis suspendida sobre la red, ni los movimientos sobre los escaques negros y blancos, sino el surplace, esa espectacular técnica del ciclismo en pista para mantener el equilibrio sin avanzar, para tener la ventaja de ir a rebufo del rival para poder sorprenderle con un cambio de ritmo.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Reuters/Yves Herman)

Feijóo y Sánchez llevan tiempo maniobrando sobre los pedales, con la sangre fría necesaria para estar sobre el terreno, sin caerse ni concederle al otro el beneficio de poder adivinar sus movimientos y adelantarse a ellos. Esta práctica suele finalizar con el brusco demarraje de unos de los ciclistas para tomar distancia sobre el rival y conseguir la victoria. Y ese esprint para marcar la diferencia es la constitución de la Mesa del Congreso de los Diputados.

Con una Mesa presidida por Francina Armengol, el PSOE aumenta sus opciones de completar el puzle que permita a Pedro Sánchez revalidar la legislatura. Sin el control del Congreso, minoría en el Senado y preso de las exigencias de sus socios para sacar adelante cualquier votación, el escenario más favorable sería ir a una repetición de elecciones a finales de año o principios del 2024.

Foto: Francina Armengol, en un mitin en Palma de Mallorca. (EFE / Cati Caldera)

El líder del PSOE popularizó en su día el no es no, que terminó por costarle la cabeza y obligarle a escribir el prólogo de ese Manual de resistencia del que está empeñado en sacar una segunda edición. Más tarde, sufrió los “efectos no deseados”, por utilizar su propio eufemismo para edulcorar el desastre, del solo sí es sí. Y ahora no duda en entonar el “quizás, quizás, quizás” para no cerrar la puerta a ninguna exigencia, por disparatada que resulte, que le permita continuar en la Moncloa.

El propio Carles Puigdemont no ha tenido reparo alguno en utilizar la palabra subasta al referirse a su decisivo papel a la hora de investir a Sánchez, lo que habla muy a las claras no solo de sus intenciones, sino de cuánto está disfrutando con la situación.

Y en estas andamos, con un fugado de la Justicia convertido en el señor Cayo que retratara la pluma clara y certera de Miguel Delibes. No estaría de más tener siempre presente aquello que se dice en la novela: “Al elector sólo hay que decirle tres cosas, así de fácil: primera, que vote. Segunda, que no tenga miedo. Y tercera, que lo haga en conciencia”.

"Aquel que dijo que más vale tener suerte que talento conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control". Con esta frase arrancaba Match point, la maravillosa película de Woody Allen que reflexionaba sobre cómo una mínima cuestión de azar puede hacer cambiar una vida por completo. La secuencia que acompañaba a esa voz en off inicial mostraba una pelota de tenis que, tras golpear en la red, quedaba por un instante suspendida en el aire, con la incógnita de sobre qué lado de la pista caerá.

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