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De la amnistía como una de las bellas artes
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Fernando Matres

El Zaguán

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De la amnistía como una de las bellas artes

Juanma Moreno se postula como "garante de la igualdad entre los españoles" desde un perfil sensato y moderado en las antípodas de la agresividad de Isabel Díaz Ayuso

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en la manifestación del día 12. (EP/Rocío Ruz)
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en la manifestación del día 12. (EP/Rocío Ruz)
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Ya nos advirtió Thomas de Quincey, en su más que recomendable obra Del asesinato considerado como una de las bellas artes, de que "uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dará importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente". Gracias a este fino ejercicio de ironía y humor inglés, hasta resulta sencillo comprender que uno comience por depositar la gobernabilidad del Estado en las manos de un prófugo de la Justicia al que amnistías y conviertes en un mártir y termine por burlarse en el Congreso de los Diputados del ganador de las elecciones. Contraviniendo de paso las más mínimas normas de la cortesía parlamentaria.

Porque una cosa es soportar que Pedro Sánchez trate de hacernos olvidar que en su programa electoral no es que no apareciera nada de lo que ahora está haciendo, sino que se afanó en negar que lo haría hasta justo antes de la jornada de reflexión. Y otra muy distinta es que además se ría durante un minuto del líder de la oposición, y por tanto, de más de ocho millones de españoles, con una carcajada impostada de villano en una película de serie Z. No parece la mejor manera de empezar una legislatura.

Este ejercicio de cinismo o de habilidad política, según los gustos, es asimilado de diferentes maneras en Andalucía. Así, para el socialista de la causa todo esto es un sapo que hay que tragarse rápido y con la nariz tapada porque el fin justifica los medios. "Hay que leer algo más a Maquiavelo de lo que habitualmente se suele hacer", reconoció Sánchez en la tribuna del Congreso en su respuesta a Bildu. La reducción simplista que dice "o amnistía o Vox" ha calado entre buena parte de la sociedad, porque al presidente del Gobierno hay que reconocerle que su ausencia de escrúpulos para cambiar de opinión está al nivel de su habilidad para fijar el marco del relato, para establecer el guion del debate.

Por ejemplo, las protestas contra la amnistía en Andalucía han estado presididas por la más absoluta normalidad, con el único incidente grave de la lamentable agresión a un concejal socialista de Sanlúcar de Barrameda. En el Sur no ha habido cargas policiales, ni contenedores quemados, ni adoquines lanzados, pero por unos días el foco de la cuestión ha dejado de estar en la cesión ante los independentistas para centrarse en las condenables algaradas protagonizadas por vándalos y grupos de ultraderecha. Como mirar al (muy preocupante) dedo del Cara al sol mientras se señala a la luna llena de la cuestionada separación de poderes.

Foto: Los presidentes de Castilla-La Mancha, Aragón, Comunidad Valenciana, Galicia, Andalucía y Murcia. (EFE/Chema Moya)
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Para los socialistas críticos, nostálgicos del susanismo, lo que está ocurriendo no es más que la constatación de lo que ya sospechaban cuando le obligaron a dimitir como secretario general, antes de la odisea que culminó con su regreso triunfal. A ellos no les sorprende esta actitud, pero sí les repugna la sumisión absoluta de Juan Espadas, quien no solo no ha emitido ni una tibia crítica, sino que fue portavoz del ideario de Sánchez en la Comisión de Comunidades Autónomas del Senado. Un premio en forma de cartera ministerial en el nuevo Ejecutivo les hubiera parecido incluso poco para el precio que ha pagado. Pero además ni eso…

El militante "antiSánchez", cuya principal ideología actualmente es el rechazo que le provoca su figura, ha encontrado una magnífica excusa para canalizar todos sus sentimientos negativos hacia él. Los hay con capacidad para fundamentar que es una injerencia intolerable que daña al Estado de Derecho y también, seguramente, los más numerosos o quizás los que hacen más ruido, quienes no pasan de defender que está rompiendo España y repetir un bulo tras otro alimentado por pseudoperiodistas o agitadores profesionales.

Quien alberga sentimientos andalucistas o simplemente está harto de ver cómo ningunean a su tierra, sin representación ni peso en el Congreso de los Diputados, ha hecho suya la impactante reflexión planteada por Adelante Andalucía, la formación de Teresa Rodríguez: “Si el PSOE piensa en Cataluña y el PP piensa en Madrid, ¿quién piensa entonces en Andalucía?”.

"Los hechos han demostrado que los extremos no son aconsejables, porque te llevan a un rincón o al lugar deseado, pero como rehén eterno"

Y ante todo esto, los andaluces conservadores sensatos, los moderados y los progresistas que no asumen en sus principios este radical cambio de opinión, se resignan a rebelarse ante esta situación dentro de los cauces democráticos, utilizando únicamente los recursos legales, pacíficos e institucionales. Un caladero en el que quiere seguir pescando Juanma Moreno, quien ya se ha apresurado a postularse como el barón autonómico que lidere la reacción del PP contra los agravios por la financiación. “Vamos a dar la batalla judicial, institucional y política, seremos los garantes de la igualdad entre todos los españoles”, ha adelantado, desde la legitimidad de presidir la comunidad más poblada de España y la tercera en PIB. Y, además, desde el acierto de cultivar un perfil que representa a la perfección los principios que defiende esta mayoría silenciosa, en las antípodas de la agresividad de Isabel Díaz Ayuso.

Los hechos han demostrado que los extremos no son aconsejables, porque te llevan a un rincón de difícil salida o al lugar deseado, pero ya como rehén eterno. Juanma Moreno se dispone a andar el camino desde el centro del centro, atrayendo y no creando rechazo, con argumentos y no con gritos. Quiere destapar así a quien coincide con Thomas de Quincey en que "una promesa es obligatoria en relación inversa al número de personas a quienes se hace".

Ya nos advirtió Thomas de Quincey, en su más que recomendable obra Del asesinato considerado como una de las bellas artes, de que "uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dará importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente". Gracias a este fino ejercicio de ironía y humor inglés, hasta resulta sencillo comprender que uno comience por depositar la gobernabilidad del Estado en las manos de un prófugo de la Justicia al que amnistías y conviertes en un mártir y termine por burlarse en el Congreso de los Diputados del ganador de las elecciones. Contraviniendo de paso las más mínimas normas de la cortesía parlamentaria.

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