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La cara de lunes del PSOE andaluz
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Fernando Matres

El Zaguán

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La cara de lunes del PSOE andaluz

Si la política fuera boxeo, el árbitro ya habría parado la pelea por inferioridad manifiesta: Juanma Moreno transmite que sabe a dónde va y Espadas tiene gesto de no creer lo que dice

Foto: El secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas. (EP/María José López)
El secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas. (EP/María José López)
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Cualquiera tendría la tentación de arrancar diciendo que el boxeo es una metáfora de la vida, si no fuera porque los tópicos son como la aluminosis para los artículos. Mucho más dañinos para el periodismo que las fake news. Se empieza alimentando bulos y se termina poniendo una coma entre el sujeto y el predicado o publicando cartas a la ciudadanía con un estilo que haría sonrojar a un ejercicio de redacción de Primaria, tipo "¿qué hice ayer?".

Solventado, pues, ese instinto por la vía del sentido común, acudamos a los clásicos. Si el genial José Luis Alvite dejó escrito que "la literatura y el boxeo en realidad solo son maneras distintas de escupir", también podríamos convenir que la política, a su manera, es como un ring. No en vano, el maestro Manuel Alcántara sostenía que había conocido más gente sonada de la política que del boxeo. Y recordaba que, cuando le preguntaron a Jack Dempsey qué había que tener para ser campeón del mundo, el peso pesado contestó con una simple palabra que valía por todo un tratado: "Hambre".

El apetito físico siempre es una motivación, pues ya sabemos desde los tiempos de El Espartero que da más cornás que un Miura, por más que el torero sevillano se dejara la vida en los pitones de uno. Aunque no siempre es necesario. Hay otra clase de hambre, la emocional, que también impulsa a perseguir el objetivo, ya sea el reconocimiento público, la vocación de servicio, la ambición o la sana intención de forrarse. Lo importante es saber lo que se quiere y mantener cada mañana el deseo irrefrenable de conseguirlo.

Foto: María Jesús Montero y Juan Espadas, en un acto en Sevilla. (Europa Press / Francisco J. Olmo)

Precisamente lo que no se aprecia en la oposición a Juanma Moreno en Andalucía. De hecho, la similitud con el boxeo surge, nítida como una revelación, por la certeza de que, si la política andaluza fuera un combate, el árbitro hubiera parado la pelea hace tiempo por inferioridad manifiesta. La presentación por el PSOE de una iniciativa en el Parlamento para solicitar un código ético para el Gobierno andaluz y las críticas a su supuesto uso abusivo de los decretos leyes se asemejan a esos golpes arrítmicos que lanzan los púgiles que van perdiendo y no impactan jamás en el rival. Solo por si hay suerte y alguno hace daño, pero sin estrategia ni método.

El simple hecho de sostener que Juanma Moreno desprecia al Parlamento por haber aprobado 29 decretos en dos años parece una broma de mal gusto, cuando Pedro Sánchez roza los 150 en cinco años y es con diferencia el presidente del Gobierno que más veces ha recurrido a esta fórmula en la historia de la democracia española. Y hablar de la necesidad de un código ético con dos expresidentes de la Junta condenados por prevaricación hace preguntarnos cuándo prescribe la memoria, esa enemiga mortal del descanso, según Cervantes.

Con todo, estos dos hechos no serían más que anécdotas si no ejemplificaran el comportamiento habitual de Juan Espadas desde que cambió la Alcaldía de Sevilla por la oposición a Juanma Moreno. Afirma la vieja sentencia que no hay ningún viento favorable para aquel que no sabe a dónde va. Y parece estar creada para definir a este errático y débil PSOE andaluz. Igual ves a su líder en el Senado defendiendo la amnistía que encabezando el vídeo de apoyo al reflexivo Pedro Sánchez a ritmo de Quevedo, pero nunca da la sensación de ser capaz de leer por dónde transcurre la realidad de Andalucía para tratar de recuperar una confianza que su partido disfrutó durante casi 40 años.

"Podrán gustar más o menos sus ideas, pero Juanma Moreno siempre da la impresión de saber a dónde va"

Ya sea recurriendo ante el Constitucional el Decreto de Simplificación de la Junta de Andalucía, criticando las evidentes carencias en la sanidad pública o reclamando la puesta en marcha de la tasa turística, Espadas siempre tiene cara de estar de lunes y gesto de no creer en lo que dice. Como el adolescente que improvisa una torpe excusa ante sus padres al ser pillado en un renuncio.

Podrán gustar más o menos sus ideas, pero Juanma Moreno siempre da la impresión de saber a dónde va. O, al menos, a dónde le gustaría ir. Por eso vive en la placidez absoluta, que no es tan achacable a la mayoría absoluta como a la ausencia de una alternativa, porque en su primer mandato la sensación era la misma.

La calma total en la que navega el presidente andaluz es la antítesis del día a día de Pedro Sánchez, aunque a pesar de todo este también transmite que, si bien no tiene trazado el itinerario, al menos tiene grabado a fuego el destino final. A base de funambulismo político, giros inesperados de guion y dondedijedigo, siempre aparenta llevar la iniciativa. Uno se desliza por una balsa de aceite y el otro surfea en el fango, pero ambos siempre juegan con blancas.

"La calma total en la que navega el presidente andaluz es la antítesis del día a día de Pedro Sánchez"

Hasta Antonio Muñoz, el sucesor de Espadas en el Ayuntamiento de Sevilla, transmite que tiene claro su objetivo. Ni siquiera duda a la hora de salvar al alcalde del PP para que apruebe unas modificaciones presupuestarias necesarias, por responsabilidad y lealtad institucional, ante unas cuentas prorrogadas por falta de apoyos.

Retomando el símil pugilístico, Espadas recuerda al boxeador del viejo chiste que empezó a recibir golpes y más golpes desde la campana inicial y, sentado en su esquina agotado en una pausa entre asaltos, con los párpados hinchados y la nariz sangrante, le preguntó a su entrenador "¿cómo voy?". Y este, sin dejar de agitar la toalla para refrescarle con un poco de aire, le contestó "si lo matas, empatas".

Cualquiera tendría la tentación de arrancar diciendo que el boxeo es una metáfora de la vida, si no fuera porque los tópicos son como la aluminosis para los artículos. Mucho más dañinos para el periodismo que las fake news. Se empieza alimentando bulos y se termina poniendo una coma entre el sujeto y el predicado o publicando cartas a la ciudadanía con un estilo que haría sonrojar a un ejercicio de redacción de Primaria, tipo "¿qué hice ayer?".

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