El Zaguán
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Las crisis son para el verano
Juanma Moreno apuntala su Gobierno para lo que viene, pero debe saber que Dios está en los detalles; Juan Espadas no tendrá opciones como alternativa si se traga el sapo del pacto fiscal con Cataluña
Agosto es como diciembre, pero con más días de descanso, los termómetros desbocados por arriba en lugar de por abajo y reguetones pegadizos como el calor húmedo martilleando nuestros tímpanos en vez de exasperantes villancicos. Un momento de pausa. Un tiempo ideal para detenerse, pensar y volver a empezar. Un reseteo mental y físico. Las ansiadas vacaciones no deberían servir para desconectar, sino para reconectar. Como cuando pasas la última página de un capítulo de una apasionante lectura de verano, deseando darle la vuelta para comenzar el siguiente.
El cierre de eso que convenimos en llamar “el curso político” llega en Andalucía con una crisis de Gobierno (sus protagonistas prefieren llamarla oportunidad, aferrándose al falso mito del término en chino), la enésima vuelta de tuerca al caso de los ERE y la financiación autonómica y los agravios con Cataluña tras el acuerdo PSOE-ERC como grandes candidatos a temas estrella de la canción del verano en los argumentarios.
“Tenéis todo el mes de agosto para estudiar y empezar el mes de septiembre con el reto de saber cada uno cuáles son los objetivos y vuestra hoja de ruta, que tiene que estar clarísimamente marcada”, encargó Juanma Moreno a sus consejeros en el acto de toma de posesión de las nuevas incorporaciones. Como el profesor que fija en el último día de clase las tareas que hay que repasar y quiénes tienen que ir a recuperación.
La remodelación del equipo de Juanma Moreno evidencia que pretende poner orden en Salud y Educación, dos materias que le están dando muchos quebraderos de cabeza y además son muy sensibles porque afectan de manera directa a casi cualquier persona. Que refuerza la figura de Carolina España como némesis de María Jesús Montero, nombrándola portavoz como mensaje de un perfil más duro para el encarnizado debate de la financiación. Y con el regreso de Patricia del Pozo a Cultura le concede atención a un sector muy ruidoso y combativo que se sentía algo menospreciado. Es decir, apuntalar el Gobierno para que lo que viene y corregir los errores de su configuración inicial.
La decisión, no obstante, ofrece algunos interrogantes. Los nombramientos de la pediatra Rocío Hernández y la inspectora educativa Carmen Castillo suponen una apuesta por el conocimiento sobre el terreno de la sanidad y la enseñanza que transmite el mensaje a los andaluces de que hay expertas al frente de ellas. Pero eso no implica que vayan a saber gestionar. La combinación perfecta es que las soluciones las aporten las técnicas y las ejecuten las políticas.
Y que la consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos asuma también la portavocía del Gobierno no solo le resta tiempo y esfuerzos para sus enormes responsabilidades, sino que además condiciona un perfil más especializado y agresivo. ¿Por qué no confiar la labor de comunicar en un profesional de la comunicación cuando además hay buenos ejemplos recientes en ese puesto?
Flaubert escribió que “Dios está en los detalles” y nunca hay que olvidarlo. Las formas a veces son tan importantes como el fondo y bien haría Juanma Moreno en distanciarse de tics tan habituales como perjudiciales. Informar de una remodelación de Gobierno en una comparecencia sin preguntas no es comprensible.
Pero este examen de conciencia y propósito de enmienda no debe alcanzar solo a los miembros del Gobierno andaluz, que la oposición también necesita mejorar en muchas asignaturas. Para empezar, tiene un Miura saliendo por la puerta de chiqueros con el pacto fiscal en Cataluña. Asumir la ruptura de la solidaridad entre los territorios a cambio del apoyo de ERC para la investidura de Salvador Illa es complicado como líder de los socialistas andaluces. Hacerlo además como portavoz en el Senado dejaría a Juan Espadas en una situación aún más delicada si cabe. No tendrá opción alguna si se traga este sapo sin más.
Va a necesitar mucho más que ese “no voy a permitir agravios ni privilegios” de manual que ha esbozado hasta ahora para tener el respeto de los andaluces como alternativa de Gobierno. Por su trayectoria ya tenemos asumido que no va a seguir el camino de sus compañeros Emiliano García Page o Javier Lambán, pero ni siquiera ha alzado un poco la voz ni se ha salido un milímetro de la senda marcada. Es que ni una mínima desavenencia, aunque sea pactada con Pedro Sánchez por motivos estratégicos territoriales, como una de las peleas en broma de Juanito Valderrama y Dolores Abril.
Si a Espadas su postura le condiciona enormemente para disputarle la presidencia con garantías a Juanma Moreno, lo que firma directamente el acta de defunción de las opciones de María Jesús Montero para ser la nueva candidata es que cuando era consejera de la Hacienda andaluza reclamara justo lo contrario de lo que ahora aplaude como Ministra.
Un mes de agosto pues para el descanso, aunque también para la reflexión. Porque si las crisis, como las bicicletas, son para el verano, los aprobados son para la primavera, como afirmaba en la obra de Fernando Fernán-Gómez el personaje de Don Luis. Al fin y al cabo, como sentenciaba su hijo, “todo es política, papá”.
Agosto es como diciembre, pero con más días de descanso, los termómetros desbocados por arriba en lugar de por abajo y reguetones pegadizos como el calor húmedo martilleando nuestros tímpanos en vez de exasperantes villancicos. Un momento de pausa. Un tiempo ideal para detenerse, pensar y volver a empezar. Un reseteo mental y físico. Las ansiadas vacaciones no deberían servir para desconectar, sino para reconectar. Como cuando pasas la última página de un capítulo de una apasionante lectura de verano, deseando darle la vuelta para comenzar el siguiente.
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