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La gota, la roca y María Jesús Montero
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Fernando Matres

El Zaguán

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La gota, la roca y María Jesús Montero

Una candidata multitarea que hace oposición solo los fines de semana no parece lo mejor para desbancar a un presidente con mayoría absoluta

Foto: Montero interviene en la entrega del premio Clara Campoamor. (Europa Press/Rocío Ruiz)
Montero interviene en la entrega del premio Clara Campoamor. (Europa Press/Rocío Ruiz)
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El ímpetu es necesario, pero la constancia es imprescindible. Los coaches de tres al cuarto, especialistas en charlas presuntamente motivacionales, te insisten en que el más largo de los viajes comienza siempre con un solo paso, aunque se les olvida recordar, por algo será, que para llegar al destino hay que caminar todos los días sin descanso. Para que una lámpara esté siempre encendida, no debemos dejar de ponerle aceite, por expresarlo en palabras de la Madre Teresa de Calcuta. La ilusión es consustancial a los comienzos, el secreto del éxito está en conservarla con el paso del tiempo. Como diría una artista con trienios, lo difícil no es llegar, sino mantenerse.

Esta reflexión vale tanto para la vida como para la política, que es como la vida, pero menos amable, menos humana y más rara. Y surge al hilo del efervescente regreso de María Jesús Montero a la política andaluza. Su designación como secretaria general del PSOE de Andalucía ha sido tan vertiginosa y vehemente como su propia manera de expresarse. Su irrupción ha actuado como una inyección de epinefrina para un partido que apenas mostraba síntomas vitales.

Por ahora ha conseguido reactivar a los fieles, contraprogramar y marcar la agenda al Gobierno de Juanma Moreno, al que ha obligado a adaptar su estrategia e incluso a cambiar de día los Consejos de Gobierno, de los martes a los miércoles para no coincidir con los Consejos de Ministros y poder reaccionar con margen a sus acuerdos. Lo ha forzado a salir de la comodidad de esa oposición ineficaz de Juan Espadas y a asumir que el terreno de juego ha cambiado. Para bien o para mal, ya se verá, pero es otra cosa.

Foto: Juanma Moreno, junto a María Jesús Montero y Óscar López en un acto en Málaga. (EFE / Álvaro Cabrera)

La llegada de Montero ha logrado despertar a los propios, aunque para recuperar el Gobierno necesitará mucho más que eso, convencer a buena parte de los ajenos. Y esa tarea requiere muchos más esfuerzos y una dedicación continua y constante que hasta la fecha no parece real. De lo contrario, corre el serio riesgo de quedarse en un efecto champagne en el que la espuma derramada con fuerza en el inicio ya no servirá para poder celebrar un triunfo electoral.

Andalucía es muy grande, la segunda comunidad más extensa de España; el PSOE tiene mucho trabajo por delante para aspirar siquiera a recuperar el poder y el hecho de no poder confrontar directamente con Juanma Moreno al no tener escaño en el Parlamento andaluz es un hándicap importante. Todos estos motivos, y otros tantos más, demuestran que el de candidata a la Presidencia de la Junta de Andalucía debe ser un trabajo a tiempo completo, y no parcial.

Foto: Felipe González, en la asamblea de la Asociación Valenciana de Empresarios. (EFE/Ana Escobar)

Al margen de que, por responsabilidad institucional y hasta por cuestiones estéticas, no parece lo más adecuado compatibilizarlo con el de Vicepresidenta del Gobierno y Ministra de Hacienda. “Quien está sentado en la caja no puede estar repartiendo y ser candidato”, ha dicho Felipe González, el político anteriormente considerado por “los suyos” como socialista. El PP ha pedido su dimisión por no considerar serio este pluriempleo, aunque más bien con la boca pequeña porque estratégicamente le interesa este desgaste. Total, con los recursos del Gobierno y la información privilegiada del Consejo de Ministros iba a seguir contando, pero además estaría centrada únicamente en la tarea de desgastar a Juanma Moreno.

Está claro, no obstante, que va a apurar esta situación todo el tiempo que le sea posible. Fue la misma fórmula empleada por otros compañeros que abandonaron sus carteras ministeriales para dedicarse a otros menesteres, como Salvador Illa, Teresa Ribera, Reyes Maroto o Carolina Darias. Y será el mismo ejemplo que sigan Pilar Alegría, Óscar López o Diana Morant.

Vista su capacidad para la supervivencia hasta en las peores circunstancias y su habilidad para sortear endiablados match balls, parece arriesgado decir que Pedro Sánchez se equivoca con su estrategia, pero una candidata multitarea que hace oposición solo los fines de semana no parece el camino más adecuado para desbancar a un presidente asentadísimo y con mayoría absoluta. La distancia y la hemeroteca son sus talones de Aquiles. Decía Antonio Gala que “los buenos Gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen” y por el momento en la voluntad de gran parte de los andaluces pesa más el gramo de hacer de Juanma Moreno que el kilo de decir de María Jesús Montero.

Foto: Montero, durante su intervención el pasado lunes para anunciar que el Estado expropiará la parte que le corresponde de la parcela del Algarrobico. (EP/Marian León) Opinión
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Disculpas anticipadas por la autocita, pero prefiero recordar una reflexión ya expresada que embarcarme en una nueva que me temo no será tan atinada. En el libro Lo que dice el político y lo que la gente entiende, que firmo junto a Santiago Martínez-Vares, Curro Pérez y Santi Gigliotti, se apunta sobre la labor de oposición: “Cuando estás intentando acometer la difícil tarea de derrotar a un Gobierno, hay que armarse de paciencia y de valor para una guerra a largo plazo, librada en una batalla diaria. (…) Cuando eres oposición, no solo debes de atacar y atacar, porque perderás credibilidad, sino que también tienes que construir una alternativa en la que quepan todas las sensibilidades posibles, en las que el miedo por tu llegada al poder no sea un arma creíble para tu contrincante. Existe una manera de confrontar sin confrontar, de hacer oposición de una manera elegante y fructífera. Se llama contraponer. Contraponer es confrontar sin decirlo, dar una batalla constructiva. No es hacer siempre lo contrario que haga el rival al que se quiere batir, sino hacer lo diferente, resaltar en sus puntos negativos lo positivo que nosotros poseemos. Es decir, señalar sus puntos débiles con nuestras acciones más que con nuestras palabras”.

“La gota horada la roca, no por su fuerza, sino por su constancia”, dejó escrito Ovidio. Esto no es un huevo que se echa a freír, sino un guiso que se cocina a fuego lento, con cariño y dedicación, que diría mi madre.

El ímpetu es necesario, pero la constancia es imprescindible. Los coaches de tres al cuarto, especialistas en charlas presuntamente motivacionales, te insisten en que el más largo de los viajes comienza siempre con un solo paso, aunque se les olvida recordar, por algo será, que para llegar al destino hay que caminar todos los días sin descanso. Para que una lámpara esté siempre encendida, no debemos dejar de ponerle aceite, por expresarlo en palabras de la Madre Teresa de Calcuta. La ilusión es consustancial a los comienzos, el secreto del éxito está en conservarla con el paso del tiempo. Como diría una artista con trienios, lo difícil no es llegar, sino mantenerse.

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