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Fernando Matres

El Zaguán

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Sevilla, qué compromiso

La Cumbre de la ONU ha sido un "acontecimiento histórico planetario" o una cita diplomática de Tercera División, según a quien se escuche

Foto: Pedro Sánchez participa en una mesa redonda de la Cumbre de la ONU. (Europa Press/Rocío Ruz)
Pedro Sánchez participa en una mesa redonda de la Cumbre de la ONU. (Europa Press/Rocío Ruz)
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Dejó dicho Chesterton que el optimista piensa bien de todo el mundo excepto del pesimista, mientras que el pesimista piensa mal de todo, excepto de sí mismo. Y lo hemos comprobado de nuevo con la celebración de la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas en Sevilla. Porque no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos, ni organizar una cumbre internacional sin generar molestias. Y depende de a quién se escuche, lo sucedido durante esta semana se parece más a un evento internacional de primer nivel, casi como un "acontecimiento histórico planetario", Leire Pajín dixit, ahora que están de moda los secretarios de organización del PSOE, o a una cita diplomática de Tercera División.

El legado de estos días de reuniones ha sido la aprobación por consenso de un documento que, en resumidas cuentas, contempla más financiación para el desarrollo de los países del Sur Global, impulsa la solidaridad entre Estados, apuesta por el multilateralismo y financia la lucha contra la emergencia climática. Esta declaración de intenciones colectiva, que es más una promesa que un contrato al no tener carácter vinculante, recibe el nombre de Compromiso de Sevilla.

El término compromiso cuenta con hasta ocho acepciones en su entrada del Diccionario de la Lengua Española y varias de ellas se han visto reflejadas en todo lo que ha rodeado a la cita de la ONU. Así, esos puntos firmados por los países participantes pueden identificarse con los apartados uno (obligación contraída), dos (palabra dada), tres (acuerdo pactado entre distintas partes) y ocho (escritura o instrumento en que las partes otorgan un compromiso). Es decir, un listado de buenos propósitos como los realizados tras las anteriores cumbres de Monterrey, Doha y Addis Abeba, que siempre son más fáciles de rubricar que de cumplir.

Ocurre que la acepción número cinco es la de "dificultad, embarazo, empeño", o sea, estar o verse en un compromiso, y así se ha sentido también Pedro Sánchez en algún momento, por más que este tipo de foros le permitan mostrar su perfil internacional, en el que se desenvuelve con mucha soltura, y no ya olvidar, porque es imposible, pero al menos aparcar su complicadísima situación interna. Esos instantes desagradables los ha vivido al tener que responder sobre la entrada en prisión de Santos Cerdán en lugar de hablar solo del papel de España en esta Cumbre o al soportar algún que otro insulto pese a las estrictas medidas de seguridad. La viva imagen de esta incomodidad fue esa escena en la entrada a la cena en el Palacio de las Dueñas, cuando desechó ante la responsable de Protocolo que se realizara una foto de familia. Para fotos estoy yo ahora, debió pensar en su interior.

Foto: Felipe Vi, Úrsula von der Leyen y Pedro Sánchez. (EFE)

Este bochorno, al contemplar cada capítulo del serial del informe de la UCO sobre las andanzas de las dos personas a las que Pedro Sánchez confió las llaves del partido, entronca con otro significado de la palabra compromiso, concretamente el cuarto, "promesa de matrimonio". Como la que le hicieron sus socios de Gobierno e investidura, un juramento que ahora se ven obligados a revisar, o al menos a buscar excusas para justificar por qué no lo hacen.

Pero volvamos a ese pesimismo esbozado al inicio, porque los sevillanos conforman un colectivo tan peculiar que son capaces casi al mismo tiempo de pecar de egocentrismo para defender ante cualquier foráneo que Sevilla es lo mejor del mundo y de tirar por tierra lo propio cuando hablan de puertas para dentro por un exceso de provincianismo. Así, no ha faltado quien ha menospreciado la Cumbre por la ausencia de dirigentes de primer nivel, a pesar de que es la primera vez que se celebra una Conferencia de Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas en Europa. O quien el único comentario que le ha despertado es que cómo se ocurre organizar algo así ahora, con el calor que hace.

Foto: El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, su mujer, Begoña Gómez y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en Palacio de las Dueñas. (EFE/Pool/JuanJo Martín) Opinión

Aunque sin duda la reacción más sorprendente es de quien obvia un acontecimiento que lleva el nombre de Sevilla a la actualidad informativa de todo el mundo y supone un impacto económico de 20 millones de euros tan solo para quejarse de los problemas para desplazarse debido a los atascos y cortes de calles obligados por las medidas de seguridad. Precisamente en una ciudad en la que durante dos semanas cada año (Semana Santa y Feria), buena parte de sus vecinos sufren un verdadero calvario para entrar o salir de sus casas.

Aunque el triple salto mortal de la ironía a la hora de criticarlo ha dado el portavoz municipal del PSOE, Antonio Muñoz, un gestor eficiente y político sensato, que en esta ocasión se ha debido dejar contagiar por el mismo espíritu de la falta de lealtad institucional que demostró el Gobierno no invitando al presidente de la Junta de Andalucía ni al alcalde de Sevilla a la cena ofrecida en Dueñas. Culpar de los problemas de tráfico al alcalde "por no haber hecho los deberes", cuando todo el dispositivo de seguridad lo planifica y coordina el Ministerio del Interior, como es lógico, y además ordenó el corte total de una avenida principal la noche antes cuando no estaba previsto es de un ventajismo sin igual. Como si te aviso dos horas antes de que tienes que dar de cenar a 500 invitados y luego me quejo del menú.

Dejó dicho Chesterton que el optimista piensa bien de todo el mundo excepto del pesimista, mientras que el pesimista piensa mal de todo, excepto de sí mismo. Y lo hemos comprobado de nuevo con la celebración de la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas en Sevilla. Porque no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos, ni organizar una cumbre internacional sin generar molestias. Y depende de a quién se escuche, lo sucedido durante esta semana se parece más a un evento internacional de primer nivel, casi como un "acontecimiento histórico planetario", Leire Pajín dixit, ahora que están de moda los secretarios de organización del PSOE, o a una cita diplomática de Tercera División.

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