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María José Caldero

Los lirios de Astarté

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Retrato de primavera

Es fácil caer en el tópico de mantener que Andalucía parece creada para la primavera, aunque es innegable que el equipaje que la nueva estación trae consigo nos queda como un guante y sin necesidad de dietas hipocalóricas

Foto: Jesús del Gran Poder en la Semana Santa de Sevilla. (EFE/Julio Muñoz)
Jesús del Gran Poder en la Semana Santa de Sevilla. (EFE/Julio Muñoz)

Hace días que está presente en la calle, mucho antes de su presentación oficial en los medios y en los calendarios. Ha llegado quitando ropa de cama, colgando abrigos a mediodía, disparando la venta de antihistamínicos y perfumando el aire de azahar allí donde las aceras llevan escoltas de naranjos.

Es fácil caer en el tópico de mantener que Andalucía parece creada para la primavera, aunque es innegable que el equipaje que la nueva estación trae consigo nos queda como un guante y sin necesidad de dietas hipocalóricas.

Foto: La imagen llevada en andas de Jesús del Gran Poder pasa ante las Setas de la Encarnación durante su recorrido de diez horas y casi siete kilómetros por las calles de Sevilla. (EFE/Julio Muñoz)

En ocho días comienza la Semana Santa litúrgica, aunque la cera ya habrá empezado a cubrir adoquines y asfalto días antes. El precio de las habitaciones de hotel crece de manera proporcional al de una botella de agua en el kilómetro cero de cualquier ciudad andaluza en la que poder vivir “la experiencia única del Sur”.

La gente está derramada en la calle.

Sangría, helados, churros con chocolate, camisetas sin mangas a la hora del desayuno, historias e historietas del arte para turistas que pierden el hilo cronológico de la dinastía de los Austrias, selfies monumentales, despedidas de solteros y solteras con poco gusto y menos gracia. La elegancia es un valor en desuso.

Son estampas de una primavera recién desempaquetada, con la lozanía de quien no necesita más que la cara lavada y un lip gloss para salir guapa en la foto. En el reparto desigual de meses estacionales, nos toca solo la pedrea en cuanto a la primavera se refiere. Hermosa pero breve, fugaz, confiamos en que traiga en el equipaje de mano algunas bajas presiones que garanticen lluvia a una tierra deshidratada y el renacer de los jardines andaluces.

En Andalucía, la cultura del jardín está asociada a la tradición hispanomusulmana de huertas y almunias que se ha mantenido durante siglos al servicio de nuestro propio goce sensitivo y espiritual.

Foto: Ambiente agradable y soleado en Sevilla el pasado 12 de marzo. (EFE/David Arjona)

Hay jardines con historia y jardines históricos. Por ellos se pasea reverberando toda la luz esta primavera en carne viva.

El jardín de la Casa del Rey Moro de Ronda forma parte de un espectacular conjunto monumental levantado en la Cuesta de Santo Domingo junto a una casa neomudéjar y una mina de agua del siglo XIV, cuyo descubrimiento por las tropas cristianas que asediaban la ciudad fue fundamental para la rendición de la misma. El jardín fue proyectado en 1912 por un viejo conocido de los parques andaluces, Jean Nicolás Forestier, quien diseña un jardín de influencia hispanomusulmana con elementos del jardín francés, dispuesto en tres terrazas comunicadas por escalinatas, fuentes y miradores al imponente Tajo, integrando el paisaje a un conjunto extraordinario, de esos que mutan en recuerdo indeleble para quien lo visita.

placeholder Dos turistas visitando uno de los doce patios del Palacio de Viana de Córdoba. (EFE/Salas)
Dos turistas visitando uno de los doce patios del Palacio de Viana de Córdoba. (EFE/Salas)

Esa huella en el álbum de fotos de la memoria me lleva al árbol donde meditaba y escribía San Juan de la Cruz siendo prior del convento de los Carmelitas en el Carmen de los Mártires, un lugar que algunas fuentes sitúan como escenario de torturas a esclavos cristianos y que atravesó Boabdil tras la rendición ante Isabel y Fernando. Con la exclaustración de 1835 se perdió gran parte de los monumentos históricos que atesoraba tan célebre lugar. Posteriormente, se construyeron jardines románticos con influencias francesas e inglesas, aunque la transformación definitiva vendría de la mano del belga Hubert Meermars, curioso y acaudalado personaje que dispondría un lago romántico con una isla en el centro, diseñaría avenidas flanqueadas por estatuas al más puro estilo versallesco, laberintos de mirto y jardines de tradición andalusí.

La misma tradición que tiende puentes hacia el jardín del Palacio de Viana en Córdoba. Un jardín de crucero de diseño barroco e inspiración francesa que conforma un laberinto con dieciséis parterres de boj que suman más de doscientos años y rosales a modo de pinceladas impresionistas. Lo andalusí vive en el sistema de riego a pie y en el cultivo de cítricos: el pomelo, el mandarino o el limonero.

El azahar ha florecido en el huerto que Machado sembró en la memoria de su infancia eterna de días azules en el jardín del limonero del Palacio de las Dueñas.

placeholder Interior del Palacio de las Dueñas de Sevilla. (EFE/Jose Manuel Vidal)
Interior del Palacio de las Dueñas de Sevilla. (EFE/Jose Manuel Vidal)

Sigo las pistas de azahares deshojados en la orilla de las calles que me llevan a los antiguos jardines de la taifa sevillana, mi jardín de todos los paraísos habidos y soñados. Cruceros almohades con jazmines, buganvillas, damas de noche, árboles de Júpiter; Jardines de la Danza, de Troya, de las Flores, de la Galera, de los Poetas o de las Damas son solo algunas sedes de este edén salpicado de magnolios, palmeras, ceibas, cipreses, granados, hiedras, yucas y un sinfín de especies con sobrenombres que parecen extraídos de relatos infantiles: orejas de elefante, palo borracho, uña de gato y costilla de Adán, que conforman una biblia de la jardinería.

Allí me dejo acariciar por la brisa que gambetea entre los melocotoneros, dicen que plantados por los alarifes musulmanes que trabajaban para Pedro I en el Real Alcázar. Floridos en esta primavera que cumple siglos a base de marzos y abriles, la espesura blanca de sus flores debía recordarles el paisaje nevado de Granada.

Jardines con historias que renacen en un nuevo ciclo.

Una primavera que acude puntual a nuestra cita en las calles, hermosa y breve, como el beso de las primeras veces.

Es demasiado bonita para hacerla esperar.

Hace días que está presente en la calle, mucho antes de su presentación oficial en los medios y en los calendarios. Ha llegado quitando ropa de cama, colgando abrigos a mediodía, disparando la venta de antihistamínicos y perfumando el aire de azahar allí donde las aceras llevan escoltas de naranjos.

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