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Aníbal y el regionalismo, sin complejos
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María José Caldero

Los lirios de Astarté

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Aníbal y el regionalismo, sin complejos

Al arquitecto Aníbal González se le relegó, se le apartó de su creación y Aníbal, coherente con sus ideas, dimitió. Por dignidad y por solidaridad. Hoy, fundido en bronce, contempla su obra entre taquillas de venta de entradas

Foto: Aníbal González fue el arquitecto que proyectó la Plaza de España de Sevilla. (EFE/David Arjona)
Aníbal González fue el arquitecto que proyectó la Plaza de España de Sevilla. (EFE/David Arjona)
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La cola del concierto alcanza la glorieta de San Diego. Cuatro chicas sentadas en sillas de playa apoyan sus bolsas y bolsos en la Fuente de Hispania, ajenas al mensaje y simbolismo que encierra un lugar que daba la bienvenida a los visitantes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Hispania y el poder de un imperio que dominó el mundo, y Sevilla, su ciudad capitana.

En cinco años se cumplirá un siglo de un acontecimiento, la exposición del 29, que supuso la primera revolución urbanística en la ciudad hispalense en el siglo XX, una ciudad que hasta entonces vivía en el subdesarrollo, con la segunda tasa de mortalidad más alta del mundo, una ciudad que había fracasado en el proceso de industrialización del siglo XIX y que arrastraba importantes deficiencias en las redes de saneamiento, luz, pavimentado, etc.

En este contexto surge la figura de un personaje que será trascendental para la configuración del paisaje sentimental de la ciudad que hoy vemos quienes vivimos en ella y los que vienen a conocerla, incluso aquellos que, por ignorancia e insensibilidad, convierten una fuente en la barra de un bar.

El pasado mes de noviembre se estrenaba Anibal. El arquitecto de Sevilla, una película documental dirigida por Paco Ortiz que repasa la vida y la obra del arquitecto sevillano Aníbal González (1876-1929) y que cuenta con la participación de voces autorizadas como las de Amparo Graciani, Carlos Colón o Víctor Pérez Escolano. En el documental, protagonizado por el actor y arquitecto Nacho Bravo que encarna al personaje de Aníbal, se reivindica la importancia de su legado y, voy más allá, la dignificación de un estilo arquitectónico que, en demasiadas ocasiones, se ha menospreciado e infravalorado frente a corrientes como el Modernismo, con una mayor validación artística.

"Aníbal González sabía que lo que iba a hacer en aquella exposición de la que fue nombrado director artístico iba a gustar a los sevillanos"

Pero ambos estilos no son contrapuestos, sino que comparten un mismo carácter emotivo, sensitivo, estético y ornamental, solo que interpretado con distintos lenguajes. Como se argumenta en el imprescindible manual del profesor Alberto Villar Movellán Arquitectura del Regionalismo en Sevilla (1900-1935), “el regionalismo no pretende tipificar los estilos históricos, sino extraer de ellos las enseñanzas para hacer algo nuevo, aunque firmemente enraizado en la tradición”.

Hoy día, hablar de tradición provoca sarpullidos en quienes todo lo reducen a postulados ideológicos, sin entender contextos históricos y artísticos. Por otro lado, tampoco podemos quedarnos anclados en un estilo que nos devuelve la grandeza de tiempos pasados porque, afortunadamente, todo evoluciona y debemos aprender a aceptar nuevos lenguajes artísticos, siempre que la integración en el espacio urbano se haga de forma sensible y respetuosa.

Aníbal González sabía que lo que iba a hacer en aquella exposición de la que fue nombrado director artístico iba a gustar a los sevillanos. Tuvo la sensibilidad, la maestría y la intuición suficientes para saber combinar las piezas del pasado histórico (desde el arte islámico hasta el barroco) con los materiales de la artesanía local (ladrillo tallado, forja, cerámica, etc.) creando un lenguaje artístico que vino a reinterpretar la ciudad y con el que entonces todos se sintieron identificados y que hoy debe ser reivindicado con la dignidad que merece.

Pero la huella de Aníbal va más allá de la semielipse que traza la imponente Plaza de España. Sus obras, más de un centenar en el prolífico currículum de un trabajador nato, se reparten entre la provincia de Sevilla, como la Casa de las Salinas o la Hacienda San Jose de Castilleja de la Cuesta; Aracena, destino de sus veranos, en el que dejó una marcada huella con obras modernistas como el Casino de Arias Montano, el lavadero público o la antesala de la Gruta de las Maravillas; el elegante edificio del Gallo Azul en Jerez de la Frontera; la casa Enríquez Barrios en la Plaza de las Tendillas de Córdoba; la casa de los Serrailler en Antequera y, así, hasta salir del perímetro de la geografía andaluza para llegar hasta Madrid donde, por mediación de su primo Torcuato Luca de Tena, diseñó uno de los tres edificios que conforman el actual centro comercial de ABC entre la calle Serrano y el paseo de la Castellana.

La obra de un genio nacido en el seno de una familia humilde, un muchacho con extraordinarias dotes para el dibujo que estudió en la Escuela de Arquitectura de la capital madrileña, terminando como número uno de su promoción, gracias al esfuerzo económico de su familia y al empeño de una madre que quería ver a su hijo convertido en un señor arquitecto.

De precoz alopecia y apariencia frágil, Aníbal entregó los mejores años de su corta vida al proyecto que marcaría su destino y nos marcaría a todos los que seguimos queriendo abarcar con un solo golpe de vista la inmensidad de la plaza que abraza hacia el oeste las tierras que se encuentran al otro lado del Atlántico. Una plaza con perfiles que se recorta icónica, no fest, en el skyline de la ciudad. A Anibal se le relegó, se le apartó de su creación y Aníbal, coherente con sus ideas, dimitió. Por dignidad y por solidaridad.

Entorno paisajístico

Hoy, fundido en bronce, contempla su obra entre taquillas de venta de entradas y puestos de merchandising. Un escenario mastodóntico se sitúa tras la fuente que colocó Vicente Traver, alterando el diseño original que Aníbal había concebido como una pista para ser disfrutada y paseada por el público. Hoy quieren ponerle precio para preservarla, yo abogo por la seguridad policial. Aníbal supo comunicar aquel espacio con el entorno paisajístico que, al mismo tiempo, diseñaba el prestigioso Forestier. Sensibilidad, respeto y seguridad. Valores en desuso en estos tiempos inciertos, pero absolutamente necesarios.

Todas las semanas transito por la galería porticada de la Plaza de España. Mis ojos van del ladrillo rojizo tallado a la cerámica vidriada que compone los escudos de las provincias representadas en sus característicos bancos. En el discurrir bajo el artesonado de madera, voy identificando los elementos del lenguaje creado por su autor para entenderlo y ser capaz de hacerlo entender a quienes vienen llamados por su belleza.

Anibal creó escuela y su legado se perpetúa en la influencia ejercida en otros maestros a reivindicar como José Espiau y Muñoz y Juan Talavera y Heredia. “Sevilla es la que es porque tú habitaste en ella”, son palabras de un nieto orgulloso de su abuelo y deben ser las de una ciudad orgullosa de uno de sus hijos más ilustres.

La cola del concierto alcanza la glorieta de San Diego. Cuatro chicas sentadas en sillas de playa apoyan sus bolsas y bolsos en la Fuente de Hispania, ajenas al mensaje y simbolismo que encierra un lugar que daba la bienvenida a los visitantes de la Exposición Iberoamericana de 1929. Hispania y el poder de un imperio que dominó el mundo, y Sevilla, su ciudad capitana.

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