Es noticia
Alemania, capital Barcelona
  1. España
  2. Ángulo Inverso
Álvaro Robles Cartes

Ángulo Inverso

Por

Alemania, capital Barcelona

La cerveza se tira en Cataluña solo regular y sin las socorridas mechas, sus mujeres se asemejan más a las  modelos de Julio Romero de Torres

La cerveza se tira en Cataluña solo regular y sin las socorridas mechas, sus mujeres se asemejan más a las  modelos de Julio Romero de Torres que a las de los maestros germánicos. Diferencias no faltan, pero si a pesar de ellas Mas compara a Cataluña con Alemania, celebrémoslo. La regla de tres sugerida por el president: Cataluña es a España como Alemania es a Europa” es  un símil valido y, sin reconocerse tuétano de las esencias  ibéricas,  no es mala declaración de patriotismo  para un nacionalista.

Aunque Cataluña hoy se parezca más a Francia, pues su influencia política en su entorno es mayor que la económica, si el esfuerzo fiscal solidario de la sociedad catalana con España a lo largo de más de cien años supera a las ayudas alemanas... ¿por qué nos cuesta tanto agradecerlo? Mejor hacerlo antes de que, como en el caso alemán, vengan los recortes.

A CIU le han sobrado 99 de los cien primeros días en la Generalitat para comprobar que el tripartito no solo había acabado con la caja y con el crédito. Como en un edificio de okupas a punto de desalojarse, los inquilinos se habían  pulido hasta los sanitarios.

El ajuste necesario para llegar al 1,3% de déficit ahora es brutal: 5.000 millones de euros al año, la dieta de adelgazamiento dictada por los endocrinos del Ministerio de Economia, para más inri de la misma tribu urbana que los okupas fiesteros, no se alcanzan con las croquetas y el cava de los gastos de protocolo, como en un principio se sugirió. Hay que cerrar quirófanos y despedir a profesores.

Con ayuda de Lakoff, de quien el influyente periodista de La Vanguardia Enric Juliana es entusiasta y diario embajador, Artur Mas ha trabajado en el marco conceptual adecuado. El presupuesto como  la dieta, no solo se equilibra con el consumo; los inputs son la mitad de la ecuación. El  PSC lo sabe y en la más trapacera tradición contable griega ha pedido al gobierno que contabilice como ingreso los 1.450 millones del fondo de competitividad  que se niega a pagar Madrid  para evitar ahorros por el mismo importe. El  plan CIU  es un poco más sofisticado. En apenas seis meses ha instalado el frame en la sociedad y en la prensa, y hasta Rajoy ha  accedido a estudiarlo. El  cogollo de la reivindicación nacionalista se resume hoy en un nuevo Pacto Fiscal. Quien necesite sus votos, ya lo sabe.    

Ha tardado años Cataluña en formular de modo tan aséptico una legítima aspiración, transformada ahora en necesidad. El concierto foral vasco, o su cupo impositivo, sonaban mal. Recordaban  al peor Ibarretxe y a sus planes estrafalarios para convertir Euskadi en Puerto Rico. Tampoco ha cuajado el tímido intento de acuñar "Deslealtad institucional" como rubro donde sumar los gastos imputados a Cataluña con origen en decisiones estatales. En esta ocasión, por cursi.  

El planteamiento simple y franco del nuevo Pacto Fiscal puede ir nutrido de buenas razones. El modelo actual  de financiación español es tan opaco que resultaría una sorpresa que fuera justo. Redefinir sus reglas podría permitir retener a Cataluña un par de miles de millones. Ahora bien, si Mas quiere convencer, debe dejar de competir con Oriol Pujol y con su padre, español del año de 1984, en declaraciones extemporáneas  y convencerse de que ser president de la Generalitat es, por ejemplo,  incompatible con la participación a titulo particular en votaciones ilegales.

La tarea merece construir complicidades y aislar la financiación justa del kit oficial de demandas nacionalistas, justo lo contrario de lo que se está haciendo. Ni el ángulo identitario, ni la obsesión por la negociación bilateral son el camino.

Cataluña es hoy la cuarta comunidad por renta per capita española. País Vasco y Navarra tienen su solución y es un acierto que Cataluña deje de estrellarse contra el muro constitucional reclamando su estatus.  Madrid, la comunidad autónoma económicamente más fuerte, la verdadera Alemania en el símil de Mas, ni siquiera tiene la garantía de inversiones estatales que blinda el Estatut a Cataluña  y es un aliado natural  bvio para tasar, acotar o siquiera auditar el destino de los fondos de solidaridad interregional. De Mas depende crear confianza y la complicidad necesaria para unir Madrid y Barcelona y trazar un autentico eje francoalemán que representando casi el 40% del PIB español y más de tres cuartas partes de sus mecanismos de solidaridad, pongan las cosas en razón. Cataluña puede liderar una vez mas la evolucion de la España autonómica.

Entretanto, las pequeñas provocaciones  y coqueteos secesionistas suenan solo a anestesia victimista para afrontar la severísima  liposucción a la que se enfrenta su administración. Anestesia... local.

Con la que cae en la pPenínsula, Portugal secuestrado, Cataluña financiándose a sus tasas preintervención  y España tomando al dictado la política  a seguir, el Catalunya  Decideix  recuerda a  Paul Newman presumiendo de llevar los pantalones en su matrimonio. "Yo decido las cosas importantes", venía a decir: nuestra posición ante los conflictos internacionales y la redacción de manifiestos... mi  mujer se ocupa de las minucias: cómo vivimos, la relación con los bancos, cuánto podemos gastarnos y en qué y el futuro de nuestros hijos.

Eso sí, Paul Newman, a diferencia del 21% del censo barcelonés que fue a votar el pasado 10 de abril,  solo bromeaba.

La cerveza se tira en Cataluña solo regular y sin las socorridas mechas, sus mujeres se asemejan más a las  modelos de Julio Romero de Torres que a las de los maestros germánicos. Diferencias no faltan, pero si a pesar de ellas Mas compara a Cataluña con Alemania, celebrémoslo. La regla de tres sugerida por el president: Cataluña es a España como Alemania es a Europa” es  un símil valido y, sin reconocerse tuétano de las esencias  ibéricas,  no es mala declaración de patriotismo  para un nacionalista.

Cataluña