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PSC: plomo en las zapatillas de Rubalcaba
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Álvaro Robles Cartes

Ángulo Inverso

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PSC: plomo en las zapatillas de Rubalcaba

El próximo 20-N el PSOE perderá una cuarta parte de su representación parlamentaria: entre 45 y 50 escaños. La fractura del bastión catalán contribuirá al descalabro socialista,

El próximo 20-N el PSOE perderá una cuarta parte de su representación parlamentaria: entre 45 y 50 escaños. La fractura del bastión catalán contribuirá al descalabro socialista, al hurtar a Rubalcaba hasta diez asientos en el Congreso. Y es que el PSC puede dejarse en el camino un 40% de de los 25 obtenidos hace cuatro años. 

El swinging vote, o voto cambiante, que normalmente no supera de una consulta a otra el 3% del electorado, rebasará el 10% en Cataluña.  El balance de Zapatero suena mejor de lo que realmente ha sido, pero da cierto juego al votante socialista testarudo: contribución  decisiva al riesgo de quiebra de España, pero en un mundo turbulento y con un aumento de los derechos sociales, irrupción in extremis en la historia de la mano de ETA, buenos modales siempre y un abandono de la escena virando a la ortodoxia sin haber perdido, ojo, unas elecciones.  

El votante acérrimo del PSC lo tiene más duro para empecinarse. El PSC con Montilla también arruinó Cataluña, pero no obtuvo un notable en ninguna de las asignaturas de su mandato, incluyendo las numerosas  marías de la política contemporánea, y tras ser expulsado hace un año de la Generalitat con una severísima derrota, tampoco ha fomentado ni ordenado ningún proceso de sucesión. Con los brazos caídos encara otro revolcón histórico. 

Ni fets ni paraules, ni ideas ni dimisiones. Hace tantos meses que el  partido remolonea en el diván del psicoanalista especulando sobre su  identidad que el enfermo parece haberse quedado dormido en el trance. El PSC ha heredado la vivacidad y el dinamismo del que sigue siendo su primer secretario, el de una tortuga centenaria, y bajo su caparazón  se resigna a otra escabechina electoral, renunciando a cualquier movimiento en espera de un Congreso sin fecha. Los cuatro palos del sombrajo del PSC amenazan con colapsar a un tiempo. A saber:

A) Rotura del vínculo urbano. Tras Maragall y el agotamiento generacional de la gauche divine, el PSC no conecta igual con la burguesía culta y pudiente de Barcelona. La prueba, la salida de  Hereu de la alcaldía.  

B) El desalojo de los capitanes chusqueros del área  metropolitana. Un  poder municipal hegemónico que representó Montilla mejor que nadie y que se evaporó en las municipales de 2011. 

C) El declive del otrora implacable aparato de la calle Nicaragua representado por Zaragoza, encargado de la disciplina y del mensaje. Hasta ayer había logrado revender una y otra vez el mensaje del doberman catalán por más años y menos dientes que tuviera el pobre bicho. Pero el "Si tú no vas, ellos vuelven" parece hoy mas una promesa electoral que la amenaza de un cataclismo

D) La falta de crédito del PSOE orgánico camuflado en Barcelona de PSC, como si, en efecto, se tratara de dos partidos. Una doblez que evidencia la partitura que ha interpretado su máxima representante, Carmen Chacón, entre efes catorce y vivas a España, a su Ejército y al Rey.

El 21 de noviembre el PSC afrontará también su reinvención programática. Con un discurso nacionalista confuso, estigmatizado por sus ex socios de gobierno, traicionado por el PSOE, está obligado a renovar personas pero también a pasar sus ideas por la ITV

El programa tampoco funciona, y eso que el sex appeal del PSC siempre fue una cuestión estética más que ideológica: una defensa de España sin banderas ni estridencias, mucho buenismo, una suave discrepancia de Madrid y un vago lenguaje federalista. Si CIU nunca se ha sonrojado por pedir el voto españolista en las ferias de Abril andaluzas,  tampoco el PSC el resto del año, interiorizando un discurso nacionalista interpretado por Montilla, Zaragoza o Iceta en el partido de Bono, Guerra, Peces Barba o Rodríguez Ibarra.  

Conocedor de que en Cataluña la política se hace sobre el eje Madrid-Barcelona, el PSC ensanchó como nadie el campo de discursos y sensibilidades y escondiendo la pelota, logró durante las ultimas décadas ser el en único antagonista de CIU en Cataluña, liderando la política catalana en Madrid... primero con los votos de González y, luego, con los de Zapatero. 

El 21 de noviembre el PSC afrontará también su reinvención programática. Solo y en dirección contraria en la defensa del gasto público improductivo, con un discurso nacionalista confuso, estigmatizado por sus ex socios de gobierno, traicionado por el PSOE y con el poder diezmado en las urnas, está obligado a renovar personas pero también a pasar sus ideas por la ITV. Ros, Navarro, Nadal, Chacón o quién sea tendrá la responsabilidad de insuflar una nueva alma al partido. 

20-N 

Perdido el monopolio de la legitimidad no nacionalista, la siega de votos populares en el territorio PSC, el área metropolitana y  Barcelona, va a ser histórica. CIU, por su parte, tiene problemas para capitalizar la recuperación de su papel institucional en el Gobierno de Cataluña; cumplir su programa puede impedirle ganar las próximas  elecciones. Hay gente que no entiende que aumenten las listas de espera en Sanidad mientras TV3 acumula canales y 300 millones anuales de pérdidas, pero llamarse a engaño a estas alturas resulta ingenuo o incoherente. Cataluña voto austeridad, pero también identidad, y con mayoría amplia, por cierto. ¿Quién va a pagar la construcción nacional, sino el ciudadano de a pie? Tal vez por eso los sondeos tienen descentrado a Durán, que ha despotricado hasta de la Iglesia, lo que debe ser el colmo para un democristiano.   

La dureza de los recortes de CIU y su prepotencia en el Gobierno, unida a una comunicación mejorable y a una campaña tranquila del PPC, mantienen la inercia de la tradición. Paradójicamente, los socialistas pueden aún disfrutar de una amarga victoria en las elecciones, tan triste como el ascenso de CIU, que podría quedar relegada a tercera fuerza política catalana. 

PSC, PP y CIU van a repartirse 43 de los 47 escaños en juego. Al PSC los sondeos le dan 15 e incluso 16 garantizados, pero aquí siempre hay voto oculto y si el Partido Popular hace una buena campaña no descarta acercarse a los 14-15, desbancando a CIU, que podría quedarse en 13. La campaña decidirá el orden final, pero parece que los votantes -además de ponérselo imposible a Rubalcaba- enriquecerán la estadística con un podium electoral inédito en Cataluña.

* Álvaro Robles Cartes es consultor de comunicación.

El próximo 20-N el PSOE perderá una cuarta parte de su representación parlamentaria: entre 45 y 50 escaños. La fractura del bastión catalán contribuirá al descalabro socialista, al hurtar a Rubalcaba hasta diez asientos en el Congreso. Y es que el PSC puede dejarse en el camino un 40% de de los 25 obtenidos hace cuatro años. 

Alfredo Pérez Rubalcaba