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Yihadismo fiscal y liberalismo catalán
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Álvaro Robles Cartes

Ángulo Inverso

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Yihadismo fiscal y liberalismo catalán

Hace unas semanas el presidente de la Generalitat de Cataluña acudió a la reunión de primeros ministros liberales, organizada por Nick Clegg en Londres, donde intercambió

Hace unas semanas el presidente de la Generalitat de Cataluña acudió a la reunión de primeros ministros liberales, organizada por Nick Clegg en Londres, donde intercambió impresiones con diversos mandatarios internacionales e incluso pronunció unas palabras para todos.

Líbreme Dios de conspirar para que se prohíba a Artur Mas frecuentar tan selectos foros, pero tal vez no sería mala idea que acudiera estrictamente como invitado y no como participante o, al estilo de  la célebre Alianza de Civilizaciones, que fuera convocado como un ejercicio de integración de la diversidad.

Artur Mas, a diferencia de su predecesor en el cargo, es un dirigente capaz, con buena formación, educado y moderno. Puede expresarse en francés e inglés y mantener una discusión con políticos liberales, así como con economistas, banqueros o altos directivos empresariales. Puede compartir algunas de sus aficiones e incluso vestirse como ellos. Pero, ¿ le hace eso ser liberal? No.

El rearme ideológico acometido por la Izquierda tras la caída del muro, con valores como la ecología, la equidad de género o la multiculturalidad, ha agotado su ciclo. La Izquierda necesita reencontrar su sitio 25 años después, pero no es la única ideología en ese trance. El liberalismo tradicional, a tenor de las políticas practicadas por quienes así se consideran, padece de un mal similar.

El liberalismo nace como corriente de pensamiento para oponerse al absolutismo y al despotismo, para situar la libertad individual como valor supremo y para limitar el tamaño y los privilegios del Estado. En consecuencia, la principal derivada del liberalismo económico es la no intervención estatal en la economía y la reducción de los impuestos a la mínima expresión. Nacionalismo y liberalismo son ya antagónicos, por lo que no merece la pena abundar en las contradicciones de un gobierno presuntamente liberal obsesionado con ¨fer país¨ aun a costa de los derechos individuales.

No se trata de un 5% del sueldo de cada servidor público, sino de la renovación de su contrato; no es el cava de un acto institucional, sino el propio acto; no es rebajar un 10% determinada subvención, sino eliminarla

Pero si  el liberalismo no inspira la política en Cataluña, mucho menos dirige la economía. Si desde la esencia doctrinal liberalismo e impuestos están inversamente correlacionados, el 56% de tramo marginal en el IRPF  define a Cataluña como el País menos liberal de Europa tras Suecia. Y no solo es el IRPF: tasas turísticas, céntimos sanitarios, pago por recetas, IBIs, sucesiones no exentas, tasas y peajes conforman un yihadismo fiscal ("esfuerzo" o "camino de luz" fiscal ) sin parangón en el mundo occidental. 

Una pirámide de población casi invertida y una tasa de desempleo desbocada han convertido a España (y Cataluña es su mejor exponente ) en un sistema político nuevo. Impuestos de socialdemocracia avanzada para los trabajadores, pero escasa presión fiscal (ingresos / PIB),  salarios mínimos (640 euros) en la cola de Europa, niveles de mileurismo tercermundistas (casi la mitad de la población empleada), exclusión de la juventud del mercado de trabajo y un reparto de la riqueza (ratio 80/20, Coeficiente de Gini) que amplía la distancia entre ricos y pobres (solo tras Lituania, Letonia y Rumanía en Europa) y que junto a un desdichado sistema educativo (suspenso en PISA, ninguna universidad entre las 200 mejores del mundo) amenaza con la descomposición de la clase media.

Rajoy lo decía hace días. La gente ya no espera del Gobierno ni acusaciones ni promesas. La solución no está en echarle la culpa al PSOE en España ni especialmente al tripartito en Cataluña tras dos presupuestos de CIU. El tripartito es culpable de haber aumentado la deuda y haber laminado el prestigio de las instituciones. Gastaron como marineros borrachos, sí, pero el gasto corriente se regula ejercicio a ejercicio. Más allá del pago de intereses el Govern no está obligado a financiar grandes compromisos estructurales del ciclo anterior. Simplemente entre unos y otros hemos montado un sistema con una estructura rígida de costes no sostenible en época de crisis. Rebajar tras el segundo año de ajuste el déficit en Cataluña al 3,7%, aumentando impuestos y tasas para dejarlo en casi el triple del exigido es un resultado muy pobre.

Artur Mas hace muy bien en hospedarse en establecimientos de 4 estrellas y ello es ejemplarizante, pero ha llegado el momento de sacar el rotulador grueso. Obama y también Sarkozy criticaban hace unos días el Estado del Bienestar Corporativo para las élites empresariales. Antes de tocar los cimientos del Estado del Bienestar de todos, es decir la sanidad, las pensiones y la educación, revisemos también los rincones del Estado del Bienestar Administrativo. Ninguna empresa ni economía familiar tras cuatro años de crisis tiene los mismos empleados que antes de sufrirla, ni se plantea por todo sacrificio consumir lo mismo y ahorrar en las marcas, sino que se deja de gastar en determinados conceptos. Por eso, además de comprobar la utilidad de la última fracción de euro dedicada a objetivos imprescindibles, hace tiempo que la administración debía eliminar partidas enteras, las no imprescindibles. 

Cataluña necesita, como España, un presupuesto de base cero, no un presupuesto incremental (decremental, en este caso) continuista. No se trata de un 5% del sueldo de cada servidor público, sino de la renovación de su contrato; no es el cava de un acto institucional, sino el propio acto; no es rebajar un 10% determinada subvención, sino eliminarla; no es ahorrar en campañas de comunicación institucional, informes prescindibles, teléfonos móviles, tuneos de coches oficiales, reformas de despachos, comités consultivos, asistentes, restaurantes o subvenciones a radio y televisión. Es llevar todas esas partidas a cero antes de tocar la sanidad. Con la doctrina de otro liberal (Álvarez Cascos: "El fútbol es de interés público") la Generalitat a través de TV3 (260 millones al año de nuestros impuestos) ha pagado al Barcelona 30 millones para que sus estrellas y su entrenador sean un poco más millonarios. Alguien pensará que decir que ese dinero lo pagarán los enfermos catalanes por tener derecho a una receta es un ejercicio de demagogia. Puede serlo, pero antes que eso es un acto de despotismo, si quieren ilustrado. Algo que un gobierno que dice simpatizar con la filosofía liberal debería combatir.

*Álvaro Robles Cartes es economista y consultor político y de comunicación.

Hace unas semanas el presidente de la Generalitat de Cataluña acudió a la reunión de primeros ministros liberales, organizada por Nick Clegg en Londres, donde intercambió impresiones con diversos mandatarios internacionales e incluso pronunció unas palabras para todos.