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‘Pressupostos’ 2013: asimétricos, abúlicos e inútiles
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Álvaro Robles Cartes

Ángulo Inverso

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‘Pressupostos’ 2013: asimétricos, abúlicos e inútiles

Mediado junio, los presupuestos de Cataluña de 2013 no han iniciado su trámite parlamentario. Además de la irresponsabilidad del Govern hay que condenar la de los

Mediado junio, los presupuestos de Cataluña de 2013 no han iniciado su trámite parlamentario. Además de la irresponsabilidad del Govern hay que condenar la de los Gobiernos de España y de la UE. Por consentirlo y por dejar pasar meses especulando con los déficits autorizados para el país, el Estado central y las CCAA. El problema no es la asimetría del reparto, sino la pérdida de tiempo.

Cataluña, a diferencia de otros países, no emite moneda, no tiene competencias en la defensa de sus fronteras y ciudadanos frente a un ataque, ni facultades para la representación  exterior. Eso no significa que no tenga importantes competencias, vertebradas a través de la actividad legislativa de su parlamento y de la política de su Gobierno. Política que sin necesidad de ser marxista, en épocas de crisis tiene mucho que ver con la económica.  

La  actividad parlamentaria durante la legislatura se resume en una declaración institucional de soberanía -declarada inconstitucional- y en los trabajos preliminares de una ley de consultas que previsiblemente seguirá idénticos pasos. La política económica del Govern, por su parte, lógicamente está limitada por la segregación de funciones a favor del BCE en materia de política monetaria (que afecta a la política cambiaria, el dinero en circulación  y los tipos de interés) y por el Gobierno, Parlamento español y UE, que condicionan las políticas de rentas y el marco fiscal común. Con estas restricciones Cataluña dispone de un importante margen en política fiscal, “la rama de la política económica que configura el presupuesto del estado y sus componentes, el gasto público y los impuestos”.

La importancia del presupuesto responde a una idea que no es compleja: “El cálculo y negociación anticipados de los ingresos y gastos de una actividad económica”, dice bien Wikipedia. La anticipación necesaria del presupuesto -subrayada tanto en catalán como en castellano con el prefijo pre- resulta obvia para cualquier gestor de economía doméstica. Quienes tenemos coche, aunque carezcamos de la funcional ayuda de un conductor, acostumbramos a pedir uno en el taller antes de permitir que lo reparen.  

Señores del Govern: mientras conforman en sus cabezas las estructuras de Estado que reclaman (no fuera a ser que se las permitan), utilicen las competencias que tienen, porque están dando la razón a quien se las quiere llevar a Madrid o a FrankfurtRehacer los presupuestos americanos de Hoover de 1929 o tal vez los de un año antes del presidente Calvin Coolidge (conocido como Silent Cal porque le gustaba tanto como al nuestro dar explicaciones) sería interesante. Aumentado la escasa presión fiscal, tal vez la economía hubiera podido enfriarse, evitando el crash del 24 de octubre. Hacerlo ahora es una ucronía: un ejercicio académico de nula repercusión práctica. La misma que tendría rehacer el presupuesto español de 2009, que regalaba 400 euros al declarante, repartía cheques bebes e incluía el plan E. Exactamente la misma que  puede hacerse  del presupuesto catalán -al menos del primer semestre- de 2013.

Señores del Govern: mientras conforman en sus cabezas las estructuras de Estado que reclaman (no fuera a ser que se las permitan) y que tardarán unos años en llegar, utilicen las competencias que tienen, porque están dando la razón a quien se las quiere llevar a Madrid o a Frankfurt

Que el Parlament, ya habitualmente ocioso entre los frecuentes comicios sea incapaz cuando trabaja de alumbrar un texto legal -en siete meses de legislatura- es preocupante.

Que planteen cerrar el ejercicio con un déficit (2,1% sobre PIB) superior al del año pasado como objetivo es una simpática excentricidad. Un verso suelto en el proceso de convergencia presupuestaria que no se da en ningún país de la Europa a la que con tanto ahínco se referencian… y que sólo encuentra su parangón en el Estado central de España. 

Que además decidan abstenerse de ejercitar sus competencias realizando un ejercicio ordenado de distribución de ingresos y gastos públicos para 2013 es poco serio.

Dado que es lo único que les importa, deben saber que no es la mejor credencial para su causa en Europa, a la que con tanto ahínco se referencian. Pero además, mostrarse como ejemplo de élite extractiva improductiva puede ser peligroso también aquí, cuando los partidarios de una reforma integral de la Administración ganan adeptos.

Ejército catalán, revisiones históricas, alternativas a Renfe…

Como ciudadano que paga impuestos en esta comunidad veo entre la curiosidad y la indignación que renuncien a sus obligaciones y, en cambio, dediquen nuestros escasos recursos, junto a su precioso tiempo a labores intrascendentes. No me refiero ya a las políticas lingüísticas, educativas, culturales o de medios de comunicación sobre las que edifican su imaginario, sino a la nueva hornada de disparates que nutren su permanente campaña electoral de provocadores con acné. Informes sobre un eventual ejército catalán, envío de observadores silentes a la UNESCO, incumplimiento de las leyes que les disgustan, raquíticos conatos de política exterior,  subvención de revisiones históricas frentistas o búsqueda de alternativas a Renfe para la gestión de cercanías fuera de España.

Continúen perdiendo el tiempo en el Parlamento y el dinero en el Gobierno. Sabemos de antemano que la culpa del empobrecimiento de Cataluña nunca será de sus patriotas.

*Álvaro Robles Cartes es economista y consultor político y de comunicación.

Mediado junio, los presupuestos de Cataluña de 2013 no han iniciado su trámite parlamentario. Además de la irresponsabilidad del Govern hay que condenar la de los Gobiernos de España y de la UE. Por consentirlo y por dejar pasar meses especulando con los déficits autorizados para el país, el Estado central y las CCAA. El problema no es la asimetría del reparto, sino la pérdida de tiempo.