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¿Por qué lo llaman estrategia cuando es temeridad?
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Vicente Vallés

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¿Por qué lo llaman estrategia cuando es temeridad?

Para ser bisagra, no basta con querer serlo. Esa versatilidad te la tienen que conceder los partidos con los que pretendes pactar y, sobre todo, los votantes

Foto: La lideresa de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
La lideresa de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
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Con el país sumido en una calamidad sanitaria y en otra calamidad económica (centenares de muertos diarios y millones de españoles en paro), esta semana hemos sabido a lo que de verdad dedican su tiempo en determinados despachos: a trastear, porque gestionar los verdaderos problemas de la gente es demasiado difícil. Para qué ocuparse solo de frenar la pandemia y mejorar la economía si podemos dedicarnos a la confabulación, a golpear el tablero político y a provocar seísmos con sus correspondientes réplicas. ¡Viva la politiquería! ¡A la mierda la gestión!

Pedro Sánchez e Inés Arrimadas compartían –quizá haya llegado la hora de hablar en tiempo pasado– un mismo objetivo: evitar que tuviera éxito el plan de Pablo Casado para alejarse de Vox y centrar al PP engullendo a Ciudadanos. Sánchez y Arrimadas querían impedir la pretendida reunificación de la derecha en el Partido Popular. Era, por tanto, una coalición de intereses que permitiría a Ciudadanos tener una presidenta autonómica en la Región de Murcia, aunque eso obligara al partido a pactar con Podemos en la ciudad de Murcia (dato no menor). Como consecuencia, Ciudadanos ampliaría su distancia con el PP y la reduciría con el PSOE. Y como deriva de esa consecuencia, Ciudadanos ayudaría a Sánchez a impedir la conformación de una alternativa viable para así consolidar 'sine die' su poder que, hasta el momento, tiene como firmes pilares a todas aquellas fuerzas políticas contra las se creó Ciudadanos: populistas e independentistas.

Foto: Sondeo elaborado por Metroscopia.
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¿A qué españoles intentaba atraer Arrimadas con la descalabrada operación murciana? Toni Roldán, exdirigente del partido, escribía esta semana en 'El País' que Ciudadanos “podía seguir tratando de contentar a los votantes de un lado del tablero que probablemente ya no iban a volver a votarlo u optar por volver a presentarse como un partido de centro”. Si, como dice Roldán, los votantes que se fueron al PP y a Vox ya no volverán, ¿dónde estaría el votante que busca Ciudadanos? ¿En el PSOE? ¿En la abstención?

Ciudadanos siempre ha tenido un problema para reconocer la idiosincrasia de su votante potencial. Nació en Cataluña definiéndose como partido socialdemócrata y españolista que pretendía sustituir a los socialistas catalanes, siempre predispuestos a echarse en brazos del nacionalismo. Y, en buena medida, lo consiguió en las elecciones catalanas de diciembre de 2017, cuando se convirtió en el primer partido del Parlamento autonómico, precisamente con Inés Arrimadas como candidata. Aquella victoria hizo pensar en la posibilidad de que Ciudadanos llegara a dar el 'sorpasso' al PP en España y se convirtiera en la casa común del centroderecha. Porque, sí, para entonces los dirigentes de Ciudadanos ya se habían percatado de que ellos estaban a la izquierda de sus votantes y en la asamblea del partido celebrada en febrero de 2017 se redefinieron como partido liberal. Después llegaron los 57 escaños en las generales de abril de 2019. Su mejor resultado.

Ciudadanos dejó de ser considerado útil por el votante de centroderecha, una utilidad que nunca le ha reconocido el votante de izquierdas

Como bien dice Roldán, la opción ‘estilo europeo’ tras aquellas elecciones habría sido un pacto como el que rige en Bruselas entre socialdemócratas, liberales y conservadores, con la muy conveniente influencia moderadora que podía aportar a PSOE y PP el centrismo de Ciudadanos. Pero los militantes socialistas corearon “con Rivera, no” a las puertas de Ferraz en esa noche electoral y una nueva votación en noviembre llevó a Ciudadanos a perder 47 diputados. Se quedó con diez. ¿Dónde huyeron aquellos 47 escaños perdidos? Obviamente, al PSOE no, porque lejos de subir perdió tres. El PP ganó 23 diputados y Vox subió 32. Ciudadanos dejó de ser considerado un partido útil por el votante de centroderecha, una utilidad que nunca le ha reconocido el votante de izquierdas. Estaba en tierra de nadie.

Para ser bisagra, pactando a un tiempo con unos y con otros, no basta con querer serlo. Esa versatilidad te la tienen que conceder los partidos con los que pretendes pactar y, sobre todo, los votantes. Y, a la vista del sondeo sobre Madrid publicado este viernes por El Confidencial, votantes quedan pocos. La maniobra murciano-madrileña ha sido un fiasco para Ciudadanos. Y también lo ha sido para los siempre temerarios estrategas de la Moncloa.

Foto: La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)

Ya se equivocaron cuando forzaron la repetición electoral en noviembre de 2019. Estaban seguros de subir de 123 a 150 escaños para gobernar solos y terminaron bajando a 120 y gobernando con Podemos. Creyeron que el ‘efecto Illa’ rompería la unidad del independentismo y ahora hay una extremista del soberanismo –e imputada por corrupción– al frente del Parlamento catalán y colocada por Puigdemont, y lo más probable es que se forme un Gobierno con Esquerra, Juntx y la Cup; los partidos constitucionalistas suman menos de lo que sumaban antes del famoso ‘efecto’ y Vox se dispara. Enamorados de su propia capacidad para el enredo, en la Moncloa dieron por seguro que solo ellos saben hacer juegos de manos y trataron de arrebatar Murcia al PP. Nada por aquí, nada por allá. Pero en política, como en la vida, el que no corre vuela: el PSOE sigue siendo oposición en Murcia y unas posibles elecciones en Madrid pueden resucitar al mortecino PP y dar sepultura a Ciudadanos, cuando lo que pretendía la Moncloa era engordarlo. ¿Por qué lo llaman estrategia cuando quieren decir temeridad?

Con el país sumido en una calamidad sanitaria y en otra calamidad económica (centenares de muertos diarios y millones de españoles en paro), esta semana hemos sabido a lo que de verdad dedican su tiempo en determinados despachos: a trastear, porque gestionar los verdaderos problemas de la gente es demasiado difícil. Para qué ocuparse solo de frenar la pandemia y mejorar la economía si podemos dedicarnos a la confabulación, a golpear el tablero político y a provocar seísmos con sus correspondientes réplicas. ¡Viva la politiquería! ¡A la mierda la gestión!

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