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La izquierda dividida y desmovilizada que Yolanda Díaz pretende unir y movilizar
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Vicente Vallés

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La izquierda dividida y desmovilizada que Yolanda Díaz pretende unir y movilizar

Ya puede la vicepresidenta cargarse de paciencia, porque ahora la extrema izquierda está desunida y ella no dispone de un liderazgo que pueda considerarse firme ni indiscutible

Foto: Momento en el que Yolanda Díaz muestra el argumentario. (EFE/Javier Lizón)
Momento en el que Yolanda Díaz muestra el argumentario. (EFE/Javier Lizón)
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En la fotografía, la vicepresidenta segunda sujeta unos documentos, mientras con ambas manos aferra su iPhone. En un descuido cargado de poesía política (valga el oxímoron), Yolanda Díaz muestra generosamente ante las cámaras el primer papel que tiene entre esos folios. Se trata de un argumentario en el que se advierte de que las elecciones andaluzas se van a celebrar con "una izquierda desmovilizada". Es posible que en las siguientes páginas de ese análisis se expliciten las causas de tal desmovilización. Por ejemplo, la desunión y el enfrentamiento fratricida entre los diferentes grupos, grupúsculos, organizaciones, facciones, partidos, partiditos, líderes y lidercitos que aspiran a acaparar el protagonismo en eso que Pablo Iglesias —con él empezó todo, la unión y la desunión— ha descrito, con notable precisión, como "el frente amplio (de Yolanda Díaz), o como leches se termine llamando".

Uno de los grandes éxitos del Podemos inicial fue que congregó bajo una marca a esa inmensa cantidad de formaciones que pretenden representar a la extrema izquierda. La estrategia de 'confluencias' hizo converger en un único proyecto, y en diferentes momentos, a la matriz de Podemos con En Comú, Compromís, En Marea, Anticapitalistas o Equo, entre otras organizaciones. También se sumó Izquierda Unida, que a su vez incluye al Partido Comunista de España, Unión de Juventudes Comunistas de España, Izquierda Republicana, La Aurora Organización Marxista, Frente Amplio de Madrid o Ecosocialistas de la Región de Murcia.

Foto: Inma Nieto, en un acto de Por Andalucía en Málaga. (EFE/Álvaro Cabrera)

Pero más tarde, Compromís decidió volar, Íñigo Errejón se escindió de Iglesias para unirse a los carmenistas (de la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena), ahora los carmenistas se escinden de los errejonistas, los Anticapitalistas hace tiempo que desaparecieron del mapa podemita y del mapa en general, En Comú sigue dentro, pero va por libre, En Marea fue 'eliminado' por los votantes al dejarlo sin representación parlamentaria en Galicia, se ignora el paradero de Equo, Izquierda Unida está más cerca de Yolanda Díaz que de lo que queda de Podemos, y la propia Yolanda Díaz ni está en Podemos ni estará en Podemos ni quiere oír hablar de Podemos, aunque sí quiere a los votantes de Podemos. Y todo esto, por no ser demasiado prolijo.

Para las elecciones andaluzas, Pablo Iglesias ha glosado la situación como "un horror (…), hemos vuelto a los despachos, las puñaladas, las filtraciones…", en medio de un intento yolandista de revivir la unidad de los primeros tiempos, que se sustancie en un acuerdo entre partidos que no se soportan y que llevan semanas reconociéndolo ante su grey en declaraciones públicas, con una franqueza conmovedora. Finalmente, han conformado una lista bajo la denominación de Por Andalucía, con media docena de partidos. Otra, Adelante Andalucía (el entramado de Kichi y Teresa Rodríguez), con cuatro. Y una tercera, Andaluces Levantaos, con innumerables (e inconmensurables) siglas del estilo de Ganemos Chiclana, por ejemplo.

"Yolanda Díaz busca recuperar la unidad entre partidos que no se soportan y que llevan semanas reconociéndolo con una franqueza conmovedora"

Andalucía da una pista de las dificultades con las que se va a encontrar ese enternecedor 'proceso de escucha' que Yolanda Díaz lleva meses anunciando, y los mismos meses retrasando. Pero si reducimos su proyecto a lo básico, nos encontramos ante un nuevo intento de hacer lo que ya hizo el Podemos de primera hora, bajo el firme e incuestionado liderazgo de Pablo Iglesias: reunir a la extrema izquierda en una única candidatura. Ya puede Díaz cargarse de paciencia, porque ahora la extrema izquierda está desunida y ella no dispone de un liderazgo que pueda considerarse firme ni incuestionado.

Sus principales apoyos son Ada Colau, Mónica Oltra y Mónica García. La alcaldesa de Barcelona ha tenido problemas con la justicia acusada de prevaricación y coacciones. La Fiscalía merodea a la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana por el caso de los supuestos abusos de su exmarido a una menor tutelada. Y la representante madrileña de Más País asiste estos días a serias acusaciones contra su partido por una posible falsificación de firmas y una asamblea simulada. Las dos lideresas de Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, ocupan buena parte de sus respectivas jornadas laborales en discrepar con Yolanda Díaz (y viceversa). Siguen las directrices de Pablo Iglesias, de quien el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, ha dicho que "saberse ir es importante en política, y saber callar", a lo que el aludido ha respondido que "aún no ha llegado el día en que un político profesional me haga callar". Te espero fuera.

Foto:  La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz (i), y el ministro de Consumo, Alberto Garzón (d). (EFE/Lizón)

Podemos acusa al Gobierno del que forma parte de adjudicar a dedo los 37 millones de euros que cuesta organizar la cumbre de la OTAN. Yolanda Díaz y Alberto Garzón desmienten al partido en cuyas listas concurrieron a las elecciones. Y días antes, cuando estalló el escándalo del espionaje en Cataluña, el diputado de En Comú dijo que "este no es nuestro gobierno, es el gobierno en solitario de Pedro Sánchez".

'E pur si muove'. Porque, como ha sentenciado Arnaldo Otegi en un arranque de sinceridad, "no tenemos ningún interés en la caída de este gobierno".

En la fotografía, la vicepresidenta segunda sujeta unos documentos, mientras con ambas manos aferra su iPhone. En un descuido cargado de poesía política (valga el oxímoron), Yolanda Díaz muestra generosamente ante las cámaras el primer papel que tiene entre esos folios. Se trata de un argumentario en el que se advierte de que las elecciones andaluzas se van a celebrar con "una izquierda desmovilizada". Es posible que en las siguientes páginas de ese análisis se expliciten las causas de tal desmovilización. Por ejemplo, la desunión y el enfrentamiento fratricida entre los diferentes grupos, grupúsculos, organizaciones, facciones, partidos, partiditos, líderes y lidercitos que aspiran a acaparar el protagonismo en eso que Pablo Iglesias —con él empezó todo, la unión y la desunión— ha descrito, con notable precisión, como "el frente amplio (de Yolanda Díaz), o como leches se termine llamando".

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