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Soria y la ley de la trivialidad

Los debates políticos en España tienen un nivel muy bajo y la selección de temas refleja fielmente la 'ley de la trivialidad' de Parkinson, como ha demostrado el caso Soria

Foto: El exministro de Industria, Energía y Turismo José Manuel Soria. (EFE)
El exministro de Industria, Energía y Turismo José Manuel Soria. (EFE)

El historiador naval británico Cecil Northcote Parkinson se hizo famoso por la ley epónima que enunció en su libro 'La ley de Parkinson y la búsqueda del progreso' (1957). Pero en ese delicioso ensayo enunció otras muchas, como la 'ley de la trivialidad', según la cual “el tiempo dedicado por un comité a una materia será inversamente proporcional a su importancia”. La razón estriba en que los proyectos costosos o asuntos complejos solo pueden comprenderse por quien tenga suficientes conocimientos, lo que hará que muy pocos miembros del comité se atrevan a tomar la palabra; mientras que las cuestiones pequeñas e intranscendentes, fáciles de entender, suscitarán largos y apasionados debates.

El caso Soriaha constituido una magnífica ilustración de esa 'ley de la trivialidad'.

Los hechos que han suscitado el 'escándalo'pueden resumirse así:

  1. Como relatan Mar Cabra, Joaquín Castellón y Danielle Graso en 'Los papeles de Panamá'(Península, 2016, pgs. 418-426), el lunes 11 de abril de 2016 La Sexta y El Confidencial anunciaron que José Manuel Soria aparecía relacionado entre 1992 y 1995 con la sociedad UKLines Limited, registrada en Bahamas. En conversación telefónica con los periodistas, el Sr. Soria afirmó: “Desmiento total y rotundamente que tenga absolutamente nada que ver con una sociedad radicada en Panamá u otro paraíso fiscal”; y ese mismo día, en una rueda de prensa en Lanzarote, añadió: “UKLines es una sociedad 100% inglesa. Prestaba asistencia en puerto. Esa era toda la relación que teníamos con esa empresa: nunca tuve ningún vínculo ni accionarial, ni de responsabilidad, ni de dirección, ni ningún otro”. Pidió también a la Fiscalía que investigara por qué su nombre aparecía en los papeles de Panamá. Pero el martes, 12 de abril, La Sexta y El Confidencial publicaron documentos que acreditaban que en 1992 el Sr. Soria había sido administrador de dicha empresa. Y ese mismo día, ya desde el Congreso de los Diputados, el Sr. Soria admitió que “esa mañana se había enterado de que constaba en el registro mercantil de Londres como secretario de UKLines”. El miércoles 13, los medios de comunicación difundieron que había otra sociedad británica, Oceanic Lines, cuyo principal accionista era Mechanical Trading Limited, compañía domiciliada en la isla de Jersey que había tenido por administradores a José Manuel Soria y su hermano Luis. Aunque las sociedades se habían liquidado, al parecer, en 2002, el jueves el Gobierno anunció que el Sr. Soria no asistiría al Consejo de Ministros y el viernes comunicó su dimisión.
  1. El pasado 2 de septiembre, pocos minutos después de que el Sr. Rajoy fuera derrotado en la segunda votación de investidura, el Gabinete de Comunicación del Gobierno difundió una nota que informaba de que la comisión de evaluación de la Secretaria de Estado de Economía había seleccionado a los representantes (“directores ejecutivos”) de España en el consejo del Banco Mundial, FMI y Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), y elegido para el Banco Mundial al Sr. Soria.

La nota de prensa suscitó críticas políticas inmediatas, a las que el presidente del Gobierno intentó responder al día siguiente desde China señalando que “el Sr. Soria es un funcionario [técnico comercial del Estado] y como tal funcionario ha reingresado en la Administración y ha participado en un concurso”. Pero esa explicación no acalló las críticas y pocos días después el propio Sr. Rajoy llamó al Sr. Soria y le pidió que renunciara a la plaza, cosa que el interesado hizo de inmediato.

Pero esa renuncia tampoco calmó los ánimos, y todos los partidos, incluido Ciudadanos, pidieron que el ministro de Economía compareciera en el pleno del Congreso para dar explicaciones. El PP se opuso, pero el ministro De Guindos compareció en la comisión de economía el pasado martes. Expuso argumentos que comparto:

  • El Sr. Soria había presentado su candidatura como técnico comercial del Estado, con ocasión de la convocatoria para ese puesto abierta a finales de junio, entre miembros de ese cuerpo, por la Secretaría de Estado de Economía.
  • Las candidaturas fueron evaluadas por una comisión de evaluación, compuestapor altos cargos de la Secretaría de Estado con competencias relacionadas con los organismos financieros internacionales. La decisión final del secretario de Estado fue jurídicamente 'discrecional', pero el candidato propuesto en primer lugar por la comisión para el Banco Mundial fue el Sr. Soria.
  • El Sr. Soria no ha sido, ni está siendo, investigado (antes 'imputado') por ningún delito o irregularidad.
  • Desde que España ingresó en el Banco Mundial, todos sus directores ejecutivos han sido funcionarios. En los últimos 30 años, han sido, además, técnicos comerciales del Estado, entre otras razones porque desde 1999 las vacantes de tales plazas solo se comunican a las asociaciones profesionales de esa categoría de funcionarios.
  • El procedimiento de selección entre funcionarios especializados seguido por el ministerio es similar al de países como Francia o Reino Unido, y más competitivo y transparente que el de designación directa seguido en otros, e incluso en España para la designación del vicepresidente del BEI. No obstante, nada impediría que el sistema de selección de representantes de España en organismos internacionales se mejore y abra a cualesquiera funcionarios (no solo técnicos comerciales) que cumplan las condiciones exigidas.

Los partidos, salvo el PP, han criticado con vehemencia tanto la selección del Sr. Soria como las explicaciones iniciales del Gobierno: no se trató de un 'concurso' público (sino de un “procedimiento con concurrencia” limitado a los técnicos comerciales, como puntualizó el ministro De Guindos); la elección del Sr. Soria no fue obligada, sino “discrecional”, fruto de un 'dedazo' político,y, en fin, si el Sr. Soria admitió su falta de 'honorabilidad'al dimitir como ministro, eso le privaba también de idoneidad para ser designado representante de España en el Banco.

Yo comprendo la reacción política de dichos partidos, y la del Gobierno al pedirle la renuncia al Sr. Soria. Pero creo que:

  • El Sr. Soria acertó al dimitir como ministro, por sus equivocadas y desacertadas declaraciones, que pudieron resultar fallos de memoria, pero que en política tienen la inevitable consideración de 'mentiras'.
  • Está bien que elevemos los estándares éticos en España. Pero no creo que haber sido consejero hace décadas de una sociedad familiar heredada, domiciliada en Bahamas o Jersey, integrada en un grupo de servicios a buques y liquidada hace años prive de 'honorabilidad'a un funcionario que ha abandonado cualquier función política. Recordemos, además, que el artículo 26 de la Constitución prohíbe los tribunales de honor en la Administración civil.
  • Mejoremos todo lo posible el procedimiento de nombramiento por el Gobierno y las administraciones públicas de cualesquiera cargos, aunque no formen parte de la Administración española. Eliminemos los corporativismos o gremialismos injustificados. Pero evitemos que el populismo y la demagogia nos lleven, en la práctica, a sistemas todavía peores.

Los debates políticos en España tienen un nivel muy bajo y la selección de temas refleja fielmente la 'ley de la trivialidad'de Parkinson, como ha demostrado el caso Soria. El nivel medio de nuestros políticos ha bajado mucho desde los tiempos de la Transición, cuando la política atraía a muchos profesionales brillantes. Procuremos que ese proceso de degradación no se haga extensivo a la Administración pública y a sus grandes cuerpos de funcionarios.

Manuel Conthees Técnico Comercial y Economista del Estado, árbitro internacional y columnista de 'Expansión'. Miembro del Consejo Académico de Fide.

El historiador naval británico Cecil Northcote Parkinson se hizo famoso por la ley epónima que enunció en su libro 'La ley de Parkinson y la búsqueda del progreso' (1957). Pero en ese delicioso ensayo enunció otras muchas, como la 'ley de la trivialidad', según la cual “el tiempo dedicado por un comité a una materia será inversamente proporcional a su importancia”. La razón estriba en que los proyectos costosos o asuntos complejos solo pueden comprenderse por quien tenga suficientes conocimientos, lo que hará que muy pocos miembros del comité se atrevan a tomar la palabra; mientras que las cuestiones pequeñas e intranscendentes, fáciles de entender, suscitarán largos y apasionados debates.

José Manuel Soria Banco Mundial