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Carta abierta a un belga sobre la turra del 'procés'
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Juan Soto Ivars

Crónicas desde la República cuántica

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Carta abierta a un belga sobre la turra del 'procés'

Voy a explicarte lo que está pasando, lo que puedes esperar y la mejor manera de afrontar esta situación en la que te has visto envuelto sin comerlo ni beberlo

Foto: Manifestación independentista en Bruselas. (Reuters)
Manifestación independentista en Bruselas. (Reuters)

Querido amigo belga,

Tienes la calle llena de banderas y de lazos amarillos. Oyes que te piden cosas y no tienes ni la más puta idea de cómo puedes responder. Mientras tanto, te cortan el tráfico. Lees las pancartas de este curioso y ruidoso grupo de personas que agitan banderas y notas el tono apremiante de sus peticiones. Ya has comprobado que cuando no les das lo que piden te llaman facha. Te preguntarás qué es facha. Bien: en el idioma de estos tipos, facha no significa nada que te tenga que inquietar.

No te preocupes lo más mínimo. Conserva la calma. Enseñan los dientes pero no muerden. Voy a explicarte lo que está pasando, lo que puedes esperar y la mejor manera de afrontar esta situación en la que te has visto envuelto sin comerlo ni beberlo.

[Galería: todas las fotos de la manifestación independentista en Bruselas]

Ante todo, lamento las molestias que te pueda ocasionar una procesión como la del jueves en una ciudad como la tuya, tan proclive al colapso motorizado. En Barcelona estamos más que acostumbrados a las aglomeraciones amarillas. Hemos tenido manifestaciones como esa casi cada día en los últimos tres meses. Hemos aprendido a sortearlas, hemos identificado los días y las horas en las que es mejor no coger el metro, y aun así nos hemos visto más de una vez atascados en un tren.

En Barcelona estamos acostumbrados a las aglomeraciones amarillas. Hemos tenido manifestaciones como esa casi cada día

Has de saber que los procesistas son gente muy burguesa y civilizada. Que 45.000 tipos se hayan permitido un viaje a Bélgica para agitar banderitas te da una idea bastante aproximada del tamaño de sus monederos. La buena noticia es que la gente burguesa no es amiga de los disturbios. En los días más negros de la rebelión en Cataluña, cuando el Estado metió presos a 'los Jordis' y los 'exconsellers' y hubo miedo a motines y violencias, las manifestaciones que se prometían más tremendas terminaban tranquilamente a las diez de la noche.

Para el procesista siempre ha sido compatible dejarse la piel por la patria y estar en casa la hora de cenar. Los que este jueves abarrotan Bruselas son simples turistas, aunque tienen costumbres poco corrientes. Olvídate un momento de sus pancartas y piensa que, como cualquier otro grupo de viaje organizado, van a dejar dinero en la hostelería. Después de la manifestación irán a tomar cervezas y comentarán en los bares el éxito de su manifestación. Si algo les gusta más que agitar banderas por la calle es comentar el éxito de su manifestación.

placeholder Cabeza de la manifestación. (EFE)
Cabeza de la manifestación. (EFE)

El turista del 'procés' comparte muchos elementos con el resto de los turistas. Son tipos que se mueven en manada, visten con colores llamativos y estrafalarios y atascan una calle céntrica. La particularidad de esta clase de turista es que, en vez de acercarse a tu ciudad para ver cosas, lo que quiere es que salgas tú a la calle a mirarlo a él. Es un turista tan egocéntrico que no le basta hacerse selfis. Quiere que le hagas fotos tú y que lo saques por la prensa de tu país.

No trates de ilustrarles sobre la historia de Bélgica porque te hablarán de un catalán que fue concejal de distrito en el siglo XVI. Estos turistas de los lazos amarillos no sienten la más mínima curiosidad por lo que les rodea, sino que quieren provocar la curiosidad de los demás. Viajan por todo el mundo hablando de sí mismos. Si les enseñas el Manneken Pis, te dirán no sé qué de la fuente de Canaletas. No te preocupes.

Son tipos que se mueven en manada, visten con colores llamativos y estrafalarios y atascan una calle céntrica

Te preguntarás, tal vez, qué demonios están pidiendo y por qué te lo piden a ti. No intentes responder a esta pregunta. Incluso para un barcelonés es muy difícil entenderlo. Resulta que el procesista no habita esta región del universo, sino otra paralela. Para él, Cataluña es una país con derechos propios, como Bélgica o Finlandia. Como su república existe en su corazón, considera que cualquiera que tenga corazón ha de creer en su república. No trates de explicarle que en tu corazón hay otro país. Para un musulmán no hay más profeta que Mahoma.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont (d) durante la rueda de prensa que ofreció este miércoles en Bruselas. (EFE)

Estoy seguro de que te inquieta la velocidad a la que han avanzado los acontecimientos. Hace unas semanas llegaba a tu ciudad un tipo con el pelo raro y empezaba a concederse entrevistas a sí mismo en los medios de comunicación. Acto seguido contrataba auditorios, se subía al estrado y daba la turra sin parar. Recibía a un montón de tipos que viajan con un garrote en la mano. Sus amigos hacían cosas tan ridículas como dar las gracias en Twitter a Elio di Rupo por un apoyo que Elio di Rupo no les había prestado. Todavía te estabas preguntando qué has hecho para merecer semejante coñazo y de pronto llenan Bruselas de banderas y lazos amarillos.

Bien. Tengo una mala noticia para ti: no hay nada que hacer. El procesista no escucha jamás. Vive para sí mismo. Es capaz de cantar 'Imagine' al mismo tiempo que exige nuevas fronteras. Cree que su patriotismo es un asunto que preocupa mucho a los demás. El desinterés ajeno no lo desactiva, sino que le hace más fuerte. Ahora han anexionado tu país a su mapa de turra internacional. Tómatelo con resignación, como si los mormones hubieran elegido tu edificio como finca para evangelizar.

Querido amigo belga,

Bélgica