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Bou (Empresaris) y Pont (Cercle): ¡Dos empresarios, dos Cataluñas..., un combate!
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Juan Soto Ivars

Un murciano en la corte del rey Artur

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Bou (Empresaris) y Pont (Cercle): ¡Dos empresarios, dos Cataluñas..., un combate!

Los dos son empresarios pero tienen una visión totalmente enfrentada del 27-S. Uno se siente orgulloso de ser catalán y español; el otro, cree que España es una falacia

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Esta semana, vuestro murciano en la corte del rey Artur se ha ido a hablar con los responsables de dos círculos empresariales catalanes: José Bou, de la asociación Empresaris de Catalunya, y Albert Pont, del Cercle Català de Negocis. La de Bou es una plataforma compuesta por empresas medianas y pequeñas que se levantaron y gritaron no a la independencia de Cataluña. El boceto de su retrato se dibuja con una de las confesiones que me dedicó: “Yo soy más catalán que muchos de los que quieren separarse de España, de Vic y con 12 apellidos catalanes; pero soy español, muy español, y estoy orgulloso de ser un español de Cataluña porque Cataluña es lo más maravilloso de España. Te lo digo con corazón en la mano”.

José Bou me citó en un lugar vetusto, el Círculo Ecuestre de Barcelona, pero ya desde la primera llamada telefónica tuve la impresión de que hablaba con un hombre tradicional y familiar. La impresión se reforzó al estudiar su empresa. Bou es el dueño de una red de panaderías locales que llevan el apellido de la familia en lo alto. En su página web se ensalzan los aromas y hechuras del auténtico pan tradicional y se apela al valor familiar de la empresa. Don José me repetiría su filosofía empresarial a lo largo de una entrevista que se alejó de la política a medida que se ensanchó nuestra confianza: me dijo que sus trabajadores son como parte de su familia, que todos tienen contrato fijo, que cobran decentemente y reciben regalos como premio a su lealtad.

Convencido de que el pueblo votará no

Estos comentarios no iban a resultar ajenos a su visión política, pues su forma de enfrentarse al proceso de independencia de Artur Mas viene impregnada del mismo aroma tradicional. Bou dedica a los independentistas comentarios parecidos a los de un padre que lamenta las malas influencias con las que se anda su hijo, pero está convencido de que finalmente el pueblo votará que no.

Mis empleados, que son gente muy sencilla, me han dicho que no han votado nunca pero ahora van a ir todos a decirle que no al señor Mas

“Mis empleados, que son gente muy sencilla, me han dicho que no han votado nunca pero ahora van a ir todos a decirle que no al señor Mas. Uno de ellos, un señor con mucho sentido común, me dijo: mire, don José, yo voy a llevarme a mi mujer a votar, y los dos hemos estado muchos años sin ir a las elecciones.”

Conversaríamos bajo un retrato gigantesco del monarca Alfonso XIII, a quien Bou me presentó con cierta familiaridad. El empresario, que ya vio cómo España perdía un territorio –fue legionario en la Marcha Verde– lleva en el dedo meñique un anillo discreto que recuerda su paso por la legión. Está dispuesto a partirse el lomo para convencer al mayor número de empresarios de que manifiesten una posición clara respecto al desafío de Artur Mas & Co.

El caso contrario: Albert Pont

Bien distinto es Albert Pont, más joven que Bou pero una figura clave para comprender la posición y la estrategia de Junts pel Sí de cara al 27-S. Empresario en negocios variados y experto en relaciones internacionales, Pont tiene modales más nerviosos y conversa con elocuencia y agilidad. Me citó en el hotel Pulitzer, junto a Plaza Cataluña, no sé si para pelotearme o porque le pillaba de paso, y allí me encontré a un hombre de más de metro ochenta de estatura que lanzaba predicciones sin rubor.

Tuve la sensación de que este independentismo, reactivo y radical, está destinado a dar mucho que hablar pase lo que pase después del 27-S

Dice saber, con un montón de informes confeccionados por su organización, cómo reaccionará la Comunidad Internacional si el 27 de septiembre gana el independentismo. Pont no pone el corazón en la mano para declarar su amor a la patria: a él se le sale por las venas y los gestos, y se le trasluce el sentimiento independentista en el sudor de la frente. Pero no sólo se siente catalán y no español: está convencido de que España es una ficción sostenida en los pilares del nacional-catolicismo y la caspa carpetovetónica. Podríamos esbozar su filosofía con el título de uno de sus libros: Delenda Est Hispania, donde anuncia el desmoronamiento total de España cuando los planes independentistas se hayan consumado. Dice que otras regiones seguirán el ejemplo de Cataluña, y concluye: “Pobres españoles, les espera un destino desastroso por culpa de este presidente que tienen”. Enérgico y cortés, el presidente del Cercle Català de Negocis busca la complicidad del interlocutor hasta con sus argumentos más agresivos.

Aunque yo sea contrario a sus teorías y crea en la existencia de un país lleno de futuro que se llama España, debo reconocer que consiguió engatusarme. Escuché sus respuestas con fascinación creciente y tuve todo el tiempo la sensación de que este nuevo independentismo, reactivo y radical, está destinado a dar mucho que hablar pase lo que pase después de las próximas elecciones.

Lo que opinan el uno del otro

Ambos, Pont y Bou, se conocen. Los dos dedicaron palabras a ensalzar a su rival ideológico pero se mostraron desdeñosos cuando tocó enfrentar las posiciones políticas. Los dos, tan diferentes, tienen esa clase y saber estar que forma parte de la cultura empresarial de esta región. Para Bou, Pont es un tipo inteligente pero anda fanatizado por el independentismo; para Pont, Bou es un gran empresario de su sector pero un interlocutor inválido en temas de relaciones internacionales.

Mi conclusión, tras hablar con ambos, es que ha terminado el tiempo en que la disputa de Cataluña con el Estado se limitaba a la pela

Mi conclusión, tras hablar con ambos, es que ha terminado el tiempo en que la disputa de Cataluña con el Estado se limitaba a la pela. La dinastía empresarial catalana dejó de hablar su lengua para caer bien al caudillo y luego catalanizó hasta la alfombrilla del baño cuando Pujol resucitó la Generalitat. Se han mantenido en silencio en los últimos años, pero ahora la política llama a todos los despachos. ¿Impondrán su fuerza para frenar las ruedas de la cuadriga, como hizo Lara antes de morir, o saltarán al carro para hacerse con las bridas?

En las dos próximas entregas, ustedes podrán leer las entrevistas completas a Bou y Pont. Es posible que sus palabras les ayuden a decidir su posición.

Esta semana, vuestro murciano en la corte del rey Artur se ha ido a hablar con los responsables de dos círculos empresariales catalanes: José Bou, de la asociación Empresaris de Catalunya, y Albert Pont, del Cercle Català de Negocis. La de Bou es una plataforma compuesta por empresas medianas y pequeñas que se levantaron y gritaron no a la independencia de Cataluña. El boceto de su retrato se dibuja con una de las confesiones que me dedicó: “Yo soy más catalán que muchos de los que quieren separarse de España, de Vic y con 12 apellidos catalanes; pero soy español, muy español, y estoy orgulloso de ser un español de Cataluña porque Cataluña es lo más maravilloso de España. Te lo digo con corazón en la mano”.

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