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La fábula de Fadesa: así vive Fernando Martín dos años después de la gran quiebra
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Nacho Cardero

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La fábula de Fadesa: así vive Fernando Martín dos años después de la gran quiebra

“Fernando Martín era como los jugadores de ruleta”, comenta uno de sus antiguos socios. “Apostaba al rojo, ganaba, doblaba el dinero y lo apostaba de nuevo

Quería ser más rico que Florentino, más influyente que Florentino, más alto que Florentino. Sin lugar a dudas, el peor síndrome que padecía 'El Chato', sobrenombre con el que se le conoce, era el de Florentino

Fernando Martín, 67, licenciado en Ciencias Químicas, lleva gafas caídas como zapatero remendón, habla en el mismo tono que un comerciante de provincia y presume de memoria prodigiosa. Presumir y fabular le van en el cargo. Viejos compañeros de fatigas aseguran que es tan mago como Houdini, que se ha inventado su propia historia y que, de tanto repetirla, la ha terminado haciendo realidad.

Igual que idéo levantar la mayor inmobiliaria del país, también pergeñó en su magín hacerse con la presidencia del Real Madrid y, a fuer de imaginarlo, lo consiguió. Todavía hoy dice seguir manteniendo una relación cordial con el equipo blanco a pesar de salir de aquella forma. “Me llevo muy bien con la plantilla. No he perdido el contacto y sigo yendo al Bernabéu. Me invitan todos los fines de semana. La historia con Florentino Pérez es agua pasada. Sabemos lo que pasó: que al día siguiente de irse ya quería volver a la presidencia. Alguna vez he hablado con él e incluso me ha pedido perdón”.

Cuando Ignacio Camuñas llegó de nuevas a Valladolid como cabeza de lista por la UCD allá por 1979 se encontró de secretario provincial del partido a un chico “muy inteligente y trabajador”, un tal Fernando Martín, del que no se podía imaginar entonces el papel protagonista que tendría años después. La aventura política le duró sólo tres años y medio, hasta que se produjo la debacle electoral de la UCD. Entonces Camuñas se lo llevó a Madrid y le metió en la compañía familiar, Prehogar Servicios Inmobiliarios, lo que supuso su primera toma de contacto con el mundo del ladrillo. “Allí fui subdirector, director y consejero delegado. Conseguí mucho dinero para ellos”.

Compraba suelo a precio de saldo a ACS y FCC y después lo revendía por el triple. “¿Por qué ACS y FCC se prestaban a ese juego? Nadie lo sabe", dice un cooperativista.

Compraba suelo a precio de saldo a la ACS de Florentino Pérez y a la FCC Construcción de Emilio Cebamanos y después lo revendía por el triple. “¿Por qué ACS y FCC se prestaban a ese juego? Nadie lo sabe”, dice un cooperativista. Fernando Martín se hizo en enero de 2001 con la Parcela 37.3 de Montecarmelo por 2,4 millones de euros y la recolocó cuatro meses después por 6,2 millones; la Parcela 11.3 la adquirió por 1,75 millones y la vendió nueve meses más tarde por cuatro veces más: 7,7 millones.

La operativa era sencilla y consistía, grosso modo, en especular con la vivienda de protección oficial. Fernando Martín se quiso aprovechar de las lagunas de este mercado, igual que los los Pelayos se hicieron millonarios aprovechándose de las imperfecciones de las mesas de ruleta. “ACS y FCC no me regalaban el suelo. Yo se lo compraba. Es verdad que después se lo vendía a las cooperativas a un precio superior. No soy tonto”, dice.

En 2011, sin embargo, las tornas parecen haber cambiado. Martín se muestra eufórico. Sujeta entre sus manos un cuadro con las cifras de la compañía de la misma forma que el Rey Arturo blande su mágica Excalibur: más de 5.700 viviendas vendidas de 2008 a esta parte, una deuda reducida a 5.200 millones, unas pérdidas que a 31 de octubre del pasado año no llegaban a los cien millones frente a los 2.500 de hace dos ejercicios. “¿Cómo es posible que esté vendiendo tantas casas? Porque nadie tiene suelo a un precio tan bajo como el mío”. Fernando Martín ha vuelto. Se ha levantado y ha echado a andar. Es otro síndrome: el de Lázaro.

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