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España pierde Euskadi (la indolencia de López)
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Nacho Cardero

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España pierde Euskadi (la indolencia de López)

Los vascos han votado nacionalista. Entre PNV y Bildu suman 48 escaños de 75 posibles, un 60% del total. La debacle de los constitucionalistas debería tener

Los vascos han votado nacionalista. Entre PNV y Bildu suman 48 escaños de 75 posibles, un 60% del total. La debacle de los constitucionalistas debería tener consecuencias. Sería cínico por su parte culpar de los resultados a ETA, o al partido que defiende los ideales de la banda, o al Tribunal Constitucional que le dio pábulo y le abrió las urnas, o siquiera a ese manto coercitivo y cuasi fascista bajo el que se esconde parte de la sociedad vasca. No, el verdadero responsable del hundimiento, de que España haya perdido Euskadi igual que está a punto de que le den un puntapié en Cataluña, es la indolencia del PSOE y, en menor medida, del PP. La inacción que ha dominado sus tres años y medio de legislatura.  

Los López, Ares y Cía han desperdiciado una oportunidad histórica para erradicar los modos extorsionadores de buena parte del nacionalismo. No han sabido hacerlo. Vitoreado en Ferraz, Patxi López siempre ha exhibido en Euskadi un perfil pésimo como gestor y de hombre-marioneta, primero de Zapatero y luego de Rubalcaba. Ahí están sus índices de popularidad –en el subsuelo- para confirmarlo. El PSE ha perdido ocho escaños respecto a las elecciones vascas de 2009, lo que supone sus peores datos desde 1980. Habrá que esperar todavía un tiempo para calibrar la verdadera dimensión del hundimiento socialista. 

Los populares vascos tampoco están para tirar cohetes. Su discurso atemperado y a veces ambiguo (léase Bolinaga) no les ha reportado rédito alguno. Han perdido tres escaños. “Ahora se ve con toda su crudeza el grave error del Constitucional de legalizar a Bildu en contra del Supremo”, lanzó la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre en lo que sonaba a una justificación redactada de antemano. “El TC legitimó la formación sin que ETA hubiera entregado las armas. Ese fue el error. Si la banda no se disolvió entonces, menos lo va a hacer ahora”, añade un cargo de Interior.

En cambio, el prisma desde el que el mundo del dinero analiza los comicios difiere en lo sustancial. No es tanto ETA como la economía. “Es verdad. Estaban asfixiados y se les resucitó por una decisión política. Porque la legalización de Bildu por el Tribunal Constitucional fue una decisión política. Y ahora, amparados en la denominada ‘Paz Social’, se hacen fuertes en las instituciones”, comenta apenado un empresario vasco. “Sin embargo, el ascenso de Bildu no explica la derrota por goleada del PSE. Muchos vascos han votado pensando en el bolsillo. Patxi lo ha hecho mal y el PNV tiene imagen de buen gestor”, concluye. 

Las cifras que deja López resultan dramáticas para una comunidad nada acostumbrada a las penurias. Ahí están el peor dato de paro de septiembre desde 1997, un PIB que se encuentra en los mismos niveles que en 2005, una crisis económica que lejos de amainar toma velocidad de crucero, cierre de empresas en cascada y un malestar que permea como esponja a la sociedad civil. En las tabernas donde antes solo se discutía de la rivalidad entre Athletic y Real y se hablaba algo –bastante poco- de la violencia etarra, ahora, entre zurito y zurito, sólo se conversa sobre la merma de salarios, la falta de actividad económica y el desmantelamiento de industrias históricas como la naval.

Un artículo publicado en la BBC señalaba imprudentemente al País Vasco como un vergel en ese páramo económico llamado España: “Las historias de éxito económico son raras en la España actual (…) Pero si nos adentramos en las montañas del País Vasco hasta arribar al pequeño municipio de Arrasate, encontraremos una y muy ejemplar”. Se refería a la Mondragón Corporación Cooperativa (MCC). Pues bien, la MCC actual es un grupo resquebrajado, con un beneficio que se ha desplomado el 42%, un Eroski fagocitado por Mercadona, una marca como Fagor que sufre lo indecible para llegar a break even, y un puñado de cooperativas que pone pies en polvorosa para no seguir contribuyendo a paliar con sus ingresos las pérdidas de la corporación.

Los vascos han escogido a Urkullu como lehendakari con un mandato prioritario: salir de la crisis. El terrorismo apenas ocupa el cuarto puesto en el ranking de preocupaciones del País Vasco y la economía se erige como principal problema. Sin una moralidad definida, Urkullu se muestra como un líder pragmático al estilo Josu Jon Imaz, que busca hacer un guiño cómplice a los empresarios y transar con los socialistas. Hasta dentro de unos años no se acordará de la independencia. No conviene.

Pero la palabra de Urkullu no supone ninguna garantía. Artur Mas tenía un discurso similar y miren el lío secesionista que ha montado en Cataluña. Así, igual que hemos sido testigos estas elecciones del romance entre Eusko Alkartasuna (EA), hermanos de sangre del PNV, y Bildu, quién sabe si algún un día veremos a Urkullu bailándole el agua a Laura Mintegi para poner en marcha un nuevo proceso secesionista que rompa un poco más España.

Los vascos han votado nacionalista. Entre PNV y Bildu suman 48 escaños de 75 posibles, un 60% del total. La debacle de los constitucionalistas debería tener consecuencias. Sería cínico por su parte culpar de los resultados a ETA, o al partido que defiende los ideales de la banda, o al Tribunal Constitucional que le dio pábulo y le abrió las urnas, o siquiera a ese manto coercitivo y cuasi fascista bajo el que se esconde parte de la sociedad vasca. No, el verdadero responsable del hundimiento, de que España haya perdido Euskadi igual que está a punto de que le den un puntapié en Cataluña, es la indolencia del PSOE y, en menor medida, del PP. La inacción que ha dominado sus tres años y medio de legislatura.  

Patxi López Banco de España