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A la caza del político
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Nacho Cardero

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A la caza del político

Acababan de anunciar el fallecimiento por cáncer de Mercedes de la Merced, miembro significado del Partido Popular, y ya había colgados varios comentarios en la noticia

Acababan de anunciar el fallecimiento por cáncer de Mercedes de la Merced, miembro significado del Partido Popular, y ya había colgados varios comentarios en la noticia publicada por El Confidencial a eso de las once de la mañana del domingo:

Número uno: “Fallece una castuza de la clase política extractiva que padecemos. No creo que, aparte de su familia, nadie llore su muerte. Parásita del sistema partitocrático, los españoles poco le deben, más bien le deberían reclamar a sus herederos parte de la inmensa fortuna que ha acumulado en todos sus años como miembro del apparatchik pepero”.

Número cuatro: “El morirse no hace a las personas mejores de lo que son. Simplemente, he intentado ser objetivo con ella…”.

Número seis: “Pues mira, no lo siento nada, una corrupta, aprovechada, chupóptera, hoy me tomo un Martini seco con aceituna para celebrarlo. A ver si la siguen toda la nómina de ppsoeros que nos arruinan”.

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Un destacado dirigente del PP llamó abatido tras leer los exabruptos que colgaban de la noticia. El tono de su voz denotaba indignación e ira a partes iguales, como la mirada que Mads Mikkelsen, el actor de la implacable La caza, clavaba a los fieles de la iglesia del pueblo, preguntándose cómo se podía haber llegado hasta tal extremo, por qué le habían condenado sin pruebas, por qué le habían repudiado primero y lapidado después dando pábulo a rumores infundados, por qué sus vecinos ideaban argumentos inconsistentes para armar estas difamaciones, por qué sus amigos hacían lo mismo; por qué, se preguntaba el protagonista de la formidable película danesa, y por qué, se preguntaban en Génova 13, España imita tan deleznables comportamientos hasta el punto de desear la muerte de quien acaba de fallecer.

Antes vinieron el asedio al Congreso y los escraches a los políticos, sus familias y vecinos, en una espiral peligrosa que amenaza con desembocar allá donde no se quiere. Mercedes de la Merced declaró en noviembre como imputada en el caso que se sigue contra Bankia. Podía haberse abstenido de acudir a la Audiencia Nacional alegando enfermedad, pero aun así se presentó ante el juez. Durante su declaración, reconoció que fue incapaz de prever lo que iba a suceder con las preferentes, que ella también las había adquirido y que lo había hecho porque creía en Bankia. A su salida, un grupo de afectados la zarandearon e insultaron. Abatida por el tumor y afectada por las increpaciones, confesó que “jamás había pasado por un trago igual”.

Ante el adocenamiento de los partidos, una parte cada vez más numerosa de la sociedad ha puesto en marcha un juego casi bélico para removerlos de sus poltronas. Podría denominarse A la caza del político y está tristemente de moda. No se distingue entre buenos y malos. Sólo se apunta y disparaAnte el adocenamiento de los partidos, una parte cada vez más numerosa de la sociedad ha puesto en marcha un juego casi bélico para removerlos de sus poltronas. Podría denominarse A la caza del político y está tristemente de moda. No se distingue entre buenos y malos. Sólo se apunta y dispara. El expresidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, denunció en El Confidencial estas prácticas golpistas y las comparó con el 23-F, para añadir que “si una votación es la consecuencia del chantaje, la coacción, el miedo o el temor, lo votado no vale”.

Incluso páginas como Change.org, llamadas a ser el ágora de estos tiempos y plataforma viral para iniciativas populares, tuvo colgada durante horas una petición de recogida de firmas para que el ejército se levantara en armas y derogara la Constitución de 1978. Querían resucitar a Mola y Queipo de Llano.

La sociedad entiende que hay razones más que de sobra para rebelarse contra una casta que se erige como principal responsable de la crisis en la que anda sumergido el país. Una crisis que es más de identidad y de valores que económica, en tanto en cuanto la clase política ha engañado, se ha corrompido y se ha blindado en el Congreso cual niño burbuja. Todo por perpetuarse en el poder y negarse a escuchar a la calle y los aires de regeneración que esta les reclama. No hay distingos: los dos grandes partidos se resisten por igual a este proceso de regeneración.

Sin embargo, esta rebelión que debería ser civil y pacífica está derivando en violencia verbal e incluso física. Una alcaldesa relataba recientemente a El Confidencial el miedo que sintió cuando, llegando de madrugada a casa, se encontró los pasillos y puertas de su edificio llenos de pegatinas que la señalaban directamente. La alcaldesa había tenido que esperar a bien entrada la noche para constatar que los manifestantes habían desistido del escrache y regresar a su hogar con la familia.

Aunque en ocasiones se dude de ello, en España todavía rige el imperio de la ley y los ciudadanos pueden colocar y derrocar Gobiernos sin tener que levantarse en armas. Albert Rivera, además de figura en alza, es uno de esos férreos convencidos de que esta partida se gana en las urnas. El líder de Ciudadanos argumentaba recientemente que para vencer a los partidos omnímodos no hay que ir por el camino de en medio, ni con pitos, ladrillos o puños americanos, sino que basta con aprovechar las grietas de nuestra enclenque democracia. Ese sistema, precisamente, que permite a un votante decantarse por una opción política y doblegar a unos partidos periclitados que parecían llamados a controlar el Parlamento ad eternum.

Acababan de anunciar el fallecimiento por cáncer de Mercedes de la Merced, miembro significado del Partido Popular, y ya había colgados varios comentarios en la noticia publicada por El Confidencial a eso de las once de la mañana del domingo: