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El dilema de Telefónica en once caracteres: Matthew Key
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Nacho Cardero

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El dilema de Telefónica en once caracteres: Matthew Key

Tenía lugar la reunión anual de la Confederación Española de Directivos Ejecutivos (CEDE), 14 de noviembre, Málaga, cuando Felipe González descerrajó una de esas frases que

Foto: Matthew Key, presidente y CEO de Telefónica Digital (http://blog.digital.telefonica.com/)
Matthew Key, presidente y CEO de Telefónica Digital (http://blog.digital.telefonica.com/)

Tenía lugar la reunión anual de la Confederación Española de Directivos Ejecutivos (CEDE), 14 de noviembre, Málaga, cuando Felipe González descerrajó una de esas frases que parecen sacadas del magín de McKinsey: “Van a quedar dos grandes compañías de telecos en Europa, y una de ellas será Telefónica”. Hablaba en su doble condición de expresidente del Gobierno y alter ego del multimillonario Slim en España, esto es, del enemigo público número uno de la operadora presidida por César Alierta. González alabó el tamaño y la visión de la multinacional por sus planteamientos digitales. Es la línea imperante. “Se es digital o no se es”, arguyen los gurús.

El debate de Telefónica es viejo. Hace tiempo que la cúpula de la operadora se planteó si ir a setas o a rólex, si debía prevalecer el negocio tradicional, el de carrier, el de líneas y zapatófonos, o si por el contrario debían convertirse en el nuevo Google. Los directivos de la compañía, reunidos en uno de sus comités de transformación, se decantaron por la segunda de las opciones. La decisión era inamovible. Su mayor defensor, el propio número uno. “¿Qué queremos ser? Una telco digital. Sin duda”.

Otra cosa es cómo hacerlo. Se ha desatado tal burbuja de ideas que cuesta discernir cuáles tienen una mínima probabilidad de alcanzar el éxito y cuáles pasarán a formar parte del cada vez más nutrido cementerio de TICS. Las big four, los gurús y los emprendedores aseguran, casi a diario, haber encontrado la piedra filosofal. Pero nadie sabe nada. Muchos proyectos; precios caros. Otra burbuja de ideas 3.0.

Alierta, sin embargo, cree haber encontrado la llave para solventar este dilema. Se trata de Matthew Key (Londres, 1963), presidente y CEO de Telefónica Digital (TD), un tipo tan british que parece la reencarnación adulta de Guillermo el travieso. Blancuzco, un tanto panocha, no puede ocultar sus orígenes sajones ni aunque quisiera. En España es prácticamente un desconocido, pero lo cierto es que “manda mucho, más de lo que os podáis imaginar”, cuenta con ascendente sobre el presidente y goza de una independencia tal que ha levantado ronchas entre sus compañeros de Las Tablas. El parné tiene parte de culpa. En la operadora reconocen que, por venir de O2, es un hombre caro. Su peso se cuantifica en libras esterlinas. Dicen que cuando ponga pies en polvorosa se llevará mucho dinero, unos 20 millones. En el rango del ex-CEO Julio Linares.

Key formaba parte del comité ejecutivo de la operadora británica O2 cuando Telefónica lanzó su OPA por 26.000 millones de euros. Los ingleses pusieron puente de plata a la entrada de los españoles y al cambio se llevaron un aval que les garantizaba suculentas indemnizaciones. Al contrario que su colega Peter Erskine, que decidió dejar los cargos ejecutivos tras la absorción, Key continuó en la misma. Fue nombrado director general de Telefónica O2 Europa en noviembre de 2007, cargo que ocupó hasta 2011. “Luego Alierta le llamó para hacerle el favor o la faena de su vida: ofrecerle la presidencia de Telefónica Digital. Matthew aceptó y, como contrapartida, le dio libertad absoluta”. Con residencia en Londres, se rodeade ejecutivos procedentes en su mayoría de la propia O2 y British Telecom. Pocos españoles.

De Gonzalo Martín Villa a Luis Placer

Alierta ha dado con su demiurgo. Ahora le faltan las musas y, lo más complicado, llevarlas al teatro. Hay proyectos digitales a gogó. Es doblar la esquina y chocarte con alguien que presume de uno. Pocos, en cambio, llegan a verlos hechos realidad. Apenas meros espejismos.

Hasta hace escasos meses, Telefónica Digital no pasaba de ser eso, un espejismo, un cajón de sastre donde cabía todo. De ahí colgaba Wayra, el ‘yacimiento de inteligencia’ o incubadoraque preside Luis Solana y dirige Gonzalo Martín Villa, hijo de Rodolfo, exministro de la UCD. También estaban Telefónica Ventures y Amerigo, la red de fondos tecnológicos, donde tiene funciones ejecutivas Luis Placer, sobrino de Alierta, o Tuenti, red social que arrasa entre los jóvenes y que fue adquirida por la multinacional española con el fin de acceder al mercado adolescente y venderles móviles low cost. All shaken and not stirred, como los martinis de James Bond.

El presidente de Telefónica, César Alierta. (EFE)De las dos grandes áreas de TD, la del negocio y la que prepara el camino para el negocio, Key se está centrando en la primera. Con resultados dispares. Ha hecho adquisiciones controvertidas, como la de Jajah (servicio de voz IP), por la que desembolsó 145 millones de euros; se ha lanzado a operaciones de futuro incierto como Wanda (joint venture con Mastercard), que anda a la pata coja, y al mismo tiempo está flirteando con Monetise (proveedor de dinero móvil), todos ellos negocios tan atractivos como precarios por los que han desembolsado importantes sumas de negocio sin retorno aparente. Los números no salen. El filón digital parece estar seco. Más que del Valle del Silicio habría que hablar del Valle de la Muerte.

Los analistas han recibido con buenas palabras los resultados de Telefónica del tercer trimestre. Ha registrado un beneficio neto de 3.145 millones de euros en los nueve primeros meses y una deuda de 46.101 millones, un 10% menos respecto a los 51.259 que arrastraba desde principios de año. Sin embargo, su división digital, llamada a ser el motor de la operadora, apenas ha crecido un 17,9% en términos orgánicos, por debajo de las previsiones y, sobre todo, de los deseos de Alierta.

“La hoja de ruta de Matthew pasaba primero por aglutinar todos los activos del mundo digital. Eso ya está hecho. Ahora hay que enfocarse en el crecimiento”, defienden en la operadora. “Sí, estamos creciendo, pero no todo lo que deseáramos. Hemos fijado un plan muy ambicioso para hacerlo rápido, a un ritmo del 25%. Se ha cambiado la organización de esta división para alcanzar esos guarismos”. Se pretende que Telefónica Digital aporte al grupo unos ingresos de 5.000 millones de euros en 2015.

Message from Matthew

Con el encabezado de “Es momento de acelerar”, Key mandó recientemente un videomensaje a sus empleados en el que les comunicaba el nuevo organigrama y les impelía a echar el resto: “Telefónica nos ha dado el privilegio y el reto de crear un nuevo y fantástico negocio a través de Telefónica Digital. Hemos crecido y progresado en la consecución de este reto. Hemos evolucionado nuestro modelo operativo y nuestros ingresos están acelerando. Tenemos que continuar acelerando o nuestro liderazgo frente a otras telcos se verá amenazado (…). La clave en cualquier cambio de modelo operativo es que pasemos el período de incertidumbre lo antes posible y continuemos construyendo el futuro incluso cuando la incertidumbre está presente. Esto es particularmente importante en estos momentos”.

La división digital de Telefónica ha dado algunos golpes de efecto, como el sistema operativo Firefox OS, con el que busca romper el duopolio de Apple y Google, así como el contrato que ganó en Reino Unido para desplegar contadores inteligentes de luz y gas, valorado en 1.750 millones de euros. Una pastizara. Pero sigue sin ser suficiente.

Los telefónicos de la vieja escuela, los que miran con resquemor el paño inglés que les traen de las islas, entienden que los mimos que reciben del ‘jefe’ no van en paralelo a los resultados de la filial online. Cuando hay problemas son ellos, los clásicos, quienes tienen que sacar el maletín de Señor Lobo para solventarlos. Valga el caso de Julio Linares, quien, ya fuera de la operadora, está tratando de arreglar el desaguisado de Telecom Italia como consejero que es de la misma. Le acompañan Luis MiguelGilpérez y Emilio Gayo. Es decir, sus chicos de Telefónica España. Vieja escuela.

Tenía lugar la reunión anual de la Confederación Española de Directivos Ejecutivos (CEDE), 14 de noviembre, Málaga, cuando Felipe González descerrajó una de esas frases que parecen sacadas del magín de McKinsey: “Van a quedar dos grandes compañías de telecos en Europa, y una de ellas será Telefónica”. Hablaba en su doble condición de expresidente del Gobierno y alter ego del multimillonario Slim en España, esto es, del enemigo público número uno de la operadora presidida por César Alierta. González alabó el tamaño y la visión de la multinacional por sus planteamientos digitales. Es la línea imperante. “Se es digital o no se es”, arguyen los gurús.

César Alierta Noticias de Telefónica