Caza Mayor
Por
Belén Romana, poderosa Afrodita
La Sareb ha enterrado a ‘Hércules’ antes de verlo nacer y se ha pasado al ‘Íbero’. Bajo el nombre de Hércules se escondía un proyecto tecnológico
La Sareb ha enterrado a ‘Hércules’ antes de verlo nacer y se ha pasado al ‘Íbero’. Bajo el nombre de Hércules se escondía un proyecto tecnológico para agrupar en una única plataforma los activos diseminados entre las distintas entidades intervenidas. Para desarrollarlo, la Sareb contrató a Oliver Wyman. La consultora recibió 3.540.000 euros en 2013 por su diseño o, lo que es lo mismo, 295.000 euros al mes. El equipo de trabajo de OW constaba de cinco personas. Echando cuentas, casi 60.000 euros/mes por consultor. Minutas de oro por, hablando mal y pronto, levantar castillos en el aire.
Oliver Wyman cobró, pero el proyecto no se llegó a ejecutar. Ahora la Sareb ha ideado otro, Íbero, para el que han fichado a KPMG, que tampoco trabaja gratis. Es por esto por lo que no está del todo clara la diligencia con la que se han gestionado estas partidas de gastos, especialmente si se tiene en cuenta que el ‘banco malo’, tomando un poco de aquí, sisando otro tanto de allá, se alimenta de fondos públicos. Lo que sí parece meridianamente claro a estas alturas es que debe haber una ristra de auditores y consultores a las puertas de la entidad presidida por Belén Romana implorando arañar algún contrato por pequeño que este sea. Para ganar las cantidades citadas, deben estar rumiando, o se vende el alma al diablo o se trabaja para la Sareb.
Mitad banco y mitad inmobiliaria, mitad pública y mitad privada, la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) es un bicho raro semejante a las quimeras, esos animales mitológicos con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente que se prodigaban en las leyendas, un híbrido al que nos vimos abocados por mandato de la troika para que el sistema financiero español no se fuera definitivamente al garete.
Al frente de la entidad colocaron a Belén Romana (Madrid, 1965), economista del Estado, exdirectora general del Tesoro, exconsejera del Banco de España y también de la CNMV, en resumen, una persona de la confianza del ministro Guindos. De ella destacan su capacidad de trabajo, su carácter desabrido y su perfil netamente ejecutivo de “aquí yo ordeno y mando”. Continuando con la terminología clásica por la que les ha dado ahora a los gurús de la cosa para bautizar sus operaciones (Hércules, Íbero, Casiopea…), Belén Romana podría ser poderosa Afrodita no tanto por ‘diosa’ griega, sino porque es capaz de hacer doblar la cerviz a esos banqueros pagados de sí mismos que se prodigan en las finanzas españolas.
Los hombres de la presidenta
Dicen de ella que, cuando le mostraron el borrador primigenio del organigrama de la Sareb, empezó a tachar las casillas que colgaban de la dirección general de Walter de Luna y las desplazó una a una al paraguas de presidencia. Bien por incompatibilidad de caracteres, bien por su obsesión por mantenerlo todo monitorizado y bajo control, el choque frontal resultaba inevitable. De Luna terminó dimitiendo al igual que Luis Moreno, entonces director financiero, lo que fue aprovechado por Romana para promocionar a los suyos, esto es, a los profesionales procedentes de Ono, donde había desempeñado la labor de directora de Estrategia y Desarrollo Corporativo.
De entre los que ganaron poder destacan Óscar García Maceiras, secretario general y del consejo, “que es quien maneja en la trastienda”, y Alfredo Guitart, hombre de la máxima confianza de la presidenta, exauditor interno de Ono y, desde la reestructuración de febrero, responsable de la dirección de recursos corporativos que ha salido de fusionar la de medios y operaciones. Guitart tiene el dudoso honor de ser el supervisor del fallido proyecto Hércules y, de alguna forma, responsable directo de que más de 3,5 millones de euros terminaran en el desagüe del banco malo.
¿En qué se gasta el dinero la Sareb? Pase el ratón por el gráfico
Quizá porque la Sareb dispara con pólvora de rey, la oposición recriminó a Belén Romana en su reciente comparecencia en el Congreso que pecara de manirrota y no tuviera mayor control sobre el dinero. Según el balance oficial, los gastos generales del ‘banco malo’ ascendieron a 401 millones de euros en 2013, de los que 196 correspondieron a las comisiones que la entidad paga a terceros por el mantenimiento y venta de sus activos y otros 38 millones de euros fueron a parar a los Oliver Wyman, KPMG y compañía, esto es, a los consultores, auditores, abogados, brokers (y así hasta 279 proveedores) a los que acude el banco malo para subcontratar servicios.
Toda una pastizara para regar la huerta de asesores que, dicen las malas lenguas, no son sino canonjías con las que agasajar a sus futuros empleadores, pues es de sobra conocido que el banco malo tiene año de caducidad, 2027, y los ejecutivos del mismo deberán ir buscando nuevos acomodos según se aproxime esa fecha.
“Nosotros tenemos gastos externos muy altos porque es nuestro modelo. Podíamos haberlo hecho in home, y fichar a 3.000 trabajadores, y montar todo un banco para gestionar los 50.000 millones que tenemos. Pero claro, a los cuatros años, según nos fuéramos deshaciendo de los activos, tendríamos que ir achicando la estructura e ir despidiendo gente. Y eso no es lo que queríamos”, explica un portavoz oficial de la entidad. “Sí, nuestro modelo se basa en la subcontratación y eso siempre es caro”.
Por su naturaleza semipública, sin embargo, los gestores de Sareb deberían hacer gala de una mayor prudencia a la hora de tirar de chequera, pecar de pacatos si se quiere, cerciorarse de que las partidas de gastos no se inflan en beneficio de terceros, huir de la opulencia, y preferir emparedados de jamón y queso antes que canapés de salmón y bocartes de Santoña. La personalidad está en los detalles y los detalles desvelan el ADN de un ‘banco malo’, pero sobre todo de un ‘banco caprichoso’.
El contribuyente paga el catering
Según la hoja de gastos a la que ha tenido acceso El Confidencial, la Sareb paga 1.088.000 de alquiler por sus oficinas de Paseo de la Castellana 89. Además, destina una partida presupuestaria de 13.000 euros para el catering semanal de la dirección. También hay una de 8.000 para el catering mensual del consejo de administración. Por si fuera poco, reserva otra de 10.000 euros para vending y productos de cocina. Tanto comer, los de Sareb deben padecer el síndrome de Carpanta, aquel personaje de tebeo de apetito insaciable. El contribuyente, claro está, paga la cuenta.
En el ‘banco malo’ admiten ciertos desajustes en la estrategia porque “la Sareb nos vino hecha y la hemos tenido que ir cambiando. Pero ahora ya podemos decir que está estructurada y con el personal y la madurez adecuados, centrándonos en lo que nos tenemos que centrar, que es el concurso de nuestra cartera de activos”.
Por un lado, han fichado a Jaime Echegoyen como consejero delegado, un peso pesado de las finanzas y profesional de reconocido prestigio. Por otro, han puesto en marcha el denominado proyecto Íbero, un plan mediante el cual pretenden dividir sus activos en diez bloques y adjudicarlos “a más de un actor y menos de nueve” entre los fondos y bancos que van a pujar en el concurso. De esta forma, quieren finiquitar esa anomalía que suponía que los cedentes [entidades que habían traspasados sus activos tóxicos a la Sareb] fueran a su vez los que se encargaran de la venta de los inmuebles. Una labor que hacían de forma “irregular”, pues obtenían más ingresos con lo que les abonaban por el mantenimiento y gestión de los activos que con la comisión de venta.
Hay tantos interrogantes que se podría hacer un Trivial Pursuit* de la Sareb:
– ¿Cuánto se llevó el headhunter Heidrick por buscar candidatos para el puesto de consejero delegado?
– ¿Qué cuantía reservaron para la compra de cargadores para iPad?
– ¿Y para la seguridad de sus oficinas?
– ¿Cuánto pagan por el seguimiento diario de la prensa online?
– ¿Y de la prensa de papel?
*Las soluciones en el gráfico superior.
La Sareb ha enterrado a ‘Hércules’ antes de verlo nacer y se ha pasado al ‘Íbero’. Bajo el nombre de Hércules se escondía un proyecto tecnológico para agrupar en una única plataforma los activos diseminados entre las distintas entidades intervenidas. Para desarrollarlo, la Sareb contrató a Oliver Wyman. La consultora recibió 3.540.000 euros en 2013 por su diseño o, lo que es lo mismo, 295.000 euros al mes. El equipo de trabajo de OW constaba de cinco personas. Echando cuentas, casi 60.000 euros/mes por consultor. Minutas de oro por, hablando mal y pronto, levantar castillos en el aire.