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'Torquemada' Roldán tiene una misión: exterminar al Uber de las finanzas
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Nacho Cardero

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'Torquemada' Roldán tiene una misión: exterminar al Uber de las finanzas

Los mercados no atacan, se defienden; los bancos no son los responsables de la crisis del 2007 sino las víctimas; no es cierto que se hayan

Foto: El presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán. (EFE)
El presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán. (EFE)

Los mercados no atacan, se defienden; los bancos no son los responsables de la crisis sino las víctimas; no es cierto que se hayan dejado de conceder préstamos… son los particulares quienes han dejado de solicitarlos. Distintos argumentos, el mismo poder. Han transcurrido siete años y nada parece haber cambiado desde entonces. Una sensación de déjà vu flota en el ambiente y lleva a pensar a muchos expertos que apenas hemos aprendido de nuestros errores y que dentro de un tiempo, seguramente no mucho, tropezaremos en la misma piedra. Dos Guindos, un MOU y 100.000 millones después, la banca sigue siendo la dueña y señora del cotarro.

Con andares un tanto displicentes, propios de aquellas personas que se sienten investidas de un halo infranqueable, los principales banqueros de este país se reunieron en Velázquez 64, donde se levanta la vetusta sede de la Asociación Española de Banca (AEB), para nombrar a José María Roldán presidente de la misma e inquisidor general del Reino, ya que al exdirector general del BdE le han encomendado que ejerza de fray Tomás de Torquemada y mande a la hoguera a todos los que no se guíen por la ortodoxia bancaria y comulguen con la fe de Botín, González, Fainé y Cía. “Exigit sincerae devotionis affectus”.

El pasado 17 de junio, durante los cursos de la Universidad Menéndez Pelayo, el nuevo jefe de la AEB señaló que “la próxima crisis no vendrá de la banca sino de otras áreas financieras”. Sus declaraciones resultan esclarecedoras: hay que exterminar a los bancos en la sombra o shadow banking, esto es, a los fondos de deuda que levantan capital para prestar a las pequeñas y medianas empresas. Ellos son los nuevos herejes. El 'shadow banking' es a la AEB lo que Uber a los taxistas, un nuevo actor capaz de arrebatarle parte del negocio y acabar con sus privilegios. A la hoguera. Todos a la hoguera.

La banca es como en el chiste: ni presta ni quiere que los demás presten. Las palabras de Roldán, sugiriendo que la próxima crisis sistémica vendrá por el lado de estos fondos, han desatado las hostilidades. Las posiciones numantinas de las grandes entidades se han dado de bruces con outsiders tales que los Ontiveros, Ureta, Eguidazu, Arcano, CVC, Bravo Capital, etcétera, gestoras que apuestan por este tipo de vehículos para dinamizar la economía. Se estima que los fondos de crédito que prestan dinero a pymes españolas levantarán en torno a los 2.000 millones de euros. En el peor de los escenarios, la pérdida potencial quedaría limitada a esta cantidad y la asumirían única y exclusivamente las gestoras. Repito: las gestoras.

En el caso la banca española, el saldo vivo de crédito que mantienen con las empresas asciende a 581.265 millones de euros. El dinero que se presta es de los depositantes. Para más inri, se presta con apalancamiento. La más elemental ‘lógica capitalista’ debería llevarnos a pensar que si el deal sale mal, deberían ser las entidades quienes pagaran los platos rotos igual que en el shadow banking. Pero no es así. Como ya se ha comprobado en la última y devastadora gran recesión, las entidades tradicionales acuden a papá Estado para que sea éste quien ponga la guita con la excusa de la manida crisis sistémica, de que si caen ellas, luego vendrá el conjunto del sistema y no se sabe qué otras plagas bíblicas. Es la palabra de la AEB y de la Santa Inquisición. En resumidas cuentas: si la banca incurre en malas praxis, quien se hace cargo de la factura somos usted y yo. Repito: usted y yo. El dinero para la banca, los problemas siempre para el contribuyente.

Reniegan del shadow banking por no estar regulado y ofrecer condiciones más ventajosas. En general, la banca tiene miedo a todo lo nuevo que escapa a su control. A los capos de la cosa se les llena la boca con la palabra “cambio”, CAMBIO en mayúsculas, e incluso acuden a la Casa del Libro a adquirir ejemplares sobre los nuevos tiempos y la revolución digital, pero luego, a la hora de la verdad, para lo único que emplean esos libros es para calzar las mesas de sus despachos.

Roldán, aquí un amigo, anda estos meses tendiendo sus tentáculos en torno al cuello del Partido Popular para intentar que las labores de supervisión alcancen también a la banca en la sombra y la obliguen a cumplir con unas exigencias de solvencia que terminen por asfixiarla. Hasta el momento, el Gobierno se ha mostrado más partidario de la desbancarización del país y de promover la economía colaborativa que de dejarse llevar por los cantos de sirena de la AEB. Pero los caminos del Señor son inescrutables y las habilidades de persuasión de las grandes entidades financieras, muchas y eficaces. Y si no que se lo digan a las gestoras independientes de titulización de activos, que todavía se preguntan de dónde habrá venido ese puñal que llevan clavado en la espalda.

En el anteproyecto de Ley XX/2014, de fomento de financiación empresarial que está elaborando el Ministerio de Economía y Competitividad, el Título III sobre el régimen jurídico de las titulizaciones establece unos requisitos que dan la sensación de estar redactados ad hoc por los bancos en detrimento de los operadores más pequeños. En concreto, el borrador establece que, para ser sociedad gestora de fondos de titulización, se deberá “disponer de un capital social mínimo de un millón de euros, totalmente desembolsado en efectivo y representado en acciones nominativas. Asimismo, el capital social mínimo exigible se verá incrementado en un 0,02% de la suma del valor contable de las operaciones de los activos de los fondos bajo su gestión, en la medida en que exceda de 250 millones de euros”.

Teniendo en cuenta tales exigencias de capital y los elevados montantes que se mueven en las operaciones de titulación, las gestoras independientes -curiosamente las más activas en este segmento-, caso de Titulización de Activos (TDA), Intermoney y en menor medida Ahorro y Titulización (AYT), pueden darse por fusiladas al amanecer. De hecho, están sopesando seriamente poner pies en polvorosa y trasladarse a Francia o Luxemburgo.

España se resiste a las desbancarización. Los poderes fácticos arremeten contra el shadow banking y las gestoras independientes por temor a perder su estatus. Según un informe elaborado conjuntamente por el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, el 30% de la financiación en Estados Unidos se hace con métodos extrabancarios, básicamente titulización. En Europa no llega al 5%. Al BCE no le duelen prendas en reconocer que la salida de la crisis tiene que venir por estos modelos alternativos. Es la única forma de que fluya el dinero hacia la economía productiva. Pero ni aun así. En esta vida y en este país de nombre España, no hay más fielato que el de la gran banca ni más credo que el de Emilio Botín y Francisco González. Amén.

Los mercados no atacan, se defienden; los bancos no son los responsables de la crisis sino las víctimas; no es cierto que se hayan dejado de conceder préstamos… son los particulares quienes han dejado de solicitarlos. Distintos argumentos, el mismo poder. Han transcurrido siete años y nada parece haber cambiado desde entonces. Una sensación de déjà vu flota en el ambiente y lleva a pensar a muchos expertos que apenas hemos aprendido de nuestros errores y que dentro de un tiempo, seguramente no mucho, tropezaremos en la misma piedra. Dos Guindos, un MOU y 100.000 millones después, la banca sigue siendo la dueña y señora del cotarro.

José María Roldán Banca Asociación Española de Banca (AEB)