Caza Mayor
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El día después del 9-N: de la Cataluña de Junqueras a la España de Pablo Iglesias
Oriol Junqueras es un tipo listo, seductor y muy peligroso. Con esas trazas de percherón dócil ha sido quien ha tirado del carro independentista
Oriol Junqueras es un tipo listo, seductor y muy peligroso. Con esas trazas de percherón dócil y esas patas cortas de madera de secuoya gigante ha sido quien ha tirado del carro independentista, el que lo ha convertido en una efectiva fórmula de marketing como los caños de Messi o los castellers de Vilafranca. Se ciñe la estelada a la cintura, se calza una barretina en la cabeza, mete barriga, apela a la épica en el 9-N con un discurso inspirado en Mahatma Gandhi, y ya los tiene bebiendo de su mano.
[Siga en directo el juicio a Mas por el 9-N]
Más que un mercenario a la yugoslava, quienes le rodean ven en él a una Julia Roberts capaz de vender su cuerpo y su alma en aras de la secesión. Junqueras los tiene a todos, catalanes y no catalanes, embelesados como groupies de una banda de rock. El Gobierno de Rajoy debería haberlo olfateado el día que los periodistas foráneos empezaron a pedir disculpas al líder de ERC en las ruedas de prensa por desconocer el catalán y tener que formular la pregunta en castellano.
Frente al hermetismo de Rajoy, que allí, desde su aislamiento monclovita, cada día que pasa está más convencido de que ellos no tienen la culpa de la desafección que asuela al país, que es todo una conspiración de Artur Mas, Pablo Iglesias, Esperanza Aguirre y Pedro J., frente a la indolencia del Gobierno Central, digo, se encuentra la locuacidad del líder de Esquerra, la facilidad para empatizar con sus interlocutores. Oriol Junqueras (Barcelona, 1969) es historiador, ejerce de profesor en el departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la UAB y domina cuatro idiomas (castellano, catalán, francés e italiano), que va utilizando indistintamente para decir eso de: “España es quien más países ha perdido a lo largo de la historia, el que más ha dejado que se independizaran… ¿Qué les importa uno más?”.
Destaca por sus artes camaleónicas, esto es, analizar sistemáticamente el entorno y elaborar un discurso ad hoc para quien tiene en frente. Lo ha demostrado en su interminable tour por los distintos medios de comunicación. Ayer, sin embargo, se le vio en LaSexta más contrariado de lo habitual, tal vez por el protagonismo que le robó descaradamente Artur Mas a lo largo de toda la jornada. Su nerviosismo quedó patente cuando la entrevistadora, Ana Pastor, le sacó a colación que las cámaras le habían pillado abriendo y contando las papeletas, al tiempo que le interrogaba por la fiabilidad de los datos. "Hay 40.000 voluntarios que así lo certifican", se defendió el de ERC. Han realizado el recuento "ante los ojos de los ciudadanos. Lo habéis visto. Estoy seguro de que lo habéis visto. Estoy seguro de que usted no está poniendo en duda la honorabilidad de estos ciudadanos".
Confidencias secesionistas a los inversores
Cambia de registro como el que cambia de chaqueta. En su polémica entrevista con Bloomberg, una de las mayores agencias económicas del mundo, se focalizó en la deuda española e instó a los inversores extranjeros a que hablaran con los políticos catalanes si querían recuperar su dinero, que, en manos de Guindos y Montoro, no pasaban de billetes del Monopoly. Un discurso que igual valía para Merrill Lynch que para JP Morgan, autores de los turbios informes sobre el futuro de España. “Teniendo en cuenta que los tipos de interés no estarán siempre bajos”, reflexionaba Junqueras, y que Podemos, partido anti-establishment que lidera los sondeos, se plantea dejar de pagar la deuda, “un buen camino para prepararse para ese escenario sería hablar con los políticos catalanes”. Y añadía: “Si alcanzamos la independencia, Cataluña podría valerse del precedente de los acuerdos de Dayton sobre Yugoslavia y tomar un 9% del total de la deuda pública española o, lo que es lo mismo, unos 90.000 millones, que es lo que le corresponde a Cataluña del gasto público español de los últimos veinticinco años”.
Dentro de esta contumaz campaña propagandística se inscribe la fiesta del 9-N, que empezó llamándose "referéndum", luego "consulta catalana" y por último "proceso participativo", que en definitiva es eso que algunos han calificado directamente de ‘butifarrada’. La jornada transcurrió sin incidentes y sin tanquetas en la Avenida Diagonal, que es lo que Junqueras hubiera deseado para seguir sumando independentistas a sus huestes. Hubo bastante participación. La Generalitat habla de casi dos millones. Votaron muchos, es verdad, aunque no todos lo hicieron a favor de la secesión. Algunos simplemente lo hicieron contra Rajoy. Cogieron la papeleta del ‘Sí’ como podían haber cogido la de Podemos. Lo único que pretenden estos individuos no definidos ideológicamente es que se les oiga, que quede patente su hartazgo por tanta corrupción y tanta mentira.
Vídeo: laSexta 'caza' a Junqueras escrutando las papeletas del 9-N
¿Y ahora qué? ¿Qué rol va a adoptar Artur Mas? ¿Por qué Rajoy no ha contraprogramado a la Generalitat con una campaña de sensibilización? ¿Por qué ha permitido que los militantes de la ANC y Òmnium fueran comercio a comercio marcándoles con el lazo amarillo de apoyo a la consulta del 9-N? ¿Por qué ha dejado hacer? ¿Por qué está permitiendo que ese sentimiento de odio entre Cataluña y el resto de España se vaya enquistando?
Para dar respuesta a todo ello basta señalar que el día clave no fue ayer sino hoy, 10 de noviembre. Día clave para España, Cataluña y un desnortado bloque soberanista cuyo único gen en común, de existir, radica en la independencia. Porque es ahora cuando hay que pasar de las musas al teatro con un Artur Mas que ayer se extralimitó haciendo caso omiso a la suspensión del Constitucional y asumiendo como propia la consulta catalana; y porque es ahora también cuando la Generalitat debe conseguir 2.000 millones de euros en apenas mes y medio para no entrar en default. Con unos presupuestos prorrogados, sin los 600 millones del impuesto a los depósitos bancarios, con las deudas que arrastran con las operadoras de telecomunicaciones, sin poder emitir 850 millones en bonos por la titulización indirecta del canon del agua y con el affaire ATLL con visos de hacerle otro agujero, Cataluña está hoy más cerca que nunca de la suspensión de pagos.
En las próximas horas, se verá si el president anuncia elecciones anticipadas con lista única; si las convoca al margen de CDD y ERC y acude con un nuevo partido o ‘lista país’ con el respaldo de Carme Forcadell, presidenta de la ANC, y a Muriel Casals, de Òmnium Cultural, o si trata de agotar la legislatura, que es lo que Artur Mas transmitió hace una semana a su círculo de confianza que pretendía hacer. “No va a dimitir ni se va a quitar de en medio”, explican las fuentes. “Hará cambios en el Gobierno, pero aguantará. Él tiene la sensación de que ya ha cumplido, que ha llegado hasta el final y que la mejor solución es esperar hasta después de las generales con un Parlamento español dividido y con un Podemos al alza. Eso le daría margen de maniobra. Todos le dan por políticamente muerto, pero no lo está”. La afluencia masiva del 9-N confirmaría esta tesis y lo legitimaría para seguir al frente del Govern.
España es un muñeco roto y Cataluña, una de sus extremidades, desafecta y desmembrada. En la crisis está la oportunidad, pero para ello hay que arrostrar desafíos. Hoy, 10 de noviembre de 2014, no es un día cualquiera. Hoy no es como siempre. La animadversión Cataluña-resto de España se encuentra en máximos y la corrupción ha dinamitado el país. Si esta sensación va a más, al final dejaremos Cataluña y España en manos de Junqueras y Podemos, lo cual puede ser nefasto, o puede no serlo; lo único seguro es que nos lo merecemos.
Oriol Junqueras es un tipo listo, seductor y muy peligroso. Con esas trazas de percherón dócil y esas patas cortas de madera de secuoya gigante ha sido quien ha tirado del carro independentista, el que lo ha convertido en una efectiva fórmula de marketing como los caños de Messi o los castellers de Vilafranca. Se ciñe la estelada a la cintura, se calza una barretina en la cabeza, mete barriga, apela a la épica en el 9-N con un discurso inspirado en Mahatma Gandhi, y ya los tiene bebiendo de su mano.