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Nacho Cardero

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…Y Rajoy cogió su fusil

Rajoy ha empezado a descerrajar su AK-45 en un año clave para el devenir del partido que actualmente ocupa el Gobierno. El primer cartucho ha dado

Foto: Rajoy durante su intervención en la clausura de la convención nacional del PP, que se ha celebrado el pasado fin de semana. (EFE)
Rajoy durante su intervención en la clausura de la convención nacional del PP, que se ha celebrado el pasado fin de semana. (EFE)

Rajoy ha empezado a descerrajar su AK-47 en un año clave para el devenir del partido que actualmente ocupa el Gobierno. El primer cartucho ha dado directo en la sien del expresidente de Indra, Javier Monzón, que el pasado jueves por la tarde, pocas horas después de haber sido descabalgado del cargo, comentaba a todo aquel que quería oírle que lo suyo no había sido una capitulación, sino una sutil victoria: “Ha salido como yo quería. Me quedo como presidente de honor y coloco a Abril-Martorell al frente de la compañía”.

Deslizaba estos comentarios en la gala de los 25 años de Antena 3, que tuvo lugar en el Palacio de Cibeles y que presidieron Sus Majestades los Reyes, a los que Monzón escoltaba como si formara parte del equipo de seguridad. Preguntaron al de Indra si en su cese había tenido algo que ver la intercesión in extremis que hizo José María Aznar en su nombre ante los poderes fácticos para tratar de blindarle en el puesto, si aquella gestión había sido contraproducente: “Eso dicen por ahí, pero la campaña venía de antes”.

Monzón movilizó al tout Madrid para salvar su pescuezo. Desde su buen amigo el Rey Juan Carlos hasta el expresidente Aznar, mediaciones que, lejos de beneficiarle, se le volvieron en contra. Pensó que disparaba con pólvora de rey y resultó ser la carabina de Ambrosio. “¿Ayudar a Monzón?”, se preguntaban en los entornos monclovitas. “¿No es ese el que compró la compañía al hijo de Pujol, el que tiene al hijo de Felipe González, el que está echando ‘mierda’ contra Morenés y Argüelles? ¿Ayudar a ese?”.

Para más inri, el que intentaba interceder a favor del de Indra era el mismo que unos días antes, en la Convención Nacional del PP, había propinado un puñetazo en el estómago del presidente del Gobierno con aquello de “¿Aspira realmente el PP a ganar? ¿Dónde está el Partido Popular? ¿Dónde?”. Pues bien, el Partido Popular y su presidente están justo detrás del cartucho que se ha llevado por delante a Monzón. Ahí son fácilmente reconocibles.

Rajoy ha cogido su fusil y lo ha cargado con tantas balas como días faltan para las elecciones generales. En el punto de mira, los medios de comunicación, por los que siente un refinado desprecio. Considera que mercadean con la información, que son una chusma capaz de vender a su madre por un puñado de periódicos o de montar un Gran Hermano VIP con Pablo Iglesias y Tania Sánchez en tanga para arrancar un par de puntos de share a la cadena rival.

El mismo ‘tic-tac’ que ha activado el de Podemos en su cuenta atrás para alcanzar el poder lo ha puesto en marcha Moncloa en su relación con los medios. Los quiere permeables a sus intereses, tal y como se puede colegir del hecho de que el diario El País, donde se encuentran como accionistas Santander, Caixa y Telefónica, no sacara en portada la foto de Bárcenas el día de su salida de la cárcel o que el vicesecretario de Economía, Miguel Temboury, haya propuesto a la CNMV un Código de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que sirva para desnudar las partidas publicitarias del Ibex 35 y el Gobierno pueda saber así cuánto, dónde y cómo invierten las compañías en los medios de comunicación que le son hostiles.

Primero sujetaron con dogal a la prensa de papel y ahora quieren hacer lo propio con la televisión, especialmente con los díscolos Atresmedia y Mediaset. Todo ello dentro de un alambicado contexto legal por el que el Tribunal Supremo les ha quitado nueve canales tras revocar las concesiones dadas en la etapa de Zapatero y ahora puede suceder otro tanto con otras ocho frecuencias. El carajal catódico, sin duda, es de órdago a la grande.

Para solventar tal entuerto, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha mantenido encuentros personales con el ‘alma’ de Antena 3, además de presidente, José Manuel Lara, tristemente fallecido este fin de semana, y con su mano derecha, Mauricio Casals, presidente de La Razón. También se ha reunido con Paolo Vasile, capo de Mediaset, quien no para de rezongar por el quilombo del Supremo. Dice que es como tener una espada de Damocles apuntando permanentemente al cuello, que en todos los roadshows por resultados no hacen más que preguntarle por la incertidumbre de las licencias.

La vicepresidenta anda por ahí buscando el bálsamo de Fierabrás que ponga fin a los males del sector. Concretamente, prepara un macrodecreto que sirva para rubricar la pax audiovisual con las televisiones y que compense a estas últimas por las sentencias del TS.

“A Rajoy le llegan voces de muy distinta índole”, admiten en su entorno. “Algunas les dicen que hay que echar una mano a las televisiones; otras, en cambio, tratan de convencerle para que deje al Supremo hacer lo que quiera. Estas últimas piden acabar con el duopolio, dar entrada a grupos extranjeros como Disney y Murdoch y conceder una licencia a 13TV”.

Rajoy no se fía ni de Mediaset ni de Atresmedia y pretende introducir a otros players de primer nivel para competir con ellos. En román paladino, quiere quitarles espectro para dárselo a otras operadoras y, más específicamente, a Telefónica, que además de ser una de las mayores multinacionales españolas, fue el aliado que encontró el Gobierno en Indra para poner la alfombra de salida a Javier Monzón. El omnímodo presidente de Telefónica, César Alierta, habría pensado en Luis Blasco, uno de sus más estrechos colaboradores, para llevar las riendas de esta televisión. Nuevos tiempos que recuerdan etapas pasadas.

Rajoy ha empezado a descerrajar su AK-47 en un año clave para el devenir del partido que actualmente ocupa el Gobierno. El primer cartucho ha dado directo en la sien del expresidente de Indra, Javier Monzón, que el pasado jueves por la tarde, pocas horas después de haber sido descabalgado del cargo, comentaba a todo aquel que quería oírle que lo suyo no había sido una capitulación, sino una sutil victoria: “Ha salido como yo quería. Me quedo como presidente de honor y coloco a Abril-Martorell al frente de la compañía”.

Javier Monzón Soraya Sáenz de Santamaría Mariano Rajoy José María Aznar