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Nacho Cardero

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Operación Villacís

Fieles a Carmona y concejales de Aguirre lanzan el nombre Villacís como recambio de Carmena. La líder de Ciudadanos en Madrid descarta la idea y lo interpreta como una calentura de verano

Foto: Operación Villacís. (Enrique Villarino)
Operación Villacís. (Enrique Villarino)

A Carmona no le gusta Carmena. Le baila el agua igual que puede bailar el chotis sobre una baldosa en las verbenas de Madrid o cantar en un karaoke de zarzuelas, pero lo cierto es que no le gusta. Es una cuestión de piel, de incompatibilidad de caracteres. Tampoco traga a Pedro Sánchez. No lo ha tragado nunca y mucho menos ahora, después de que lo haya degollado en plaza pública aprovechando el periodo vacacional. La ira se va adueñando poco a poco del exportavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid. La cara, dicen, se le está tornando verde como la del increíble Hulk.

Así las cosas, a Antonio Miguel Carmona le ha empezado a rondar la idea de desmarcarse de su formación, echarse el petate a la espalda y hacer la guerra por su cuenta una vez pasen las elecciones generales. Tratar de ganar esa cuota de poder que entiende que le corresponde por haber logrado nueve concejales que son clave para la estabilidad del Consistorio madrileño y, al mismo tiempo, dar una patada a Sánchez en el culo de Carmena.

"De momento, toca esperar. Ver lo que hace Pedro Sánchez en las generales y, en caso de que los resultados no sean tan buenos como se esperan, actuar en consecuencia", señalan en el entorno de Carmona. "¿Resucitar el 'tomasismo'? ¿Por qué no? Han pasado muchos años y todavía existen los 'acostistas', los 'guerristas', los 'simanquistas'... ¿Por qué no los 'tomasistas'? Además, Susana Díaz necesitará apoyos federales en su pugna con Sánchez que, desde luego, no le va a dar la nueva secretaria general del PSOE-M".

Es en este contexto donde aparece lo que algunos denominan la ‘Operación Villacís’, una maniobra que buscaría sacar a Manuela Carmena del Palacio de Cibeles y aupar como alcaldesa a la líder de Ciudadanos en la capital, Begoña Villacís. Lo lograría con los votos del Partido Popular de Aguirre y con el apoyo de los concejales fieles a Carmona. Estos dos últimos, Esperanza Aguirre y Antonio Miguel Carmona, entrarían en el gobierno municipal como vicealcaldes.

¿Objetivo? Sacar a Carmena del Palacio de Cibeles y aupar como alcaldesa a la líder de Ciudadanos en la capital. Aguirre y Carmona serían vicealcaldes

La galbana y calores estivales, muy propicios para estas ardides, han ido propalando la especie. Una especie aventada también por algunos concejales populares, que no entienden como el PSOE-M se ha prestado al juego de Podemos en la capital de España y además gratis et amore.

La operación no pasa por ahora de simple cotilleo. Primero, porque es pronto para una asonada. Aunque el gobierno municipal da síntomas de convertirse en el camarote de los Hermanos Marx, todavía no han pasado cien días desde que Carmena se hiciera con el bastón de mando. Y segundo, porque a Villacís le horroriza la idea. Ella simpatiza con la alcaldesa, le parece un personaje de lo más costumbrista, como sacada de un curso rápido de ganchillo.

El gobierno de Ahora Madrid es sobre todo ideológico, no busca el consenso, lanza globos sonda, dice, desdice y luego crucifica a la prensa en su página web

Lo que sí comparte la de Ciudadanos con PP y PSOE-M (al menos, la facción de Carmona) son sus recelos hacia el equipo que rodea a Manuela Carmena. Su nivel de sectarismo, entiende, no tiene parangón con el de gobiernos anteriores. Algunos de los concejales de Ahora Madrid tratan de imponer una gestión ideológica del Ayuntamiento más que una gestión administrativa, no buscan el consenso entre el resto de formaciones, lanzan globos sonda, dicen, desdicen y luego crucifican a la prensa en una página web por malinterpretar sus declaraciones. Unos 'camaradas' de lo más sui generis.

Sin embargo, aunque Villacís coincide con populares y socialistas en la críticas al equipo de Carmena, no se le pasa por la cabeza prestarse a una operación que fácilmente se le podría volver en contra, que implicaría tener el aliento de dos baqueteados políticos como Aguirre y Carmona en la nuca y podría ser contraproducente para los intereses nacionales de Albert Rivera (que es, al fin y a la postre, lo único que importa al líder de la formación naranja).

El error de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez ha cometido el fatal error de entrar como elefante en una cacharrería en el Partido Socialista de Madrid. Lo hizo con Tomás Gómez y lo ha vuelto a repetir con Antonio Miguel Carmona. Todos los secretarios generales del PSOE incurren en el mismo fallo. Desde Felipe González a Alfredo Pérez Rubalcaba. Todos llegan a Ferraz diciendo “esto del PSM lo soluciono yo” y todos salen con el trasero bien escaldado

Una vez tomada la decisión de convocar urgente un congreso en la federación de Madrid –que no era necesario, pues se podía haber mantenido la gestora del siempre eficaz Rafael Simancas- y de colocar a su candidata, Sara Hernández, al frente de la misma, Sánchez no tenía por qué ‘asesinar’ a Carmona a la vista de todo el mundo y quitarle la portavocía de Madrid de forma prematura cuando, para más inri, estaba obedeciendo sumisamente a las directrices que le llegaban de Ferraz. Le dijeron que no entrara en el gobierno municipal de Carmena y él, pese a las ganas, acató las órdenes.

El desliz del 'jefazo' máximo del PSOE abre heridas que nunca han llegado a estar cauterizadas del todo en el socialismo español. Hay quien barrunta que tendrá consecuencias. De momento, ya ha servido de espoleta para la Operación Villacís, esto es, para que los mentideros madrileños especulen con una maniobra para desbancar a la alcaldesa desoyendo a Ferraz. No parece que dicha operación vaya a arribar a buen puerto. Ni los de Ahora Madrid tienen pinta de soltar el poder aunque les echen agua hirviendo, ni Carmona es dado a montar guerras por su cuenta. Más bien lo contrario. No obstante, nació en el barrio de Malasaña y eso hace imprevisible cualquier escenario.

A Carmona no le gusta Carmena. Le baila el agua igual que puede bailar el chotis sobre una baldosa en las verbenas de Madrid o cantar en un karaoke de zarzuelas, pero lo cierto es que no le gusta. Es una cuestión de piel, de incompatibilidad de caracteres. Tampoco traga a Pedro Sánchez. No lo ha tragado nunca y mucho menos ahora, después de que lo haya degollado en plaza pública aprovechando el periodo vacacional. La ira se va adueñando poco a poco del exportavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid. La cara, dicen, se le está tornando verde como la del increíble Hulk.

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