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La bancarrota del independentismo (II): Pere Pugès, el “hombre de la caja”
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Nacho Cardero

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La bancarrota del independentismo (II): Pere Pugès, el “hombre de la caja”

Se trata de un señor controvertido y de tonalidad oscura casi negra de cuyo magín surgió la idea de montar la Asamblea Nacional Catalana

Foto: Ilustración: PLL
Ilustración: PLL

Se llama Pere Pugès, aunque en los ambientes secesionistas lo conocen como “el hombre al que le gusta la caja”. Se trata de un señor controvertido y de tonalidad oscura casi negra de cuyo magín surgió la idea de montar la Asamblea Nacional Catalana. Ahora se encuentra más distanciado de la actual cúpula de la ANC, pero continúa con sus lances independentistas desde El País que Volem (El País que Queremos), un proyecto para “imaginar” cómo tendría que ser el nuevo Estado catalán y que pretende llevar dicho debate a los sectores no soberanistas. En su estreno, esta entidad contó con el respaldo del cantante Lluís Llach y del empresario audiovisual Jaume Roures.

Hoy, El País que Volem es un muñeco roto, un agujero negro que todo se traga, sus orígenes, sus objetivos políticos y, sobre todo, el dinero que pusieron los socios para montar la plataforma. Acumula una deuda de 250.000 euros en menos de un año y tiene sus cuentas bancarias al descubierto. Como Abengoa, pero en pequeño y secesionista.

Un reciente artículo publicado en este mismo blog, 'La ANC se queda sin socios y sin dinero', donde se destapaba el déficit de la asamblea y lo cuantificaba en 529.000 euros, provocó un hondo malestar entre su directiva. No por la noticia en sí, que los números resultaban inapelables, sino por la fuga de información entre las filas del independentismo: “Esto es un coladero”.

A raíz del hilo de noticias que ponen negro sobre blanco la mala gestión de estas organizaciones catalanas, los dirigentes de las mismas se han juramentado para observar la ley del silencio estilo Chicago años veinte, 'the roaring twenties', no se les vaya a venir abajo el invento. Pero por mucho que se confabulen, por mucha 'omertá' que traten de imponer entre sus filas, poco hay que hacer a estas alturas del proceso. El suflé se está viniendo abajo y la ANC ya no encuentra más 'senyeras' con las que ocultar la realidad: el independentismo ha entrado en bancarrota.

El País que Volem acumula una deuda de 250.000 euros en menos de un año y tiene sus cuentas bancarias al descubierto. Es un Abengoa en pequeño

El País que Volem (EPqV) nació precisamente como una comisión dentro del comité permanente de la ANC. Una vez comenzó a vislumbrarse que esto se asemejaba a un barco a la deriva, la asamblea puso pies en polvorosa dejando al mando de esta plataforma a uno de sus antiguos dirigentes, Pere Pugès. La gestión de Pugès en este tiempo ha sido calificada de “deficiente” incluso por los suyos. No solo se ha endeudado hasta el corvejón sino que tampoco consigue suficientes ingresos para hacer frente a las obligaciones financieras. Solo hay números rojos.

Las perspectivas no resultan nada halagüeñas. Además de una bola de deuda de 250.000 euros que no para de crecer, cada vez que EPqV gira la cabeza, se encuentra tras de sí la sombra de sus acreedores. ¿Adivinan quién es el principal? Efectivamente, la ANC. Son precisamente estos créditos de dudoso cobro los que han propiciado el déficit de medio millón de euros que arrastra la asamblea y lo que la obligará a subir la cuota de sus socios para compensarlo.

De esta alambicada madeja, llama la atención que el principal financiador de EPqV no sea una entidad financiera, como es lo habitual y lo ortodoxo, sino la madre de todas las organizaciones independentistas. Para más inri, la responsable última de conceder el préstamo fue Núria Guillaumes, tesorera de la ANC y miembro destacado de los 'pinyolaires', esto es, el círculo de confianza montado por el propio Pugès dentro de la asamblea.

Sabedor de estos tejemanejes, el sector crítico lleva tiempo cuestionándose hasta qué punto EPqV se creó como un instrumento ideado por dirigentes de la ANC para manejarlo financieramente a su antojo. El azaroso pasado de Pugès invita a semejante reflexión.

Pugès y los otros tres fundadores explican el origen de la ANC

Pere Pugès i Dorca (Sant Boi de Llobregat, 1951) es un arquitecto, o pseudoarquitecto -según desvelaba Toni Bolaño en un minucioso artículo-, con excepcionales condiciones de veleta. Empezó su carrera política en el Partido Socialista de Liberación Nacional de los Países Catalanes (PSAN) y poco después, en 1982, entró a formar parte del Partido Socialista Catalán (PSC), donde fue coordinador de la comisión de política lingüística nacional y regidor en su ciudad natal.

Por lo que realmente se le conoce, sin embargo, es por ser promotor y cofundador de la ANC, esa maquinaria independentista que ha travestido la Diada o Día de Cataluña en una orgía secesionista. Después del referéndum de Arenys de Munt, primera consulta municipal de la historia sobre la independencia que se celebró en Cataluña, cuatro de sus promotores, Miquel Sellarès, Miquel Strubell, Enric Aïnsa y Pere Pugès, se conjuraron para tomar el rebufo de esta iniciativa y montar una organización soberanista desde la sociedad civil. Pensaron en Muriel Casals para comandarla, pero al final se decantaron por Carme Forcadell. Ahí comenzó todo.

Pugès ha despertado siempre recelos entre sus compañeros por su habitual querencia a manejar la caja y sus heterodoxas formas. En 2013, tras una auditoría interna llevada a cabo por la ANC, Pugès y otras personas adscritas a los 'pinyolaires' quedaron salpicados por un caso de fraude en las cuentas. Concretamente, se les acusó de la desaparición de 75.000 euros en la organización de un congreso en el Palau Sant Jordi el año anterior. Al mismo tiempo que el actor Sergi López vindicaba en el polideportivo que “Cataluña ha de ser y será un nuevo Estado de Europa”, alguien se llevaba los billetes de los socios por la puerta de atrás.

Con el objeto de no manchar su imagen pública, la ANC llevó este asunto con la máxima discreción. A día de hoy, el caso no está resuelto.

Se llama Pere Pugès, aunque en los ambientes secesionistas lo conocen como “el hombre al que le gusta la caja”. Se trata de un señor controvertido y de tonalidad oscura casi negra de cuyo magín surgió la idea de montar la Asamblea Nacional Catalana. Ahora se encuentra más distanciado de la actual cúpula de la ANC, pero continúa con sus lances independentistas desde El País que Volem (El País que Queremos), un proyecto para “imaginar” cómo tendría que ser el nuevo Estado catalán y que pretende llevar dicho debate a los sectores no soberanistas. En su estreno, esta entidad contó con el respaldo del cantante Lluís Llach y del empresario audiovisual Jaume Roures.

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