Caza Mayor
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Camino a la escisión: del PSOE renovado de Sánchez al PSOE histórico de Díaz
Nadie se atreve a mentar la palabra, pero está en el magín de los dirigentes socialistas: “Escisión”. Esto es, que el partido se rompa en dos y lo haga por la izquierda, el lado de Sánchez
Pedro Sánchez se parece cada vez más al protagonista de la serie 'Breaking Bad'. Está terminal, todos le dan por muerto, pero mientras tanto va armado y es peligroso. Si alguien pensaba que luego de presentar la carta con la dimisión de los 17 miembros de la ejecutiva, el secretario general iba a hincar la rodilla y entregar el cetro a los críticos, es que ha medido mal al personaje. Sánchez se ha bunkerizado. Sánchez, como Nerón, quema Ferraz antes que entregar las llaves.
Nadie se atreve a mentar la palabra, pero ya está en el magín de todos los dirigentes socialistas: “Escisión”. Esto es, que el partido se rompa en dos y que se rompa por la izquierda, por el lado de Sánchez. De un lado, el PSOE de los barones, en principio más moderado; y por otro, el PSOE de la actual dirección, más escorado a la izquierda y proclive a pactar con Podemos. En este escenario, la disyuntiva sería otra: ¿quién figuraría como el verdadero dueño del PSOE? O dicho de otro modo: ¿quién se apropiaría de las siglas?
Parece un imposible, un escenario lejano, pero los imposibles y los escenarios lejanos se vienen sucediendo en cadena con una celeridad pasmosa. Si no se llega a algún tipo de acuerdo en las próximas horas, el partido corre el riesgo de quebrarse en dos. Puede haber dos cúpulas, dos grupos parlamentarios y hasta dos comités federales si no pactan previamente el orden del día y las propuestas a discutir el próximo sábado. Un duelo a cara de perro.
“Me da pena. Estoy verdaderamente deprimido”, reflexiona un dirigente socialista. “Cada hora que pasa, estamos más cerca de la destrucción de un partido al que he dedicado toda mi vida. Siempre ha habido divisiones, pero esta es la más grave ”.
Portada de EL MUNDO. 26 de abril de 1991. Hoy tal como ayer. pic.twitter.com/JeGowpNJg1
— Lucía Méndez Prada (@LuciaMendezEM) 1 de febrero de 2016
Hoy igual que ayer, los clásicos rememoran las crisis internas a las que se ha enfrentado el partido, que no son pocas. Entre ellas, la acaecida en el XXV Congreso del PSOE (1972) celebrado en Toulouse. En aquel entonces, se produjo una escisión clave en el devenir del PSOE después de que el sector renovador comandado por Felipe González, Nicolás Redondo y Pablo Castellano desbancara del trono al entonces secretario general, Rodolfo Llopis. Tras ser orillado, Llopis fundó un nuevo partido al que llamó PSOE histórico o exterior.
Durante dos años, el PSOE renovado de González y el PSOE histórico de Llopis pugnaron por la legitimidad y las siglas. El 'sello' lo era todo. Finalmente, en 1974, la Internacional Socialista se inclinó por el primero como único interlocutor.
Habrá que volver a un PSOE histórico y otro de renovadores.La verdad es que el Felipe González de ahora se parece más a Llopis que a Isidoro
— Rafael Rubio (@RafaelRubioGC) 28 de septiembre de 2016
Hasta el momento, es Sánchez quien ha tomado la iniciativa, convocando comité federal para el sábado, primarias el 23 de octubre y congreso extraordinario en noviembre, a pesar de que los barones niegan la facultad para fijar las fechas al considerar disuelta la ejecutiva y no reconocer más mando que el de Verónica Pérez: "La única autoridad que existe en el PSOE es la presidenta del comité federal, que le guste o no a alguno, soy yo", clamaba ayer Pérez en la acera de Ferraz después de que la dirección del partido le diera con la puerta en las narices.
Sánchez tiene tomada la medida a los barones. Primero, porque son los suyos quienes ocupan los despachos y cuentan con los recursos del partido; y dos, porque, a diferencia de los críticos, en Ferraz están coordinados y disponen de una estrategia de comunicación definida. En el bando contrario, en cambio, dos de los personajes clave en esta batalla, Susana Díaz y Javier Fernández, se muestran reacios a dar el paso, tal y como se pudo colegir ayer del discurso de la presidenta de Andalucía. Se entiende que el uno y la otra se reservan para el comité federal.
Mientras tanto, una especie de circo se ha instalado en la sede del PSOE con los críticos tratando de asaltar el castillo y los simpatizantes circunvalando el recinto con proclamas en favor de Pedro Sánchez. Iceta ha fletado autobuses de apoyo al líder socialista para el comité. Algunos maliciaban que iban camino a Lourdes y los ha desviado a Madrid. Desde la división de Participación y Redes Sociales que comanda María González, los sanchistas se muestran especialmente activos.
En definitiva, después del gol que le marcaron los barones el miércoles, da la sensación de que el autoproclamado secretario general no solo ha empatado el partido sino que ha empezado a llevar la voz cantante.
Si nos preguntáramos hoy quién manda en el PSOE, a quién tienen que obedecer el gerente del partido o el jefe de seguridad de Ferraz, la respuesta sería la misma: Sánchez. Eso es lo que lleva ganado el líder socialista en el pulso que dirime con los barones. Pero esta ventaja frente al resto no implica que vaya a seguir como secretario de la formación o candidato a La Moncloa. Sea como fuere, Pedro Sánchez ya ha perdido. Igual que el Partido Socialista.
El PSOE se encuentra en el epicentro de una tormenta perfecta en el que, tome la decisión que tome, ora darle carta blanca a Sánchez, ora montar una gestora, ya sea ir a terceras elecciones o decantarse por una abstención para dejar gobernar a Rajoy, o cualquier otra salida imaginable, sea la que sea, la formación entrará en barrena. Una crisis de la que solo se sale con una refundación.
En un momento crucial para el país, en que el PSOE debería estar reunido con el Gobierno para fijar una respuesta al desafío catalán, los compañeros y compañeras socialistas se han liado a navajazo limpio. Estas cosas solo suceden en el centro izquierda y solo en España.
Pedro Sánchez se parece cada vez más al protagonista de la serie 'Breaking Bad'. Está terminal, todos le dan por muerto, pero mientras tanto va armado y es peligroso. Si alguien pensaba que luego de presentar la carta con la dimisión de los 17 miembros de la ejecutiva, el secretario general iba a hincar la rodilla y entregar el cetro a los críticos, es que ha medido mal al personaje. Sánchez se ha bunkerizado. Sánchez, como Nerón, quema Ferraz antes que entregar las llaves.