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Salgado, Campa y aquel 10 de mayo del que España no se ha recuperado
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Nacho Cardero

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Salgado, Campa y aquel 10 de mayo del que España no se ha recuperado

Las consecuencias emergen ahora, una década después, y suponen un cambio de paradigma en todos los ámbitos. El país ha mutado. También la sociedad y los partidos que la representan

Foto: Elena Salgado y José Manuel Campa, en una foto de archivo en la sede del Ministerio de Economía cuando formaban parte del Gobierno de Zapatero. (EFE)
Elena Salgado y José Manuel Campa, en una foto de archivo en la sede del Ministerio de Economía cuando formaban parte del Gobierno de Zapatero. (EFE)

“En aquellos momentos me puse del lado de Solbes. Ahora es distinto. No me ha gustado lo que escuché en el Congreso. Ha sido de una deslealtad tremenda con Zapatero”, se lamenta un exministro de aquella época. “Era el vicepresidente, el responsable de Economía. Es cierto que Zapatero a veces no escuchaba, pero Solbes estaba allí, con nosotros, en el Consejo de Ministros, y se podía haber plantado. No lo hizo”, sentencia.

“Lo contrario me ocurre con Salgado: nunca tuve con ella una relación de confianza como la que pude tener con Solbes, pero reconozco que se comportó muy correctamente durante su comparecencia. Especialmente con quien la aupó al cargo…”, continúa.

“Otra cosa bien distinta es si entramos en su actuación y lo que ocurrió aquel 9 de mayo de 2010. Salgado ejercía de presidenta del Ecofin en aquella reunión. Podía haber hecho mucho más de lo que hizo. Estábamos en un callejón sin salida, pero lo podía haber manejado de otra forma, ejerciendo el poder que ostentaba entonces”, explica el exministro socialista, testigo directo de la crisis. “Jamás se me olvidará. Fue el peor día de mi carrera”.

Veinticuatro horas después, el 10 de mayo, Zapatero arriaba las banderas. Tras una semana negra en la que el euro se había desplomado, la deuda pública de los países periféricos ni siquiera servía para empapelar las paredes del Banco Central Europeo y la bolsa española se derrumbaba un 14% en cinco sesiones, el presidente del Gobierno anunciaba los ajustes económicos más dolorosos de la democracia.

Nada ha vuelto a ser igual desde entonces. Zapatero capitulaba ante Europa y aceptaba un sacrificio histórico, por no decir una humillación, del que España todavía no se ha recuperado. Tampoco el PSOE.

Zapatero a veces no escuchaba, pero Solbes estaba allí, con nosotros, en el Consejo de Ministros, y se podía haber plantado. No lo hizo

Los últimos acontecimientos han venido a dar la razón a los expertos que auguraban que habría que esperar años para calibrar los efectos reales de la Gran Recesión de 2008, crisis solo comparable a la que tuvo lugar en 1929. Las consecuencias para España están emergiendo ahora, una década después, y suponen un cambio de paradigma en todos los ámbitos. El país ha mutado. También la sociedad y, con ella, los partidos que la representan.

La comisión de investigación sobre la crisis financiera que está teniendo lugar en el Congreso de los Diputados resulta ilustrativa de todo ello. No tanto útil, pues sus conclusiones apenas servirían para calzar las mesas de la Cámara Baja, sino aclaradora de lo que ocurrió en aquellos años y de la frágil situación devenida para los dos partidos hegemónicos que se han repartido el poder, ya sea el PSOE o el PP, actualmente noqueados por las encuestas.

Elena Salgado, durante su comparecencia en la comisión de investigación

Al margen de la depresión por la que atraviesa la socialdemocracia en toda Europa, el trauma de los socialistas en España va más allá y solo se entiende si uno escucha sin caerse de la silla a Solbes y Salgado. El primero, según él mismo reconoció, dejó hacer a Zapatero y miró hacia otro lado cuando el jefe de Ejecutivo se sacaba de la chistera ocurrencias tales que el Plan E o los cheques bebé. Tampoco puso coto a los desmanes políticos en las cajas.

A Solbes le sucedió Salgado en el cargo, que, lejos de apagar el fuego, se encargó de echar más leña al mismo. Cuando se trata de atribuir responsabilidades a los protagonistas de la crisis financiera, apenas se mientan los nombres de Salgado o de su secretario de Estado, José Manuel Campa, cuando en realidad fueron ellos los que apretaron el botón rojo del desastre.

Salgado aseguró contundente en la comisión que hizo "cero llamadas" para presionar a ninguna compañía ni entidad para que comprasen acciones en la salida a bolsa de Bankia. "Ni yo ni ninguna persona por encargo mío hizo una llamada […]. Si hay una persona que dice que yo la llamé, no es el eufemismo de que no diga la verdad, es que miente". Sin embargo, son muchos los medios que pueden atestiguar lo contrario, esto es, las presiones que recibieron para tratar de acallarlos con motivo de la OPV. Gobierno, partidos e instituciones argüían que se trataba de una cuestión de Estado. Cuestión de vida o muerte. Efectivamente, era de muerte.

A la hora de atribuir responsabilidades, poco se habla de Salgado y Campa, cuando fueron ellos los que apretaron el botón rojo del desastre

El PSOE todavía no ha podido sacudirse aquellos años negros y está por ver que pueda hacerlo en el futuro. El estigma persiste. El último sondeo de Metroscopia para 'El País' sitúa a los socialistas como tercera fuerza política, por detrás de Ciudadanos y PP, y sin visos de acercarse en el corto plazo. No están sabiendo (o no pueden) rentabilizar la caída de Podemos.

El Partido Popular, que tomó el relevo del PSOE, sorteó las voces que le pedían el rescate y está siendo capaz de crear más de 600.000 puestos de trabajo al año, tampoco escapa a estos aciagos pronósticos. Sus antiguas fortalezas han tornado en debilidades.

placeholder El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos. (EFE)
El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos. (EFE)

¿El motivo? La recuperación de la economía no es percibida como tal por las familias. Las consecuencias de la Gran Recesión y de las políticas de recorte de gasto (‘austericidio’, lo denominaron algunos) a las que el PP tuvo que someter al país para su recuperación empiezan a percibirse como nocivas para su futuro electoral. Al fin y a la postre, y digan lo que digan las grandes cifras macro, el ciudadano vive peor que antes de la crisis.

Tras la engolada intervención de Rodrigo Rato, cuya soberbia solo resulta comparable a su codicia, comparecerá este martes Luis de Guindos, actual titular de la cartera. Guindos tiene argumentos de sobra para presumir de gestión, pero tampoco es ajeno al tsunami que se avecina. Por este y otros motivos, tiene la vista puesta en el Banco Central Europeo (BCE).

El Partido Popular ha empezado a interiorizar que, por muy bien que lo haga, de aquí a 20 años la economía no será argumento ganador.

“En aquellos momentos me puse del lado de Solbes. Ahora es distinto. No me ha gustado lo que escuché en el Congreso. Ha sido de una deslealtad tremenda con Zapatero”, se lamenta un exministro de aquella época. “Era el vicepresidente, el responsable de Economía. Es cierto que Zapatero a veces no escuchaba, pero Solbes estaba allí, con nosotros, en el Consejo de Ministros, y se podía haber plantado. No lo hizo”, sentencia.

Banco Central Europeo (BCE) Luis de Guindos Rodrigo Rato