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El 'plan Nadal' para salvar al Mobile de los 'indepes': convertir Barcelona en el Davos 2.0
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Nacho Cardero

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El 'plan Nadal' para salvar al Mobile de los 'indepes': convertir Barcelona en el Davos 2.0

Se trata de que Barcelona emule a la ciudad suiza como referencia mundial en el campo de las nuevas tecnologías y se transforme en un espacio de reflexión sobre innovación y tendencias

Foto: La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el presidente del Parlament, Roger Torrent, y el ministro de Energía y Turismo, Álvaro Nadal. (Presidencia del Gobierno)
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el presidente del Parlament, Roger Torrent, y el ministro de Energía y Turismo, Álvaro Nadal. (Presidencia del Gobierno)

Mientras los políticos del lazo amarillo en la solapa debaten si son galgos o podencos los que tienen que presidir la Generalitat, el mundo continúa girando. Ayer arrancó oficiosamente el Mobile World Congress (MWC) de 2018 que se celebra en Barcelona, cónclave mundial de la telefonía. Lo hizo con la presencia de Felipe VI y con cacerolada y boicot independentistas.

Si no resultara trágico, sería de admirar la perseverancia, ese sentimiento enfervorecido, casi heroico, de los secesionistas por hundir Cataluña todavía un poco más y tratar de sabotear un acontecimiento que genera más de 13.000 empleos durante los días de la feria, tiene un impacto económico de 450 millones de euros y deja un beneficio neto cercano a los 80 millones.

Cuando los máximos dirigentes de la Generalitat decidieron llevar el 'procés' hasta sus últimas consecuencias, saltándose a la torera el Estado de derecho, no solo se subieron al capó de los Patrol de la Guardia Civil apostados en la consejería de Junqueras. También se pusieron a saltar y dar golpes al conjunto de la economía catalana: las empresas se van, el turismo decae, las gradas del Camp Nou se vacían y a los responsables del Mobile les rondan por la cabeza, cada vez con más persistencia, la idea de llevarse el evento fuera de España en caso de continuar los días de ruido y furia.

Nadal y Lassalle pretenden blindar al MWC de nuevas injerencias independentistas y convertirlo en un Davos Digital a partir del próximo año

Si los organizadores del MWC todavía no han puesto pies en polvorosa no es gracias a los otrora gestores del Govern, que ni han gestionado nada en los últimos cinco años, ni están ni se les espera, sino gracias, paradójicamente, a los que ayer fueron objeto de los abucheos: al Rey, sin duda el mejor reclamo de la marca España en los cenáculos internacionales, y al ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, artífice de que los organizadores (la asociación global GSMA) no hayan dado todavía la espantada.

El riesgo de que el MWC dejara España tras la edición del año pasado fue más que real, especialmente tras los acontecimientos del 1 de octubre. El consejero delegado de GSMA, John Hoffman, ligado a Barcelona por contrato hasta 2023, advirtió de que un evento global como aquel requería de “estabilidad” y del “esfuerzo” de todos. Todo un aviso a navegantes para Gobierno de España, Generalitat y ayuntamiento. El primero y el tercero se aprestaron a recoger el guante de GSMA, mientras la Generalitat, aquí uno como que oye llover, siguió a lo suyo, esto es, a las zarandajas independentistas.

placeholder José María Álvarez-Pallete, durante la presentación del asistente de inteligencia artificial AURA. (EFE)
José María Álvarez-Pallete, durante la presentación del asistente de inteligencia artificial AURA. (EFE)

Tanto Nadal como su secretario de Estado, José María Lassalle, se han reunido recurrentemente con Hoffman en el último año. Lo han hecho para cerrar un acuerdo que garantice la fidelidad del Mobile World Congress con la Ciudad Condal más allá de la coyuntura política y lo blinde de las injerencias independentistas. Para ello, el Gobierno se ha comprometido con GSMA a evolucionar la feria y convertirla en el Davos Digital a partir de 2019.

Se trata de que Barcelona emule a la ciudad suiza como referencia mundial en el campo de las nuevas tecnologías y se transforme en un espacio de reflexión sobre innovación y tendencias, más allá del eminente sesgo comercial que exhibe actualmente, en que las principales firmas del mundo, como ocurrió ayer con Telefónica, Samsung o Huawei, acuden al mismo para mostrar sus últimas novedades.

Igual que a Davos asisten 70 jefes de Estado, incluido el propio Donald Trump, GSMA pretende hacer de Barcelona la cita ineludible de los popes digitales tal que Google, Facebook y Amazon, amén de convertirla en la capital del mundo del 5G, sin lugar a dudas la próxima revolución de la telefonía móvil. Una tecnología que Industria ya ha lanzado con su 'Plan Nacional 5G', pero a la que todavía le falta tres años para que llegue al usuario.

Una idea sobre la que el Rey hizo hincapié ayer en su discurso: “Este mismo compromiso de nuestras Administraciones, corporaciones y compañías debe ser siempre un propósito esencial para que este encuentro siga consolidando de cara al futuro su proyección e influencia a todo el mundo; y lo haga desde aquí mismo, desde Barcelona, candidata para albergar el centro tecnológico europeo que desarrolle la tecnología 5G”.

Mientras Colau boicotea al Rey en Barcelona para no caer en 'vasallaje', su teniente de alcaldía va a Soto y se postra de hinojos ante los Jordis

La cena oficial de autoridades en el Palau con la que se inauguró ayer el MWC fue presidida por Felipe VI, con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a su derecha y con el director general de GSMA, Mats Granryd, a la izquierda. En frente, el ministro Álvaro Nadal, el presidente del Parlament, Roger Torrent, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. También se encontraban en la mesa de honor el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, y los CEO de Orange, Vodafone, Deutsche Telekom y América Móvil, entre otros.

Ninguna representación de los antiguos mandatarios de la Generalitat. El 'expresident' Puigdemont sigue de potes en Bruselas acompañado por el empresario Matamala, mientras Junqueras permanece recluido en la cárcel de Estremera. Ambos se erigen como responsables de que el sentimiento independentista caiga y el artículo 155 continúe vigente en Cataluña, al no ser capaces de llegar a un acuerdo para repartirse el poder y formar Gobierno.

Roger Torrent y tres altos funcionarios de la Generalitat decidieron no acudir al acto inaugural, previo a la cena, presidido por Felipe VI. Simultáneamente, Òmnium y la ANC montaron caceroladas callejeras como protesta por los dirigentes políticos en prisión y el papel del Rey en la crisis catalana. Todo ello con las cámaras de la prensa internacional como testigos.

También Ada Colau ha participado de este boicot al monarca, en un gesto que se reduce a mero postureo ideológico, pues la alcaldesa, después de unos inicios titubeantes, en los que desdeñaba el MWC y acudía con chanclas de corcho a las reuniones, ha arrimado el hombro para que se quede en Barcelona, consciente del agujero que supondría para las arcas municipales. Eso sí, mientras Colau hacía de menos al Rey por considerarlo 'vasallaje', su teniente de alcaldía, Jaume Asens, acudía a Soto del Real para postrarse de hinojos ante los presos Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.

El ‘vulgo’ se muestra condescendiente con ‘la Colau’ por eso de vivir en una empanada mental permanente. Los doctos en la materia, en cambio, filósofos como Manuel Cruz o Fernando Savater, se cuidan de mostrar un ápice de complacencia y alertan de los postulados de estos lobos con piel de cordero. “A mi entender, Podemos —que juega cuando le conviene a favor del separatismo sin aceptarlo explícitamente en su ideario— significa una amenaza mayor a medio plazo para las libertades democráticas de España que cualquier partido nacionalista”, reflexiona Fernando Savater. Lo escribe en su última obra: ‘Contra el separatismo’.

Mientras los políticos del lazo amarillo en la solapa debaten si son galgos o podencos los que tienen que presidir la Generalitat, el mundo continúa girando. Ayer arrancó oficiosamente el Mobile World Congress (MWC) de 2018 que se celebra en Barcelona, cónclave mundial de la telefonía. Lo hizo con la presencia de Felipe VI y con cacerolada y boicot independentistas.

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