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Ruido de sables en el Banco de España: vuelven los 'minesotos'
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Nacho Cardero

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Ruido de sables en el Banco de España: vuelven los 'minesotos'

A nadie se le escapa que hay intencionalidad (y prisas) a la hora de colocar el debate del subgobernador en el foco público: un nombre suena más alto y solemne que el resto: David Vegara

Foto: Pablo Hernández de Cos, David Vegara y Nadia Calviño. (Montaje: EC)
Pablo Hernández de Cos, David Vegara y Nadia Calviño. (Montaje: EC)

Vuelven los ‘minesotos’. A pesar de que Javier Alonso asumió el cargo de subgobernador del Banco de España en 2017, en sustitución de Fernando Restoy, y su nombramiento por tanto caducaría en 2023, por ser mandatos de seis años de duración, en el Gobierno y buena parte de los medios de comunicación lo dan ya por amortizado.

A nadie se le escapa que hay intencionalidad (y prisas) a la hora de colocar el debate del subgobernador en el foco público, y también la hay en la lista de candidatos que se están poniendo sobre la mesa. O mejor dicho, ‘candidato’, en singular, ya que un nombre suena más alto y solemne que el resto: David Vegara, exsecretario de Estado de Economía y marido de Carmen Balsa, jefa de gabinete de la ministra Calviño.

Su nombre se repite machaconamente para el puesto, a pesar de arrastrar el hándicap de ser consejero de Banco Sabadell, lo que le obligará a inhibirse en muchos y diversos asuntos. Es lo que tienen las puertas giratorias, que lo son para todos.

Los ‘minesotos’ siempre resurgen con los gobiernos socialistas. Los conservadores pinchan la burbuja y luego el PSOE la vuelve a inflar. Este club lo conforma un grupo de expertos otrora comandado por Miguel Sebastián, formado en la Universidad de Minnesota y adscrito a Economistas 2004, corriente que asesoraba a Zapatero. Inmaculada Rodríguez-Piñero, Soledad Núñez y Javier Vallés están en el núcleo duro, que tiene como apéndice a Intermoney, la sociedad de valores de donde surgieron altos cargos de gobiernos socialistas tales que Carlos Arenillas o el propio David Vegara.

Malestar en una parte del BdE por el nombramiento de Hernández de Cos en vísperas de la moción y 24 horas antes del cambio de Gobierno

Hay ruido de sables en el BdE, institución sui géneris y endogámica. No por los movimientos para colocar a Vegara como subgobernador, cuyo currículo glosa sus sobradas habilidades para ocupar el cargo, sino por las formas en que se están llevando a cabo los nombramientos. Es lo que ha ocurrido con Pablo Hernández de Cos.

El nombramiento de este último como gobernador del Banco de España fue promovido por el PP en vísperas de la moción de censura y cuando empezaba a cobrar fuerza un cambio de Ejecutivo. Los hechos se sucedieron con una velocidad inusual: el martes 29 de mayo, el entonces ministro Escolano comunicó la elección de Hernández de Cos a la comisión de Economía del Congreso; el miércoles 30, se redactó el real decreto; el jueves 31, se publicó en el BOE, y 24 horas después, el viernes 1 de junio, el Gobierno que había acelerado el relevo en la cúpula del BdE era apeado de La Moncloa.

Al igual que en el caso de Vegara, nadie duda de la valía ni de las capacidades técnicas de Hernández de Cos, hasta ahora director de Economía y Estadística del Banco de España, esto es, un hombre de la casa. Sin embargo, la celeridad del proceso y la falta de transparencia han provocado que un sector nada desdeñable del Bando de España esté hablando de “fraude de ley” y especule sobre la posibilidad de recurrir el nombramiento.

placeholder El nuevo gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos (i), durante la promesa de su cargo ante Felipe VI. (EFE)
El nuevo gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos (i), durante la promesa de su cargo ante Felipe VI. (EFE)

Estos movimientos no ayudan en la reconstrucción de la maltrecha imagen del banco central, erosionada por escándalos como el de Bankia o el Popular, que por estas fechas cumple un año de su resolución.

El primero de los casos afectó al gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien durante unos meses llegó a estar imputado al existir "indicios múltiples, bastantes y concurrentes de criminalidad” respecto al supervisor. El segundo salpicó al gobernador saliente Luis María Linde, quien durante su comparecencia en el Congreso entonó el mea culpa, reconociendo que, a la vista de lo ocurrido, había sido una mala decisión no haber rescatado con dinero público al Popular cuando suspendió los test de estrés en 2012.

El propio expresidente del Popular Emilio Saracho se refería en un reciente artículo a los agujeros tanto patrios como europeos que existen en torno a la supervisión de las entidades bancarias y a lo lejos que estamos de un sistema óptimo: “Ha pasado un año desde que me ofrecí a colaborar con los responsables de los distintos supervisores con los que trabajé a diario durante mi mandato para compartir la visión 'desde dentro' de lo que se debe y se puede mejorar. Lo cierto es que en el año transcurrido, no se han hecho progresos”.

Y añadía luego: “La historia de la resolución del Popular será escrita en algún momento y las responsabilidades, si las hubiera, serán dirimidas. La Unión Bancaria está incompleta, es inestable e insolidaria. Y de momento aporta tantas soluciones como crea nuevos problemas”.

El Banco de España es consciente de que no tiene margen de tiempo (el cambio de ciclo se aproxima) ni de error (otro Popular sería letal)

Con estos antecedentes, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿ha enmendado el Banco de España sus errores? ¿Es Hernández de Cos la persona idónea para reformular y renovar la institución? ¿Lo es Vegara? ¿Cuánto tiempo falta para que salte el siguiente escándalo…?

A pesar de que el Banco de España ha perdido la mayor parte de sus competencias, como pueden ser la política monetaria y la supervisión bancaria, que residen ahora en Europa, existe la creciente convicción de que se requiere de una institución fuerte para encarar los desafíos. No solo para gestionar crisis como las anteriormente mencionadas. También se hace especialmente necesaria ante el nuevo escenario de eliminación de estímulos, así como por las próximas subidas de tipos, lo que obligará al gobernador español a batirse casi en duelo en los consejos de gobierno del BCE.

Tal vez sea por esta circunstancia —el Banco de España no tiene margen de tiempo (el cambio de ciclo se aproxima) ni de error (otro Popular sería letal)— por lo que se ha acelerado el nombramiento de un nuevo subgobernador de peso como Vegara. La elección puede ser la adecuada, en tanto en cuanto sirve de contrapeso a un ‘gris’ Hernández de Cos. El problema es el mismo de siempre: las formas, que tanto le fallan a PP como a PSOE.

Vuelven los ‘minesotos’. A pesar de que Javier Alonso asumió el cargo de subgobernador del Banco de España en 2017, en sustitución de Fernando Restoy, y su nombramiento por tanto caducaría en 2023, por ser mandatos de seis años de duración, en el Gobierno y buena parte de los medios de comunicación lo dan ya por amortizado.

Banco de España Pablo Hernández de Cos Miguel Sebastián