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Durmiendo con el enemigo: Aznar, Rivera y los disputados compromisarios de Cospedal
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Nacho Cardero

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Durmiendo con el enemigo: Aznar, Rivera y los disputados compromisarios de Cospedal

Hay quienes han intentado malear las primarias reivindicando un PP 'auténtico' y propiciando una batalla fratricida en aras de una catarsis que dejará secuelas tras el congreso

Foto: Manuel Valls recibe el premio Gregorio Ordóñez en presencia de José María Aznar y Soraya Sáenz de Santamaría. (EFE)
Manuel Valls recibe el premio Gregorio Ordóñez en presencia de José María Aznar y Soraya Sáenz de Santamaría. (EFE)

“Mirad que a veces el demonio nos engaña con la verdad y nos trae la perdición envuelta en dones que parecían inocentes”, advertía Banquo a Macbeth. El Partido Popular debe saber a lo que se refiere Banquo porque lleva durmiendo con su enemigo más de un mes. Exactamente desde el 5 de junio, momento en que el líder de la formación, Mariano Rajoy, decidió tomar sorpresivamente la A-3 dirección Santa Pola y dejar huérfanos a los inquilinos de Génova 13.

Estos enemigos que hociquean entre las miserias del PP han tomado cuerpo en el aznarismo y sus satélites mediáticos, por un lado, y en Ciudadanos y sus entornos, por el otro. Arrogándose el papel de demiurgos del centro derecha español, han intentado malear las primarias reivindicando un PP auténtico —como si el de los últimos 15 años hubiera sido producto de ‘fake news’— propiciando una batalla fratricida en aras de una catarsis que dejará secuelas tras el congreso.

Los reproches, los estériles debates sobre la integración de las listas y la ‘nostalgia manriqueña’ por los tiempos pasados, entre otros, han venido alentados por elementos exógenos que no quieren salvar las naves sino apropiarse de ellas, y en caso de no conseguirlo, prenderlas con queroseno. Las primarias del PP parecen diseñadas por quien quiere su fin.

Los reproches y el juego sucio han venido alentados por elementos exógenos al Partido Popular que no quieren salvar las naves sino prenderles fuego

Esta semana se encara la recta final y el proceso se encuentra tan abierto en canal como al principio. Una ruleta rusa en la que los candidatos se han dedicado a jugar al póquer. Hay 3.082 compromisarios. Pablo Casado, que ha hecho una campaña a velocidad de crucero, asegura contar con 2.000. Soraya Sáenz de Santamaría, con 900 más que su rival. Sumando y sumando, Luis de Grandes se va a encontrar con más compromisarios que militantes (sic).

Los que están en la cocina de la cosa vaticinan un resultado ajustado. Aunque el sentido común podría conceder cierta ventaja al exvicesecretario de Comunicación, por el hecho de haber conseguido aglutinar en torno a su figura a los candidatos descabalgados en la primera vuelta en una especie de frente anti-Soraya, lo cierto es que en estas primarias poco parece importar el sentido común y sí ese instinto de supervivencia tan arraigado en la derecha.

placeholder El candidato a la presidencia del PP nacional, Pablo Casado, durante una visita a Alicante. (EFE)
El candidato a la presidencia del PP nacional, Pablo Casado, durante una visita a Alicante. (EFE)

Por su número y peso, Casado ha puesto especial énfasis en atraerse a los compromisarios procedentes de la lista de María Dolores de Cospedal, que a buen seguro podrían darle el espaldarazo definitivo en la contienda. Sin embargo, en el ‘tracking’ diario de campaña, las cuentas no terminan de salirle, seguramente por eso que decía Maillo de que, en política, uno más uno no siempre suman dos.

“Hay unos cuantos en Madrid que me dicen que van a votar a Soraya y esto es extraño, porque Madrid es terreno Casado”, reflexiona un ‘pablista’. “En los partidos, los cargos votan internamente a quien creen que los van a mantener u ofrecer un puesto. Esto significa que algunos compromisarios del bando de Cospedal están viendo ganadora a Soraya y se están yendo con ella. Aun así, en Madrid vencemos con claridad”.

En Cospedal hay un factor que influye tanto o más que su enfrentamiento con Sáenz de Santamaría: su animadversión a José María Aznar

En un primer momento, los analistas dieron por hecho que la profunda rivalidad entre Cospedal y Sáenz de Santamaría haría que los compromisarios de la primera fueran directamente a parar al cesto de Casado. Una reflexión que, sin embargo, no tenía en cuenta otros sentimientos atávicos que pesan más que los personales a la hora de tomar decisiones que resultan vitales para el devenir del partido.

“Independientemente de los afectos, María Dolores es una persona responsable que lo último que quiere es ver cómo se desmorona todo lo que ha construido estos años”, señalan en el bando ‘sorayista’. Este, señalan, fue uno de los argumentos que sobrevolaron en la reunión mantenida por Cospedal y Sáenz de Santamaría el pasado miércoles.

placeholder María Dolores de Cospedal, tras perder la primera vuelta para liderar el partido. (EFE)
María Dolores de Cospedal, tras perder la primera vuelta para liderar el partido. (EFE)

En estas cábalas, hay un factor que influye en Cospedal tanto o más que su enfrentamiento con Sáenz de Santamaría, y ese no es otro que la animadversión que profesa a José María Aznar. La herencia del expresidente ha sido una losa para Génova, obligando a la secretaria general a dar explicaciones por causas y personas que poco tenían que ver con ella, acaso provenientes de otra época, y que le han explotado en la mano cual bomba de efectos retardados.

Lo que preocupa a la Comisión Organizadora del Congreso (COC), y en general a todos los barones del PP, no es el nombre del elegido. Tampoco la logística del congreso. Lo que de verdad les importa es el pos-congreso, que las heridas provocadas por el juego sucio y un tanto naíf de los últimos días continúen supurando tras el próximo fin de semana. El COC ha propuesto que la lista del ganador quede abierta y pueda incluir a miembros procedentes de la candidatura perdedora para sortear precisamente las amenazas de división.

Ciudadanos, desaparecido tras la moción, espera el desenlace de las primarias para elaborar su estrategia. Ambos están parejos en las encuestas

Albert Rivera, desaparecido tras la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a La Moncloa, se frota las manos ante un escenario de crisis en el PP que le serviría para erigirse en líder de la oposición. Ciudadanos espera el desenlace de las primarias para elaborar su propia estrategia. Ambos se encuentran parejos en las encuestas. La de 'El Mundo' situaba a la formación naranja con un 24,3% de los votos y a los populares con el 22,3%. Por su lado, el barómetro de La Sexta colocaba al PP con un 23,4% y a Cs con el 21,9%.

A pesar de lo insulso del proceso, las primarias servirán para reactivar a los alicaídos votantes. Está por ver si este chute de optimismo no quedará diluido de inmediato por las causas judiciales que atenazan al PP en los tribunales, incluida la de los papeles de Bárcenas, donde el expresidente Rajoy puede volver a ser citado como testigo, o si la renovada y ‘limpia’ dirección del partido logra sacudirse este estigma de encima e invocar su principal fortaleza, la de la economía, donde reside y residirá su granero de votos.

“Mirad que a veces el demonio nos engaña con la verdad y nos trae la perdición envuelta en dones que parecían inocentes”, advertía Banquo a Macbeth. El Partido Popular debe saber a lo que se refiere Banquo porque lleva durmiendo con su enemigo más de un mes. Exactamente desde el 5 de junio, momento en que el líder de la formación, Mariano Rajoy, decidió tomar sorpresivamente la A-3 dirección Santa Pola y dejar huérfanos a los inquilinos de Génova 13.

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