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'Albert Rivera returns': aciertos y errores del asalto de Ciudadanos a Andalucía
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Nacho Cardero

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'Albert Rivera returns': aciertos y errores del asalto de Ciudadanos a Andalucía

Cs ha iniciado el arranque de curso con la sexta marcha echada para recuperar la corriente de fondo de antes del verano, aquella que aupaba al partido naranja a lo más alto de las encuestas

Foto: Rueda de prensa de Albert Rivera, líder de Ciudadanos. (EFE)
Rueda de prensa de Albert Rivera, líder de Ciudadanos. (EFE)

El nombre de Albert Rivera vuelve a entintar las portadas de los periódicos. Luego de unos meses en los que el líder de la formación naranja andaba como pollo sin cabeza tras la llegada a La Moncloa de Pedro Sánchez gracias a una imprevista moción de censura, las siglas de Ciudadanos ocupan de nuevo los titulares de la prensa con una estrategia tan atrevida como calculada. Sirvan tres botones de muestra: las imágenes de Rivera y Arrimadas quitando lazos amarillos en Alella, el rifirrafe viral en TV3 y el zambombazo andaluz.

Ciudadanos ha iniciado el arranque de curso con la sexta marcha echada y un tsunami mediático, un tanto teatralizado, es verdad, que pretende mostrar iniciativa y liderazgo y que, de alguna forma, sirve para ocultar la cruda realidad de la formación: que son el cuarto partido en el Congreso de los Diputados y apenas cuentan con 32 diputados. Conscientes de esta debilidad, su objetivo no es otro que generar ‘ruido’ y recuperar la corriente de fondo de antes del verano, aquella que aupaba al partido naranja a lo más alto de las encuestas y que se frenó en seco por los catárticos hechos de junio y julio.

La espoleta la han activado en Andalucía, donde el líder de Cs en esta región, Juan Marín, ha escenificado su ruptura con el PSOE tras el acuerdo de legislatura de 2015 con el Gobierno de Susana Díaz. El fin último es de Perogrullo: propiciar el adelanto electoral y aventar el sorpaso en el centro derecha, esto es, que Ciudadanos quede por delante del PP. Pretenden así pasar de ser un partido bisagra a un partido de gobierno. Quedar segundos, aunque solo sea por un voto, y luego que la suma de diputados con el PP dé para desbancar a Díaz.

Para ello centrarán su campaña en la idea de la regeneración. Cargarán contra el PP y la agenda judicial que les espera en los próximos meses por los casos de corrupción, y contra el PSOE andaluz y un ‘régimen’ de 40 años que se ha institucionalizado igual que el PRI en México: “Son demasiados años. ¡Yo tengo 38! Hay muchos andaluces que no han conocido otra cosa. La gente está harta de redes clientelares”, argüía Albert Rivera este fin de semana en Málaga en lo que supone el adelanto discursivo de la campaña electoral.

Cs pretende pasar de partido bisagra a partido de gobierno. Quedar segundos y que la suma de diputados con el PP dé para desbancar a Díaz

Si hay sorpaso en el centro derecha, tal vez se produzcan novedades en San Telmo en la próxima legislatura, especialmente si se tiene en cuenta la poca sintonía entre el PSOE andaluz y Podemos para llegar a algún acuerdo de gobierno; pero si en cambio es el PP el que queda segundo, resulta harto complicado imaginar que Cs vaya a echar al PSOE del poder para poner de presidente a Juan Manuel Moreno Bonilla, líder de los populares en Andalucía.

El rival de Ciudadanos no es tanto el PSOE como el PP. Los naranjas quieren ocupar el espacio del partido que lidera Casado y no le van a regalar la presidencia de Andalucía para resucitarlo.

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Nada más saberse del final del ‘noviazgo’ entre Marín y Díaz, Moreno Bonilla no dudó en acusar a PSOE y Ciudadanos de haber urdido un “patético 'show” en torno a la ruptura del pacto de gobierno entre ambas formaciones con el objetivo de “construir el relato” de un adelanto electoral “innecesario”. En román paladino: algunos de los puntos que recogían el acuerdo de legislatura entre el PSOE y Ciudadanos no se incluyeron en el pacto para cumplirse sino para romperse en el momento que mejor convenía a estas dos formaciones.

No son los aforamientos, acaso una excusa coyuntural para hacer y deshacer pactos, sino las encuestas, la necesidad de volver a la primera línea después de que Pedro Sánchez robara a Rivera la etiqueta del 'Trudeau de la política española'. El divorcio con los socialistas en Andalucía, anunciado a bombo y platillo, obedecería a esta estrategia.

A Cs, señalan sus oponentes, se le ven las intenciones a kilómetros de distancia y no hay peor 'marketing' que el que se nota que lo es. Ocurre como en las películas de ciencia ficción de Ed Wood, que cuesta creérselas porque cualquiera puede distinguir de un vistazo que la nave espacial es de cartón piedra y está sostenida por unos cables que cuelgan del techo. A Rivera le ocurre lo mismo. Se le están viendo los efectos especiales.

A Susana Díaz, aquí un animal político, se lo ha puesto en bandeja. Decir como ha dicho Rivera este fin de semana que “para ganar en España hay que ganar en Andalucía”, que “tiene que haber un cambio”, es como retransmitir la estrategia del partido en vivo y en directo.

A Ciudadanos se le ven las intenciones a muchos kilómetros de distancia. Y como es sabido, no hay peor 'marketing' que el que se nota que lo es

Las elecciones andaluzas, viene a decir el de Cs, no son finalistas sino instrumentales, no buscan tanto ocupar San Telmo como servir de plataforma para conquistar La Moncloa. La idea que traslucen estas palabras es que solo importa Madrid, que el resto de comunidades no pasan de meras sucursales, lo cual proporciona a Díaz munición de gran calibre para atacar a la formación naranja en las próximas semanas.

Con todo y con eso, el viento sopla a favor de los intereses de Rivera. El líder de Ciudadanos tiene la firme convicción de que PSOE y PP padecen de aluminosis. El primero ha tocado techo con la presentación de su Gobierno ‘superstar’ y ahora, sumido en las contradicciones y en un contexto económico de desaceleración, solo tiene margen para retroceder; el segundo, por su lado, apenas contará con tiempo para la remontada si atendemos a las sentencias y desfiles de políticos de esta formación que pasarán por los tribunales en los próximos meses. De ahí la hiperactividad con que los naranjas han iniciado el nuevo periplo político. Va a ser un no parar.

El nombre de Albert Rivera vuelve a entintar las portadas de los periódicos. Luego de unos meses en los que el líder de la formación naranja andaba como pollo sin cabeza tras la llegada a La Moncloa de Pedro Sánchez gracias a una imprevista moción de censura, las siglas de Ciudadanos ocupan de nuevo los titulares de la prensa con una estrategia tan atrevida como calculada. Sirvan tres botones de muestra: las imágenes de Rivera y Arrimadas quitando lazos amarillos en Alella, el rifirrafe viral en TV3 y el zambombazo andaluz.

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