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Nacho Cardero

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Roures siempre gana

"Jamás sabremos el papel que ha tenido Roures en esto del 'procés", insisten los que le tratan. Lo señalan con el dedo acusador para luego ponerse a hacer negocios con él

Foto: Jaume Roures observa los monitores instalados en el Centro Internacional de Prensa durante el 1-O. (EC).
Jaume Roures observa los monitores instalados en el Centro Internacional de Prensa durante el 1-O. (EC).

Roures ‘takes it all’. Roures se lo lleva todo. “Si hubiéramos podido, habríamos acabado con él…”, se confiesa un factótum del empresariado patrio. Pero no pudieron. El líder y accionista de la productora Mediapro es hoy, si cabe, mucho más rico y poderoso.

Ha decidido hacer las paces con Telefónica, su archienemigo desde hace una década, y apenas ha esperado unos días más allá del plazo exigido por ley para fichar al que fuera presidente del Consejo Superior de Deportes (rango de secretario de Estado) Miguel Cardenal, impulsor del real decreto para la venta centralizada de los derechos televisivos del fútbol redactado a la medida de Roures y del mandamás de la Liga, Javier Tebas, en un ejercicio de impudicia jamás visto que demuestra que este país lo aguanta todo.

Bien porque se rigen por la 'omertà', bien porque ahora sus intereses son otros, muy pocos han levantado la voz por el fichaje de Cardenal. No lo ha hecho la teleco presidida por José María Álvarez-Pallete. Tampoco el Grupo Prisa, acaso el más damnificado por los ardides de Mediapro en la guerra del fútbol que tanto entintó las portadas de la prensa.

Todos hablan mal de Roures, pero luego se ponen a hacer negocios con él. Todos se protegen incluso en la diferencia. Todos siempre un poco más ricos

Ni siquiera se oye a los miembros del Ejecutivo socialista ni a los que acompañaban antes a Rajoy en La Moncloa denunciar estos hechos o la pleitesía de la clase política y empresarial hacia quien ha puesto en jaque de continuo las estructuras del país.

En un informe remitido al juez Llarena, la Guardia Civil situaba a Roures al frente de la estrategia de comunicación del ‘procés’ en aras de la movilización social. Roures fue el que montó el centro de prensa para seguir en sus instalaciones de avenida Diagonal la consulta del 1-O, ahorrando a Puigdemont la necesidad de que tuviera que hacerlo la Generalitat y sus posibles consecuencias legales; fue el anfitrión de la cena secreta de Oriol Junqueras y Pablo Iglesias; fue el productor del documental sobre las ‘cloacas de Interior'…

“Jamás sabremos el papel que ha tenido Roures en esto del ‘procés”, insisten los empresarios que tratan con él. Todos le señalan con el dedo acusador. Todos hablan mal de Roures, pero todos luego se ponen a hacer negocios con él. Todos se protegen incluso en la diferencia. Todos siempre un poco más ricos.

El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, tuvo la oportunidad de vender los derechos del equipo blanco a Telefónica, lo que hubiera supuesto un golpe fatal para Mediapro, pero prefirió a la productora catalana. Los contenidos del canal Real Madrid Televisión proceden de la ‘cantera Roures’. Igual que lo harán a partir de ahora los de Ten Televisión, de Raúl Berdonés, un productor amamantado a los pechos del Gobierno del PP.

Además de venderle los derechos de la Champions, Mediapro se convierte en el proveedor de referencia de Movistar para los próximos tres años

Telefónica, luego de mucho imprecar, ha terminado pasando por el aro de la productora catalana. Cada vez que había una subasta por los derechos del fútbol europeo, Mediapro ganaba el pulso a la operadora ofertando siempre tres millones más. Solo tres millones. Es como si tuviera ‘rayos X’ y pudiera atravesar los sobres que presentaba la competencia para saber exactamente la cifra mínima con la que quedarse con los derechos. Cuando se preguntaba a los directivos de la UEFA, estos se ponían a silbar.

Así, después de mucho afirmar que no volverían a doblar la cerviz, Telefónica cerraba en junio un acuerdo con Mediapro para la adquisición de los derechos de emisión de la UEFA Champions League y la UEFA Europa League para las próximas tres temporadas por 1.080 millones. Esta operación de compra está suponiendo hoy, según las primeras estimaciones, un gran éxito de captación de clientes para la multinacional española, sabedora de que no podían dejar escapar un negocio que le reporta ingresos mil millonarios.

Para calmar a los accionistas, la operadora señalaba, en hecho relevante remitido a la CNMV, que la factura de esta operación “apenas sube un 5%” respecto a la última temporada del anterior ciclo. Lo que no mencionaban es que, en paralelo y al margen del fútbol, Mediapro se convertía en proveedor de referencia de Movistar para los próximos tres años con un acuerdo que puede reportar a la productora unos ingresos adicionales de hasta 120 millones de euros y un margen de hasta 15 millones por ejercicio. Fuentes oficiales de Telefónica eluden entrar en detalles sobre sus contratos y se limitan a señalar que "tenemos acuerdos con varios proveedores como vía para asegurarse eficiencias y los mejos medios técnicos y humanos. Dicho esto, en ninguno de nuestros acuerdos marcos tenemos obligación de facturación mínima".

placeholder Javier Tebas, presidente de La Liga española de fútbol. (Reuters)
Javier Tebas, presidente de La Liga española de fútbol. (Reuters)

Lo mismo ha ocurrido con La Liga española. A pesar de que Telefónica se mostraba reacia a tirar de chequera, negativa que coincidía en el tiempo (primer trimestre de este 2018) con un borrador apócrifo de real decreto que modificaba la regulación del reparto de los derechos audiovisuales del fútbol, finalmente tuvo que rascarse el bolsillo y desembolsar 2.940 millones para la emisión de La Liga hasta 2022. El real decreto antes mencionado, que suponía un torpedo en la línea de flotación de Javier Tebas, jamás salió adelante. El Consejo de Ministros lo consideró una “aberración jurídica”.

Lo de Telefónica y La Liga es la cuadratura del círculo. Hasta el que fuera secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, el oscense Roberto Bermúdez de Castro, más conocido como ‘Mr. 155’ —fue el enviado del Gobierno para la intervención de la Generalitat—, se ha terminado yendo con otro oscense de adopción, Javier Tebas, cuña de la misma madera que Roures y cómplice necesario del Imperio Mediapro. ¿De verdad el Estado ha intentado frenar a Roures o se trataba todo de una gran mascarada?

Mediapro es hoy un gigante que factura 1.600 millones y ha crecido al abrigo de esos poderes políticos y económicos que tanto lo critican

Jaume Roures (Barcelona, 1950) es un hombre de difícil definición. Por ser un empresario de esos que cuentan las monedas con los dedos, pero austero en sus hábitos y vestimenta, y por su carácter, provocador en las formas y algo excéntrico, se asemeja más bien a un personaje sacado de alguna novela de Dickens. Es editor de prensa, productor de cine e ideológicamente trotskista. Más que del ‘procés’, a Roures le va el mambo. El mambo de la CUP, se sobrentiende. “No soy independentista”, explicó a José Ramón de la Morena en Onda Cero. Los presos son “una muestra de que estamos en la época de Franco”, añadió después.

Quien sí se declara independentista, a la sazón que a veces lo parece más que el propio Puigdemont, es su inseparable socio Tatxo Benet. Tanto este como Roures son los gestores de Mediapro, actualmente controlada por el grupo chino Orient Hontai Capital (53% del capital) tras la salida de algunos de sus accionistas históricos, entre ellos Gerard Romy, al que la Fiscalía de EEUU acusó de aceptar y facilitar sobornos a funcionarios de la FIFA.

Mediapro (en tanto sinécdoque de Imagina) es en la actualidad un gigante con presencia en más de 50 países que ha crecido al abrigo de esos poderes políticos y económicos que, al mismo tiempo que alertaban de su peligrosidad, se ponían a negociar con él para repartirse el pastel. El grupo factura 1.649 millones de euros y gana 145 millones netos.

Jaume Roures, en una entrevista con José Ramón de la Morena

Además de Roures y Benet, en el sanedrín de la toma de decisiones se encuentran Juan Ruiz de Gauna (ex COPE, ex Antena3, ex Telefónica) y Eva Abans (hasta ahora socia de EY), que sustituye en el cargo de directora financiera al controvertido Jonathan Cummings, continuando de esta forma con la tradición del Grupo Mediapro de repartir juego entre muy diversos ejecutivos de muy distintos espectros ideológicos. El caso de Cardenal resulta paradigmático.

Roures gana. Siempre gana. En la nueva estrategia emprendida por la productora catalana, consistente en dar un paso atrás en la compraventa de derechos de televisión —una línea de negocio que no es sino una espada de Damocles, pues está al albur de terceros— y potenciar la producción de contenidos, Roures cuenta ya con nuevos 'paganinis'. Amigos y enemigos de Roures dicen que “es el más listo de todos”. Y nadie duda de que lo es.

Roures ‘takes it all’. Roures se lo lleva todo. “Si hubiéramos podido, habríamos acabado con él…”, se confiesa un factótum del empresariado patrio. Pero no pudieron. El líder y accionista de la productora Mediapro es hoy, si cabe, mucho más rico y poderoso.

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