Caza Mayor
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Convergència, camina o revienta: así está acabando Puigdemont con el PDeCAT
CDC, en proceso de disolución, escribía su epitafio en febrero con la venta de su edificio de la calle Provenza. Mientras, el partido heredero, el PDeCAT, está a punto de ser engullido por Puigdemont
Xavier Melero se ha destapado como el mejor de los abogados de las defensas en el juicio al ‘procés’. Sus interrogatorios destacan tanto por la contundencia como por la consistencia. Se lució con su cliente, Joaquim Forn, y también con los testigos políticos, acorralando seriamente a algunos de ellos. Su estrategia pasa por hacer ver al tribunal que no hay rebelión por falta de intervención proporcional del Estado.
A diferencia de las salmodias de otros compañeros togados, los argumentos que blande se sustentan en aspectos legales y no políticos. Esta semana, precisamente, se presume clave por sus intereses con las declaraciones de Diego Pérez de los Cobos, que coordinó el dispositivo policial del 1-O, y del exsecretario de Estado de Seguridad José Antonio Nieto.
Pero quienes lo conocen saben que Melero es algo más que el abogado de Joaquim Forn y Meritxell Borràs. En realidad, es el ‘hombre gris’ que está detrás de todo lo que le ha ocurrido a Convergència Democràtica de Catalunya en los últimos años, quien mejor conoce sus entretelas. Algo así como el ‘señor Lobo’ de CDC. ¿Hay algún problema, algún ‘muerto’, un caso de corrupción? Ahí está Xavier Melero para dejar el escenario limpio como una patena. Es quien se encarga de hacer el trabajo sucio a los jefes del partido.
Melero es algo más que el abogado de Forn y Borràs. Es el ‘señor Lobo’ de CDC, quien se está encargando de la liquidación ordenada del partido
En Madrid, se ha empezado a saber de él por sus intervenciones en el convento de las Salesas, pero su trayectoria viene de antiguo. Se ha encargado, entre otras, de las defensas de Artur Mas por el 9-N, de los extesoreros Andreu Viloca y Daniel Osàcar en el caso del 3% y del ex secretario general de CDC Oriol Pujol Ferrusola. Repasando su currículo, uno podría reconstruir perfectamente la historia del partido, con sus logros y muchas de sus miserias. Lo sabe todo, se los conoce a todos.
Tanto es así que los ‘jefes’ han puesto en sus manos algo tan delicado como la liquidación de CDC. Le han encargado que cave un agujero y la entierre de por vida. Que haga desaparecer a Convergència y, con ella, sus condenas judiciales y sus casos de corrupción. El pasado mes de enero, el partido formalizaba la venta del edificio de la calle Provenza, en Barcelona, donde se encontraban sus oficinas. Años antes, había hecho lo propio con su sede histórica de la calle Córcega. Está en proceso de disolución. Del partido de Pujol y Mas no quedan ni las raspas.
En CDC han tratado de salvaguardar su ‘esencia’ montando un partido que ejerza de heredero, el Partit Demòcrata Europeu Català (PDeCAT), nacionalista, sí, pero también europeo, capaz de enarbolar los valores liberales con los que nacieron hoy enterrados entre informes de la UCO e imputaciones. Sin embargo, años después, el invento ha devenido en fracaso.
No ha funcionado porque, en román paladino, no es del gusto de Puigdemont, experto en inventarse partidos y siglas para luego dinamitarlos. Forzó la dimisión de la coordinadora general del PDeCAT Marta Pascal, una joven sobre la que muchos habían depositado su confianza para recuperar el ‘seny’, y colocó al frente a David Bonvehí, personaje mucho más dúctil. Ahora pretende hacer lo propio con los diputados que no son de su cuerda, Carles Campuzano y Jordi Xuclà. Quiere aprovechar las elecciones generales del 28 de abril y la elaboración de las listas para orillarlos y mandarlos al olvido.
Primero cargarse CDC, luego a su hijo putativo, el PDeCAT, y ahora a las voces más posibilistas y moderadas. No es otro el objetivo de Puigdemont: Convergència, camina o revienta.
¿Cuáles son las probabilidades de que Puigdemont deje que Campuzano, Xuclà y Pascal vayan en la lista del 28-A para ser elegidos diputados? Ninguna
Que nadie se engañe. Lo de este fin de semana no ha sido sino un espejismo. En la primera fase de las primarias que el PDeCAT celebró el sábado, Carles Campuzano fue propuesto como cabeza de lista por Barcelona con la posibilidad de ir detrás de uno de los dirigentes independentistas presos; el diputado Jordi Xuclà fue escogido en segunda posición por La Garrotxa, mientras que Marta Pascal se quedó primera por Osona.
En paralelo a las primarias, PDeCAT, Crida y Junts per Catalunya preparan candidatura conjunta a las generales. Las negociaciones se llevan a cabo en Waterloo, capital oficiosa de la república. ¿Cuáles son las probabilidades de que Campuzano, Xuclà y Pascal vayan en la listas del 28-A con alguna posibilidad de ser elegidos diputados? Ninguna. Nadie duda de que Puigdemont los vetará. El egotismo del 'expresident' pesa más que el apoyo de las bases a estos nombres.
Hay que recordar que, si por Puigdemont fuera, Rajoy seguiría hoy en la Moncloa. Roma no paga a traidores y aquella ‘felonía’ de sus 'hombres' apoyando la moción de censura de Pedro Sánchez tiene consecuencias.
De las negociaciones de Bruselas saldrá un tique conjunto a las generales y europeas que incluya a algunos de los líderes secesionistas hoy en prisión, a representantes de la Crida y miembros de este nuevo PDeCAT purgado y pasado por la thermomix. Si alguien pretende encontrar algún vestigio de la antigua CDC, mejor que espere sentado.
Gràcies a la gent del @PDeCATGarraf per la confiança i traslladar a la direcció del @Pdemocratacat la proposta encapçalar la llista de Barcelona, sense perjudici que ho pugui fer un pres polític #anemperfeina pic.twitter.com/iwkrhauVaP
— carles campuzano (@carlescampuzano) 2 de marzo de 2019
Los nostálgicos abogan por resucitar Convergència y trazar una estrategia de medio plazo sustentada en la moderación y los puentes con Madrid. Para hacerlo, se especula con fórmulas de laboratorio hasta ahora inéditas. Algunas endógenas, otras exógenas. Bien con las siglas antiguas, bien con otras nuevas. Sin embargo, la realidad es otra. El partido ya no tiene pulsaciones. Está muerto. Melero se está encargando de su liquidación.
“Hay que hacer fuerte al PDeCAT. Tiene que ser el vehículo. Mucha gente nos pide que resucitemos Convergència, pero si lo hiciéramos no nos votaría nadie. Nos gustaría volver a esos tiempos. Los echamos de menos, pero ya no se puede. Es imposible con el juicio de por medio y con Puigdemont”, confiesa un convergente pata negra. “Por eso, la única salida es el PDeCAT. Hacer un punto y aparte, olvidarse de Puigdemont y apostar por el PDeCAT aunque no tenga tanto tirón electoral como el 'president'. La pregunta es: ¿quién se encarga de ponerle el cascabel al gato?”.
“Esto ya no va de independencia. En algún momento, los catalanes acabaremos haciendo una enmienda a la totalidad y alguien de Esquerra, de la Crida… alguien saltará. Pero eso tiene que salir de aquí, de Cataluña, mientras que te lo digan de Madrid, nadie se lo va a creer”.
Xavier Melero se ha destapado como el mejor de los abogados de las defensas en el juicio al ‘procés’. Sus interrogatorios destacan tanto por la contundencia como por la consistencia. Se lució con su cliente, Joaquim Forn, y también con los testigos políticos, acorralando seriamente a algunos de ellos. Su estrategia pasa por hacer ver al tribunal que no hay rebelión por falta de intervención proporcional del Estado.