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Nacho Cardero

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Tenemos que hablar de Vox

Los de Abascal capitalizarían el descontento de la ciudadanía hacia la fórmula de gobierno 'superfrankenstein'. El voto de Vox no es sino el voto del cabreo

Foto:  Iván Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal, Javier Ortega Smith y Rocío Monasterio celebran los resutlados electorales.
Iván Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal, Javier Ortega Smith y Rocío Monasterio celebran los resutlados electorales.

“La verdad es siempre más amplia de lo que hacemos nosotros con ella”

(‘Tenemos que hablar de Kevin’, Lionel Shriver)

Los analistas más emperifollados se mofaban de Boris Johnson, ese bufón ‘made in Eton’ que no se sabe si va o viene, y ahí está: primer ministro del Reino Unido con la mayoría absoluta más abultada que se recuerda para su partido desde tiempos de Margaret Thatcher y epítome de que hay vida más allá de la Unión Europea; las principales cabeceras norteamericanas tratan de doblar la cerviz a Donald Trump con sus ácidos editoriales y sus exclusivas sobre las prácticas de abuso de poder que ejerce desde la Casa Blanca, pero mírenle: con 'impeachment' o sin 'impeachment', volverá a ganar las elecciones.

En España sucede tres cuartas partes de lo mismo. La intelectualidad no para de meterse con Vox y Vox es cada vez más grande y cuenta con mayor apoyo popular. No es circunstancial. Es una tendencia que se ha instalado para quedarse, la de esos neoliberales globales que, como decía Esteban Hernández, han evolucionado a neoliberales nacionalistas y religiosos. Hay preocupación. No tanto en las izquierdas, que han alimentado el monstruo de la extrema derecha para obtener réditos electorales, como en los partidos tradicionales de derechas. En los cuarteles de Génova lo tienen claro: “Tenemos que hablar de Vox…”.

“Están madurando a una velocidad mayor de la esperada”, señala un destacado cargo del PP. “Lo estamos viendo en la Asamblea de Madrid. Son serios y trabajadores. Se han convertido rápidamente en un partido político, con todo lo que ello implica. Han dejado de ser una plataforma electoral, es decir, han dejado de ser una mera herramienta para conseguir votos, que es lo que todavía ocurre con Ciudadanos, y se han transformado en partido. Esto, lógicamente, supone un serio riesgo para nuestros intereses”.

En el PP: "Están madurando muy rápido. Se está viendo en la Asamblea de Madrid. Son serios y trabajadores… y un riesgo para nuestros intereses"

La profesionalización resulta evidente. Desde mayo de 2018, la formación viene trabajando su discurso y la comunicación del mismo con consultores afines. Tienen una estrategia mejor hilvanada que la del Partido Popular. También está el capote que le proporciona el ‘enemigo’.

El enemigo es Pedro Sánchez. Con sus invectivas a la formación verde y su alerta constante a la expansión de la extrema derecha en España, el todavía presidente en funciones es quien más y mejor ha contribuido al éxito de Santiago Abascal ‘et alii’. Sánchez está manejando el escenario a su antojo sabedor de que no merece la pena hablar del futuro sino que resulta más práctico secuestrar el pasado.

Ha echado gasolina a Vox igual que el PP hizo con Podemos. El problema es que se le está yendo de las manos. El fenómeno se está haciendo enorme, difícil de parar.

placeholder Fotografía facilitada por el PSOE de la reunión entre PSOE y ERC para facilitar la investidura del líder socialista. (EFE)
Fotografía facilitada por el PSOE de la reunión entre PSOE y ERC para facilitar la investidura del líder socialista. (EFE)

Que el presidente del Gobierno adopta como propio el marco semántico de los independentistas, empieza a hablar de mesa de negociación bilateral España-Cataluña, se encama con ERC sin buscar previamente el apoyo de Cs y PP, y le da cuartelillo al inhabilitado Quim Torra… Son votos para Vox.

Que el PSOE se sienta a pactar con los radicales de Bildu, emprende una estrategia de blanqueamiento de la formación abertzale con objeto de convertirla en un socio natural de gobierno, y valora suprimir la política penitenciaria de dispersión de los presos de la organización terrorista ETA… Son votos para Vox.

Que los tribunales condenan en el caso Arandina a 38 años de prisión a cada uno de los tres acusados de un delito de agresión sexual cometido contra una menor al darse por buena la versión de esta última y, sin embargo, solo se condena a cinco años a Rodrigo Lanza por un delito de lesiones y homicidio imprudente por la muerte de Víctor Laínez en el conocido como ‘el crimen de los tirantes’… Son votos para Vox.

Que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea se pone del lado de Oriol Junqueras, Puigdemont se hace con su sillón de eurodiputado, Bélgica se chotea de la euroorden de Llarena y Alemania se niega a extraditar a un fugado de la justicia… Son votos para Vox.

De ahí que, según el pulso mensual de Metroscopia referido a este mes de diciembre, la formación de Abascal esté lejos de menguar. Más bien al contrario. El último sondeo le sitúa con un 16,4% de los votos, lo que mejoraría en 1,3 puntos (más de 100.000 votantes) el dato cosechado el pasado 10 de noviembre. A su elevada fidelidad de voto (79%), Metroscopia destaca los nuevos apoyos que recibiría de anteriores votantes del PP (6%) y Ciudadanos (3%).

Y la cosa no parece acabar ahí. Si el 'superfrankenstein' que está pergeñando Sánchez para ser investido presidente sale adelante, con Podemos dentro del Gobierno y ERC dando apoyo desde fuera, Vox tiene todas las papeletas para seguir subiendo porcentualmente. Los de Abascal capitalizarían el descontento de la ciudadanía hacia esta fórmula de gobierno. El voto de Vox no es sino el voto del cabreo.

Quien mejor ha sabido leer esta coyuntura es Inés Arrimadas, que está promoviendo el ‘acuerdo de los 221 escaños’, un acuerdo entre PSOE, PP y Ciudadanos que permita poner en marcha un Ejecutivo socialista en solitario pactando las grandes reformes del país entre estas tres formaciones. La condición indispensable sería que Sánchez no diera entrada en el Gobierno a Unidas Podemos, no se apoyara en ERC y, por ende, no proporcionara más altavoces a Vox.

Sánchez ha desestimado la idea. También Pablo Casado. No obstante, el líder de los populares se lo debería pensar dos veces antes de responder. En un Congreso como el descrito, el que más tiene que ganar es Abascal y el sorpaso imposible de hoy puede no serlo mañana.

Lo dicho: Tenemos que hablar de Vox…

“La verdad es siempre más amplia de lo que hacemos nosotros con ella”

Vox Boris Johnson Quim Torra Extrema derecha Margaret Thatcher Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Reino Unido Unión Europea Pedro Sánchez Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE)