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Ni héroe ni víctima: la cara oculta del mayor Trapero
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Nacho Cardero

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Ni héroe ni víctima: la cara oculta del mayor Trapero

El mayor de los Mossos fue más que decisivo en el 1-O. Su ascenso apenas unos meses antes del referéndum ilegal ha de interpretarse como una apuesta personal de Puigdemont

Foto: El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero. (EFE)
El mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero. (EFE)

La pregunta es recurrente entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: ¿qué hubiera pasado si Puigdemont no se hubiera echado atrás aquel 10 de octubre de 2017, si en vez de una declaración de independencia ‘interruptus’ hubiera mantenido vigente la república catalana en un momento de suma intensidad emotiva, mínima presencia del Estado y con la Guardia Civil y Policía alanceadas por las imágenes del referéndum ‘fake’ de unos días antes?

Es el ‘what if…?’ o ¿qué hubiera pasado si…?, ucronía o género literario similar al de la ciencia ficción, en el que se hace un ejercicio de abstracción sobre sucesos del pasado y se especula con el futuro en el supuesto de que dichos acontecimientos hubieran transitado por otros vericuetos, es decir, si los dinosaurios todavía habitaran la Tierra o Hitler hubiera vencido a las tropas aliadas en Normandía.

En esta ucronía, Puigdemont sería hoy presidente de la república, Junqueras ejercería de obispo de Urgel y Josep Lluís Trapero habría sido nominado capitán general de los Países Catalanes. Esto último es especialmente relevante porque, al contrario de la imagen de víctima que, con ayuda de medios afines, está exhibiendo en el juicio que se sigue contra él en la Audiencia Nacional, el mayor de los Mossos fue más que decisivo en los acontecimientos del 1-O.

Para entender el papel de Trapero, hay que retrotraerse a su ascenso como mayor apenas unos meses antes del 1 de octubre

No solo lo dice el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, cuyas declaraciones vendrían en este caso lastradas por una mala sintonía personal que él mismo reconoce, también la mera cronología de los hechos y la existencia de informes como los que destapa este lunes El Confidencial.

En dichos documentos, la Comisaría de Información de la policía autonómica advertía al mayor de la “incomprensión” y “rechazo” que sus actuaciones podrían generar entre las personas favorables a la celebración del 1 de octubre si trataba de frenar la consulta y se empleaba como la Fiscalía les había conminado a hacerlo.

placeholder El coordinador del dispositivo policial del 1-O, Diego Pérez de los Cobos. (EFE)
El coordinador del dispositivo policial del 1-O, Diego Pérez de los Cobos. (EFE)

Para entender el papel de Trapero en la tremolina catalana, hay que retrotraerse en el tiempo y, concretamente, a su ascenso como mayor apenas unos meses antes de los acontecimientos del 1 de octubre. Aquella designación ha de interpretarse como una apuesta personal de Puigdemont para asegurarse el respaldo de todo el cuerpo de los Mossos al buen desarrollo del referéndum ilegal.

No en vano, Trapero y Puigdemont eran colegas de guateques, esteladas y barretinas, como quedó patente en el vídeo que circuló como el rayo por las redes en el que el mayor, ataviado con un sombrero de paja y camisa de flores, aparecía cantando y tocando la guitarra en una fiesta privada en el domicilio de Pilar Rahola en Cadaqués, junto con el entonces 'president' Puigdemont y el expresidente del Barcelona Joan Laporta. Aquí tres reconocidos independentistas.

Los expertos auguran su absolución en el juicio que se sigue en la Audiencia o, en el peor de los casos, una 'sedición reducida'

Pero vayamos más atrás, al año 2007. En marzo de ese ejercicio, el mayor Joan Unió dejaba su puesto como máximo responsable del cuerpo. En vez de sustituirlo, la Generalitat optó por no ascender a ningún comisario y dejar a Josep Milán como jefe de los Mossos, quien asumió el cargo con dos galones sobre sus hombreras en vez de los tres que le hubieran correspondido en caso de ascenso.

En marzo de 2013, siguiendo a pies juntillas el criterio según el cual se elegía al número uno de la institución de entre los comisarios, pero sin subirlo de categoría, se sustituyó a Milán por otro del mismo cargo: Josep Lluís Trapero.

Pero este era el hombre clave y cuatro años después, el 13 de abril de 2017, se anunciaba su ascenso a mayor. Lo que no habían hecho con Milán, lo hacían ahora con Trapero, y lo hacían apenas unos meses antes del referéndum ilegal.

La maniobra causó estupor entre los mandos que conformaban la cúpula de los Mossos, pues suponía romper, de forma repentina, con una costumbre que duraba ya más de 10 años, se hipotecaba a los ejecutivos futuros, se reforzaba su autoridad sobre el resto de comisarios al asignarle un galón más y se le blindaba en el puesto hasta su jubilación 14 años más tarde. De guitarrista en Cadaqués a ‘jefe jefazo’ de los Mossos d'Esquadra. Nada parecía casual.

placeholder Carles Puigdemont(d), junto a Josep Lluís Trapero. (EFE)
Carles Puigdemont(d), junto a Josep Lluís Trapero. (EFE)

El 21 de marzo de 2017, 25 días antes del ascenso de Trapero, el PDeCAT explicaba en la Conselleria de Interior su propuesta de seguridad y defensa para una Cataluña independiente; el 11 de abril, cinco días antes del ascenso, Puigdemont lanzaba un tuit con el siguiente texto: “Hoy he recibido la quinta notificación del Tribunal Constitucional. No dejaremos de ir adelante”; el 21 de abril, días después de la designación, 144 altos cargos de la Generalitat se comprometían en un manifiesto a organizar, convocar y celebrar un referéndum de independencia y aplicar los resultados. El mayor sabía dónde se metía.

Los expertos auguran la absolución para Trapero en el juicio que se sigue en la Audiencia Nacional o, en el peor de los casos, una ‘sedición reducida’ que conllevaría menos años de condena de los que se le piden. Ven más un error de apreciación, un error administrativo, que una confabulación con el poder político. No porque no haya pruebas para demostrar esto último, sino porque estas carecen de peso suficiente.

Puede ser que Trapero no sea el villano que algunos quieren ver, pero seguro que no es ningún héroe. Y mucho menos una víctima.

La pregunta es recurrente entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: ¿qué hubiera pasado si Puigdemont no se hubiera echado atrás aquel 10 de octubre de 2017, si en vez de una declaración de independencia ‘interruptus’ hubiera mantenido vigente la república catalana en un momento de suma intensidad emotiva, mínima presencia del Estado y con la Guardia Civil y Policía alanceadas por las imágenes del referéndum ‘fake’ de unos días antes?

Josep Lluis Trapero