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El juez Llarena tenía razón: el 'procés' está más vivo que nunca
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Nacho Cardero

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El juez Llarena tenía razón: el 'procés' está más vivo que nunca

Son numerosas las obras surgidas al calor de los acontecimientos del 1-O; sin embargo, el que mejor supo olfatear el clima social de los últimos años no es otro que el magistrado

Foto: El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena. (EFE)
El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena. (EFE)
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El 'procés' debería convertirse en género literario. Igual que hay estands en El Corte Inglés sobre ensayo, poesía y novela histórica, debería haber uno sobre la independencia de Cataluña. Son numerosas las obras surgidas al calor de los acontecimientos del 1-O, que llevan la rúbrica de firmas tan reconocidas como las de Lola García ('El naufragio', Ediciones Península), Rafa Latorre ('Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido', La Esfera de los Libros) o la más reciente de Javier Melero ('Cambalache. Un abogado en la España de Pujol', Ariel), por poner unos ejemplos.

Sin embargo, el más visionario de todos, el que mejor supo olfatear el clima social de los últimos años, el que ha ido anticipando con precisión industrial, paso tras paso, coma tras coma, acontecimientos que parecían imposibles, tales que los indultos o la negociación entre gobiernos, no es otro que el juez Pablo Llarena en el auto de procesamiento contra el 'expresident' Carles Puigdemont, su 'exvicepresident' Oriol Junqueras y otros 23 dirigentes políticos implicados en el 'procés', con fecha 21 de marzo de 2018.

Produce escalofríos leerlo y darse cuenta de su vigencia y de que la hoja de ruta independentista que ponía negro sobre blanco el magistrado del Supremo se ha cumplido milimétricamente. El 'procés' continúa. La distensión no es sino un paréntesis planificado en ese 'long game' al que juegan los discípulos de Pujol.

Foto: Pablo Llarena. (EFE) Opinión
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En su auto, el juez Llarena se refería al Consejo Asesor de la Transición Nacional (CATN) y a los 18 informes que entregó a la Generalitat hace ya siete años, unos textos que se refundieron en el llamado Libro Blanco de la Transición Nacional de Cataluña o, como gusta decir a los que entienden de la cosa, en la Biblia de la independencia.

Fue Artur Mas quien encabezó la presentación de dicho libro el 29 de septiembre de 2014, presentación que, para dotarla de mayor solemnidad, tuvo lugar en el Palau de la Generalitat. En sus trabajos, el CATN, presidido por Viver Pi-Sunyer, quien fuera de 1992 a 2001 magistrado del Tribunal Constitucional, trataba de demostrar con leyes y números que el proceso independentista era viable a nivel político y técnico.

En su auto, el juez Llarena señala que, por mucho 'desinflamiento' que se pueda percibir en Cataluña, ya fuera entonces o en el momento actual, el 'procés' y el ataque al Estado constitucional están todavía en desarrollo. El secesionismo se sirve de un relevo de sus protagonistas para dar a entender lo contrario, que la DUI no se repetirá en generaciones, lo cual no es sino una celada que lanzan al Gobierno central y que este compra interesadamente.

El plan secesionista continúa desarrollándose mucho más sutil y eficiente

En el Libro Blanco de 2014, "piedra de Rosetta del diseño criminal", según el juez, ya se anticipaba que el Estado "tiene a su disposición el instrumento del artículo 155 para requerir al presidente de la Generalitat y, en caso de que su requerimiento no sea atendido, instar al Senado para que autorice por la adopción por parte del Gobierno estatal de las medidas necesarias para obligarla al cumplimiento forzoso de las obligaciones legales o constitucionales que considere vulneradas o para proteger el interés general que se considere infringido".

Llegaron el pseudo-referéndum del 1-O, luego la fallida declaración unilateral de independencia e, inmediatamente después, la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Fracaso tras fracaso, algunos aventuraron el final del 'procés'. Craso error. Como adelantaba el CATN en aquellos informes, el plan secesionista continúa desarrollándose a día de hoy mucho más sutil y eficiente, hasta el punto de que la opinión pública comienza a comprar la mercancía, siendo percibido como normal aquello que no debiera serlo.

"En el caso extremo de suspensión del autogobierno, esta suspensión no podría tener carácter indefinido y mucho menos definitivo y, por tanto, la voluntad popular y la voluntad institucional podrían seguir manifestándose una vez recuperados la autonomía y el funcionamiento ordinario de las instituciones", dice el Libro Blanco.

Foto: Pedro Sánchez en el Congreso. (EFE)

A lo que añade: "Una vez producida la negativa del Estado y la situación de bloqueo que se deriva, esta podría intentar forzar la negociación con el Estado, acudiendo a actores diversos que actúen como mediadores. El apoyo de la sociedad civil movilizada podría constituir igualmente un factor decisivo para este objetivo".

Uno lee estas líneas, más concretamente lo referido a "forzar la negociación con el Estado", y no pueden dejar de venirle a la cabeza los indultos a los dirigentes políticos catalanes o la denominada mesa de diálogo entre Ejecutivo central y Govern, donde se van a plantear cuestiones como el autogobierno y la amnistía.

Y en lo que concierne a apoyos de la sociedad civil, tanto nacionales como internacionales, ahí tenemos las jornadas organizadas por el Cercle d'Economia, con un Ibex rendido a los pies, donde se dio el espaldarazo definitivo a la estrategia de Pedro Sánchez para desinflamar la cosa catalana, o la cascada de apoyos académicos a Mas-Colell en su particular 'vendetta' con el Tribunal de Cuentas.

placeholder El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Pedro Sánchez busca estrechar lazos con ERC, su socio imprescindible en el Congreso, para blindarse en Madrid, mientras que la hoja de ruta de los independentistas consiste en aprovecharse de esta debilidad del Gobierno central para, a golpe de hechos consumados, hacerse hegemónicos en Cataluña y seguir ampliando la base social secesionista. Con el apoyo de más de un 60% de la población, dicen, no habrá artículo 155 que pueda parar la república.

El 'procés' debería convertirse en género literario. Igual que hay estands en El Corte Inglés sobre ensayo, poesía y novela histórica, debería haber uno sobre la independencia de Cataluña. Son numerosas las obras surgidas al calor de los acontecimientos del 1-O, que llevan la rúbrica de firmas tan reconocidas como las de Lola García ('El naufragio', Ediciones Península), Rafa Latorre ('Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido', La Esfera de los Libros) o la más reciente de Javier Melero ('Cambalache. Un abogado en la España de Pujol', Ariel), por poner unos ejemplos.

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