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¿En qué cree el PP?
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Nacho Cardero

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¿En qué cree el PP?

El guion estaba escrito de antemano. Ayuso arribó a la convención del PP como Napoleón a los Campos Elíseos: acaparando vítores y aplausos, y opacando la figura de Pablo Casado

Foto: Abrazo entre Teodoro García Egea y Pablo Casado, con el lema 'Creemos' de fondo. (EFE)
Abrazo entre Teodoro García Egea y Pablo Casado, con el lema 'Creemos' de fondo. (EFE)
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"Lo mejor es que se hubiera quedado en Estados Unidos", me apuntaba cáustico uno de los barones autonómicos del PP. "Lo primero que pensé cuando Isabel dijo que se presentaría a última hora y bajo palio es que Pablo debía suspender la convención. Iba a ser ella, y no él, quien iba a acaparar las cámaras".

Pese a lo irónico de las mismas, algo de razón esconden estas palabras. Casado se enfrenta a varios obstáculos para llegar a la Moncloa. Uno de ellos se llama Isabel Díaz Ayuso, no porque le vaya a disputar el liderazgo del partido sino por lo que representa para la derecha.

El guion estaba escrito de antemano. Ayuso arribó a la convención del PP como Napoleón a los Campos Elíseos: acaparando vítores y aplausos, y opacando la figura de quien estaba llamado a protagonizar el aquelarre popular, esto es, Pablo Casado. La escenografía no era del gusto ni de Génova ni tampoco del grueso de los barones populares, pero era lo que se daba.

placeholder Isabel Díaz Ayuso es saludada por el líder del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE)
Isabel Díaz Ayuso es saludada por el líder del Partido Popular, Pablo Casado. (EFE)

La presidenta madrileña es la Marilyn de la derecha, el icono popular al que se le da la razón en todo, incluso cuando se enfrenta al Papa. Para los conservadores de nuevo cuño, no hay mejor encíclica que las que se escriben en Sol por verbigracia de Miguel Ángel Rodríguez.

El pulso un tanto trivial entre Casado y Ayuso, o al menos la percepción que del mismo ha tenido la opinión pública, contrasta fuertemente con el mensaje de emergencia nacional que se ha pretendido transmitir en la convención. O se está a setas o se está a Rolex.

Si verdaderamente España se va a pique por culpa de un Gobierno socialcomunista arropado desde fuera por fuerzas independentistas que quieren romper el país, ¿qué hacemos aquí hablando del sexo de los ángeles? “Es como una discusión por el color de las batas entre dos cirujanos que están operando a corazón abierto”, comenta certero Pablo Pombo.

Así que en lo que a la cohesión interna se refiere, la convención se salda con un aprobado raspado. Lo mollar, que era blindar a Casado como candidato a la presidencia del Gobierno, ya estaba decidido mucho antes de que se organizara el cónclave y el resto ha sido una sobreactuación para forzar su liderazgo.

Los populares mostraron músculo con una plaza de toros, la de Valencia, a rebosar, como en los años dorados del partido en aquellos predios

Sobreactuación por parte de unos barones que solo se creen a medias el mantra de “unidad, unidad, unidad”, con un Moreno Bonilla que no quiere adelantar elecciones en Andalucía, pero al que en Génova presionan para lo contrario, y con un Mañueco que sí quiere precipitarlas en Castilla y León y no le dejan; sobreactuación también por parte del aparato con la figura de Almeida para hacer luz de gas a Ayuso. Y luego está lo del señor de Murcia.

En el apartado logístico, en cambio, la convención obtiene un notable alto. La máquina de convocatoria funcionó como hacía mucho que no se veía, posiblemente porque entre la militancia, ahora sí, se percibe un cambio de tendencia en los sondeos. Los resumía un García Egea exultante: “Tres años de trabajo. El PP ya está aquí. La ilusión por el proyecto ha vuelto”. Los populares mostraron músculo con una plaza de toros, la de Valencia, a rebosar, como en los años dorados del partido en aquellos predios.

Esto no obsta para que diera la sensación de que la elección de la capital valenciana para la clausura, más allá de la estrategia y los cálculos electorales, era el peaje que el PP tenía que pagar para aplacar la mala conciencia que les quedó tras apartar a Rita Barberá.

Respecto al programa presentado, mucho ruido y pocas nueces. A pesar de las expectativas que se marcaron en un primer momento, las ideas que se han escuchado resultan tan insípidas como un vaso de agua. Hemos sido testigos del mitin más largo (y caro) jamás contado fuera de una campaña, pero las convenciones son algo más. Las convenciones implican la presentación de un proyecto político renovado que, en este caso, brilló por su ausencia.

‘Creemos’, decía el lema del cónclave, pero ¿en qué? Modernización de la democracia, modelo territorial, cambio climático, defensa, nueva economía, reformulación del bienestar… ¿En qué cree el PP? Sabemos lo que quiere Vox, pero apenas sabemos lo que quieren los populares.

La gran derrota de Sánchez se muestra todavía lejana, a pesar de la ilusión derrochada este fin de semana por los populares. A Casado se le abrió una oportunidad con los indultos y la victoria arrolladora de Ayuso el 4-M, pero no ha sabido aprovecharla. Ha perdido tiempo tratando de blindar su liderazgo en vez de subirse a la ola del poder territorial.

Podía haber tomado la iniciativa, pero no lo ha hecho, y le está penalizando en las últimas encuestas, tal y como ha puesto negro sobre blanco el Observatorio Electoral de El Confidencial, donde los socialistas han recortado distancias. La tendencia no va a variar en el corto plazo. En los próximos sondeos, seguiremos viendo bajar al PP y subiendo al PSOE.

La estrategia de Casado no difiere mucho de la de Rajoy, muy criticada por los que actualmente ocupan los despachos de dirección del partido. A saber: esperar a que el PSOE caiga con estrépito con un líder repudiado por la sociedad como le ocurrió a Zapatero, ora por el precio de la luz, ora porque está vendiendo el país a los nacionalistas. Y tal vez la estrategia surta efecto, pero ni es la que el PP predica ni la que el votante espera.

"Lo mejor es que se hubiera quedado en Estados Unidos", me apuntaba cáustico uno de los barones autonómicos del PP. "Lo primero que pensé cuando Isabel dijo que se presentaría a última hora y bajo palio es que Pablo debía suspender la convención. Iba a ser ella, y no él, quien iba a acaparar las cámaras".

Pablo Casado Isabel Díaz Ayuso